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Clima

Pinar del Río y el huracán silencioso que no se va de Cuba

Ahora es que empieza el drama de verdad: 'qué vamos a comer, cómo vamos a vivir sin electricidad y cómo vamos a recuperar lo que perdimos si no hay nada', dice una residente.

Pinar del Río
Una calle de Pinar del Río tras el paso del huracán Ian.
Una calle de Pinar del Río tras el paso del huracán Ian. Diario de Cuba

El martes 27 de septiembre, el huracán Ian azotó la provincia de Pinar del Río con categoría tres en la escala Saffir-Simpson y vientos máximos sostenidos de más de 200 kilómetros por hora. Cuatro días después, los pinareños enfrentan la cruda realidad: el huracán silencioso de la sobrevivencia cotidiana en medio de penurias ahora agravadas.

Este jueves, en la cabecera provincial, como en amplias zonas de Cuba, no había energía eléctrica. Las calles estaban llenas de árboles y escombros. Reinaban el silencio y la oscuridad, rasgada por pequeños faros de luz de centros "priorizados" que cuentan con plantas eléctricas, como la sede del Partido, el Gobierno, la Policía, la emisora Guamá y el periódico Guerrillero, el policlínico Turcios Lima, la empresa ETECSA y la funeraria Monteserín.

Algunos negocios particulares encendieron plantas eléctricas, pero solo unas horas. El resto de la ciudad parecía un cementerio. Sin embargo, en medio de esa oscuridad, podían verse las siluetas de soldados boinas rojas, custodiando las tiendas en moneda libremente convertible (MLC).

Lo poco que se había recogido lo habían hecho trabajadores locales de Comunales y empleados de centros laborales movilizados, que sin equipos pesados movían árboles y ramas de las calles para permitir la circulación vial.

Además de la falta de electricidad, los pinareños sufrían falta de agua potable, estaban sin telefonía fija y la móvil se limitaba a algunos sectores de la ciudad. La mayoría de los residentes tenían sus teléfonos fuera de servicio o ya sin carga.

Las panaderías no estaban elaborando pan. Las antiguas tiendas en CUC vendían, a través la libreta de abastecimientos, los productos que necesitan refrigeración, ante la amenaza de su deterioro.

En la pequeña cafetería de la funeraria Monteserin, de la calle Adela Azcuy, uno de los lugares con planta generadora, la pizarra mostraba un amplio listado de productos, pero en realidad solo había a la venta licor. En una de las capillas, un grupo de afligidos familiares acompaña los restos de una señora que murió por causas ajenas al paso del Ian. "Este el mayor desastre en la historia de Pinar del Río, mayor que los ciclones Alberto, Lili, Isidoro y Gustav. Los más viejos no recuerdan haber presenciado tanto desastre, a pesar de que Pinar del Río es tierra de ciclones", dijo Enely Ricardo, manicure de 36 años, familiar de la fallecida.

"Cuando el paso del Gustav, tuvimos 11 días de apagón en Pinar y algunos municipios alejados llegaron a estar hasta un mes sin corriente. Esta vez los destrozos han sido tan grandes que yo espero el restablecimiento de la electricidad para dentro de 15 o 20 días. Casi todos los tanques de agua elevados se perdieron, los postes de luz están en el piso. Nosotros lo pasamos en la primera planta de un biplanta, perdimos un cuarto de desahogo en la azotea, se rompieron ventanas y se nos mojaron muebles y pertenencias. El edificio entero parecía que se caía, las tejas y planchas de zinc volaban por todas partes. La noche del ciclón fue difícil. Hubo un receso durante el paso del ojo del huracán, más o menos entre las 6.30AM a las 7:00AM, pero luego el viento batió con más fuerza. La mañana fue mucho peor que la noche".

"Aquí, en Pinar del Río, no se hizo nada para prepararnos para el paso del huracán", lamentó Ricardo. "Todo fue Código y más Código (de las Familias), pero no se podó ni una mata como otros años". Tampoco se podaron árboles en La Habana, según contaron vecinos de la capital a DIARIO DE CUBA.

"En el centro de Pinar del Río no se evacuó a nadie y cada cual decidió irse a casas más seguras de familiares", añadió Ricardo.

"Nadie esperaba tanto desastre, pero la verdad es que no se hizo nada antes del ciclón y se ha hecho muy poco después, todo sigue en el suelo", dijo la mujer. "Ahora es que empieza de verdad el ciclón silencioso para nosotros: qué vamos a comer, cómo vamos a vivir sin electricidad, sin nada, y cómo vamos a recuperar lo que perdimos si no hay de nada".

A las 6:50AM, todavía en la penumbra de la noche, se apagó el grupo electrógeno y la capilla quedó envuelta en la mayor oscuridad. Los familiares de la fallecida se apresuraron a buscar una lámpara de baterías para alumbrarse y esperar el amanecer.

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2 comentarios

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El octagenario genral Espinosa es un corrupto con sus hijos y nietos vacilando,no va a resolver nada a los pinareños ni a los cubanos.Es un psociopata asesino al que desgraciadamente el blindado que le cayó en sus piernas en Angola,no le aterrizó en la cabeza....va a seguir mirando la destruccion desde su helicoptero con los tracatanes y mandando a sus cadetes con estacas contra el pueblo.si no basta usará los tanques pues es un hp y asesino consumado.

Ían se ensañó con la provincia más pobre de Cuba.