El pasado 5 de septiembre no significó el inicio de un nuevo curso escolar, como es tradición, sino el retorno al curso 2021-2022, interrumpido por las vacaciones de verano y retrasado por las medidas de confinamiento por la pandemia de Covid-19. Pero apenas poco más de un mes de receso vacacional ha bastado en Cuba para que la crisis se agudice notablemente y la escasez sea mayor. Y las familias lo padecen.
"No hallamos qué hacer. En julio, cuando paró el curso, ya era insoportable que una libra de azúcar costara 80 pesos… ¡y ahora está a 120! Y eres dichoso si la encuentras. Para más desgracia, ahora nadie vende galletas ni pan ni nada porque no hay harina tampoco. Si no aparece algo para la merienda de mi hijo, simplemente no lo mando a la escuela y punto", dijo Magaly, una madre holguinera.
"No en vano tanta gente se está yendo de este país que se ha puesto tan malo, más que de costumbre, y parece que puede ponerse cada vez más malo. Esto no para. En el aula de mi hijo había un niño con los dos padres fuera y uno con la madre en Estados Unidos, pero ahora me entero que se fueron los padres de otra niña y un varoncito se fue con la madre", añadió.
"Lo peor es que los niños ven que eso es bueno, que la gente que se va mejora, y sueñan con poder hacerlo y hasta lo piden, tal vez por la reacción de los mayores, pero también porque todo lo bueno que ven llega de Estados Unidos, aunque en la escuela les hablan mal de ese país, que es el Imperio les dicen. Se van a volver locos los pobres inocentes", señaló Magaly.
Miguel es trabajador del Comercio y su salario es inferior al precio de la mochila para cargar los libros que necesita su hijo de quinto grado. "La mochila más barata está en 2.500 pesos. Yo ni llego a eso en todo un mes trabajando, ¿y de qué vamos a vivir si lo gasto todo en una mochila?", cuestionó.
"La única solución posible fue que toda la familia cooperara. Tuvimos que hacer una ponina para reunir el dinero. Fue lindo que todos ayudaran, pero es humillante no poder costear lo que necesita tu hijo, lo mínimo, porque no se trata de lujos sino de necesidad. La mochila anterior la compré hace tiempo en la tienda del Estado, en poco más de cien pesos; pero ya esa opción no existe, ahora todo es en la calle o en MLC", lamentó.
Las vicisitudes que viven las familias cubanas son desesperantes principalmente para los padres y madres que tienen el deseo, y el deber, de proveer a sus hijos. Pero a veces es imposible en medio de la escasez y la inflación ascendentes.
"Uno se esfuerza y da mil vueltas o busca por internet los grupos de venta, dispuesto a dejar la vida por resolver y tenerlos bien, pero pasa que simplemente no hay las cosas. Mi niña solo toma chocolate con leche y los refrescos no los pasa, no hay manera. ¿Pero dónde busco yo chocolate? Hace meses no encuentro a ningún precio. Le doy el refresco, que es carísimo, pero lo trae de vuelta intacto. No hallo qué hacer", contó por su parte Tania.
"Ahora las cosas están carísimas y en la escuela todo lo tenemos que resolver los padres. No tienen nada. Los cuadernos no llegaron nunca y hubo que imprimirlos con los particulares, conseguir las hojas y pagar. Los lápices están a diez pesos y las gomas entre 100 y 150 pesos. Un short para educación física o para ponerse debajo de la falda, cuesta entre 500 y 800 pesos".
"Tuvimos que comprar cables y lámparas porque había una sola luz en el aula. De todas formas, con tantos apagones no sirve de mucho. Dicen que la educación es gratis, pero cuánto nos cuesta", criticó Tania.
La crisis sistémica que vive Cuba tiene muchas aristas y se expresa en todos los ámbitos de la vida cotidiana. Incluso es más notable en aquellos sectores que tradicionalmente el Gobierno ha usado para la propaganda de sus supuestos "éxitos sociales", como la educación, el deporte y la salud.
En el caso de la educación, además de tener una carga de manipulación ideológica desproporcionada —y cada vez más difícil de sostener por el nivel de incoherencia de la política oficial con la realidad cotidiana de los cubanos—, las familias tienen que enfrentar las vicisitudes no solo de la manutención de los hijos, sino también del elevado costo de lo necesario para hacer viable su desenvolvimiento escolar.
El Gobierno exhibe cifras de asistencia a las aulas y de reparaciones de escuelas, y las utiliza como propaganda engañosa de funcionalidad del país. Pero la realidad es que las escuelas están en estado crítico, los materiales escolares son insuficientes y la combinación inflación-desabastecimiento pone una carga demasiado pesada sobre las familias cubanas, ya golpeadas de innumerables maneras por la aguda crisis que padecemos.
Está super claro que largarse de Aquella Mierda a tiempo es MUCHO mejor que "ser como el Che."