El científico David Fernández Rivas, residente en Países Bajos, quien ganó el Premio Príncipe Friso de Ingeniería 2021 por liderar en la Universidad de Twente un equipo que investiga cómo inyectar sin usar agujas, acaba de lanzar el libro 'Ingeniería empresarial empática: el ingrediente que falta'.
"El lector no tiene que ser ingeniero o estar estudiando una carrera técnica para encontrar cosas interesantes, el libro está escrito de una manera amena, con anécdotas, incluso relacionados con la historia de Cuba. Hago un análisis sobre lo que le pasó a Carlos J. Finlay en el proceso en el que estaba estudiando las causas de la fiebre amarilla", dice el científico en entrevista con DIARIO DE CUBA.
El científico opina que Carlos J. Finlay fue un científico excepcional, que dedicó demasiado tiempo a "tratar de convencer a sus colegas, a las fuerzas de ocupación de EEUU y, antes, a las autoridades coloniales españolas, de cuáles eran las causas de la fiebre. Lo que se ve es que las autoridades despreciaban el valor de los resultados e intenciones de Finlay. En ese caso, la empatía les faltó a los médicos y autoridades estadounidenses y españolas, si ese valor hubiera estado presente, se hubieran salvado muchas vidas".
Según Fernández, en el caso de Carlos J. Finlay, le faltó, entre otros elementos el apoyo de un equipo de trabajo, particularmente importante cuando se trata de un problema que afecta la vida de millones de personas.
En este libro, que ya está disponible en Amazon, Fernández también explica el caso de la extinta compañía estadounidense Theranos. Entre sus servicios destacaba el desarrollo de un equipo de diagnóstico portátil que realizaba exámenes de laboratorio a partir de una pequeña muestra de sangre, evitando el uso de agujas para su extracción. Debido a los fallos del proceso, la fundadora del la empresa, Elizabeth Holmes, fue acusada de "fraude masivo" por engañar a clientes y a inversores, y su empresa fue puesta bajo investigación federal.
"Elizabeth Holmes fue la primera emprendedora mujer que llegó a levantar muchos fondos de inversión para su compañía. En mi libro hago un análisis de dónde falló la empatía, no solo de ella, sino también de su equipo de comercialización, empresa, pacientes, inversores y organizaciones que estuvieron involucradas en el proceso", cuenta Fernández.
El científico, quien hace años vive en Holanda, dice que y en Cuba no se entiende el emprendimiento como en las economías capitalistas. "Generalmente se piensa en ganancias, en vender cosas y enriquecerse, pero en los últimos años hemos visto una evolución del emprendimiento hacia algo más amplio, puede ser el emprendimiento social, para mejorar la calidad de vida de las personas, ecológico, no siempre tiene que ver con ganar dinero. Ahí viene el punto de la empatía. Si yo estoy liderando un equipo de trabajo, tengo que ver en qué nivel ellos están, y cuáles son sus motivaciones".
Fernández cuenta que le sorprendió la falta de empatía en países mucho más desarrollados económicamente que Cuba. "En Cuba, a veces, se confunde el resolver con el emprendimiento, las líneas son difusas, no piensen que no tiene valor, aun con todas las dificultades del proceso de educación. En Cuba, se nos enseña mucho, sobre todo, desde el núcleo familiar. Este mensaje sobre la empatía hay muchas familias que no tienen ni que pensarlo porque ya está en nuestra cultura."
"A los científicos cubanos les digo que, aunque no tengan acceso a laboratorios o dinero para desarrollar las ideas, sigan cultivando la habilidad de conectar con otras personas, con un potencial cliente o compañía".
No se que quiere decir el hombre, ni tampoco que fue lo que invento o resolvio.