Los familiares que deban exhumar los restos de sus seres queridos en el cementerio de Nueva Gerona, en la isla de la Juventud, deben llevar sus propias cajas, denunció la reportera Karelia Álvarez en un artículo publicado en el periódico Victoria. En su relato, la autora cuenta su experiencia cuando unos empleados del cementerio tocaron a su puerta para darle cita y decirle que debía llevar "una cajita" con medidas específicas "además de un pañito, alcohol, talco y colonia".
"Comparto la inquietud porque sé que la han tenido no pocas familias cuando le llega la noticia de la exhumación de algún pariente", precisó.
Solo seis días tendría Álvarez para encontrar lo necesario para exhumar a su abuela en un país que sufre un total desabastecimiento. "Llégate por el Aserrío o la Empresa de Industrias Locales, a lo mejor en esos lugares la pueden hacer", le dijeron algunos. Pero al llegar al taller de carpintería de Industrias Locales la respuesta que recibió es que allí no tenían materiales para la fabricación de la caja que ella necesitaba.
La reportera lamentó además recibir esa noticia "así de súbito", pasados ya tres años del fallecimiento de la anciana. "No me canso de preguntarme ¿por qué el ser humano debe pasar por tanto dolor?".
Además afirmó que "el descanso eterno de los difuntos merece miradas más nobles, sin tantos agobios". "Como si no fuera suficiente el dolor por la pérdida de un ser querido como para crearles además la incertidumbre de no acceder a una caja donde guardar sus restos", agregó.
Finalmente, al no encontrar otra manera, "con un poco de recortería que quedaba" en el taller de carpintería de Industrias Locales, le pudieron hacer la cajita para que los restos de su abuela encontrara reposo.
Contó que el día de la exhumación aparecieron otras cuatro familias y Álvarez comprobó que estas también debieron armar sus cajas con lo que pudieron encontrar a falta de la existencia de un lugar donde poder adquirirlas. "Al ver las cajitas que cada cual llevó, pude constatar los contratiempos porque las armaron con lo que apareció o tuvieron a su alcance", afirmó.
Álvarez explicó que el cementerio de Nueva Gerona tiene el problema de que se ha quedado pequeño ante una población que ha crecido y ya se cuenta en más de de 80.000 habitantes y 28.000 viviendas.
"Este asunto requiere de máxima prioridad por su extrema sensibilidad", reclamó la reportera antes de finalizar su artículo.
Con anterioridad, en 2018, el Gobierno reconoció la situación caótica de los cementerios cubanos. En particular, sobre el de la Isla de la Juventud, las autoridades dijeron que estaba ya "totalmente colapsado" y "sin posibilidad de ampliación", por lo que se necesitaba construir uno nuevo lo antes posible. Sin embargo, cinco años después, la situación se mantiene sin solución.
Féretros desarmados por la podredumbre de los materiales con que se elaboran, huesos y vestimentas de los muertos desperdigados, pequeños nichos en los que se mezclan los restos, son la visión de la "normalidad" de cementerios cubanos como el de Colón, en La Habana, sobre todo cuando se realizan las exhumaciones. En numerosas ocasiones, además, se han realizado denuncias sobre los robos y profanaciones que ocurren en los camposantos. El tema ha llegado a la prensa oficial.
Lo del pañito y desinfectante sí que se pedía hace ya muchos años, más de 50, lo recuerdo de cuando mi madre fue a exhumar los restos de mi tío para ponerlos en el osario del panteón familiar. La cajita la ponía el cementerio. Ahora ni respetan a los vivos, van a respetar a los muertos.
Ya ni los muertos pueden descansar en paz.