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Agricultura

En chancletas y sin medios de protección, así deben producir muchos campesinos en Cuba

'Es difícil fumigar con veneno en el tabaco o cualquier otro sembrado. Hay que hacerlo a cara limpia porque no hay medios', dice un agricultor.

Mayarí
Un campesino guataqueando en chancletas y otro fumigando sin protección.
Un campesino guataqueando en chancletas y otro fumigando sin protección. Diario de Cuba

Aunque los principales factores que influyen en que el agro cubano esté en crisis son la burocracia e ineficacia de las empresas estatales agrícolas mediadoras del proceso productivo y la comercialización, la falta de inversión en el sector, el mal manejo de la poca que hay y las trabas relacionadas con el uso y tenencia de la tierra, existen muchos otros problemas aparentemente "menores", pero que también atentan contra la productividad del campo.

Uno de ellos es la precariedad en las condiciones de trabajo de los agricultores, a los que se les exige, sin que lo hayan podido satisfacer, poner sobre la mesa de cada familia suficientes alimentos y al precio más bajo posible.

"Tenemos que trabajar en chancletas o descalzos si hay fango, porque las botas normales de cuero están a más de 1.000 pesos en la calle y no duran nada, enseguida se rompen. El Estado las vende a 850, pero rara vez hay en la cooperativa y son de pésima calidad. Demasiado caras. Si uno las compra, tiene que dejar de comer", comenta a DIARIO DE CUBA Ismael, un joven jornalero del tabaco en Mayarí.

"Y las botas de agua están más perdidas y más caras todavía, a entre 2.000 y 2.500 pesos, cuando las encuentras. ¿Quién puede con esos precios? Como está la vida de cara, con el aceite a 300 pesos botella la y la carne de puerco a 180 la libra, lo poco que se gana no se puede coger para zapatos. No queda otra que coger un par de zapatos medio rotos, chancletas o ir descalzo".

No existen actualmente, al menos en Holguín, ofertas de zapatos de trabajo, ni guantes u otros medios de protección. Los campesinos tienen que esperar a que alguien por casualidad tenga un par y los quiera vender. El origen puede ser la asignación a un trabajador en una empresa constructora con más recursos, empresas militares que están priorizadas o que alguien lo robe de un almacén.

Miguel es también jornalero agrícola y usa ropa militar de segunda mano "porque es más resistente y hace tiempo no venden ropa de trabajo en la cooperativa".

"Los que están pasando 'el verde' (Servicio Militar) a veces venden uniformes o zapatos de uso, pero en buen estado todavía, cuando les dan el nuevo. Y uno resuelve", explica.

"Lo difícil es fumigar con veneno en el tabaco o cualquier otro sembrado. Hay que hacerlo a cara limpia porque no hay medios de protección. Dicen que uno debe usar un traje de goma y máscara, pero yo nunca he visto eso. Los campesinos no tienen nada para trabajar, es con lo que aparezca; como dice el dicho, 'hacha y machete'", lamenta.

Pero las vicisitudes no se reducen solo a los medios de protección, calzado y vestimenta. Encontrar aperos de labranza es también una odisea. "Los azadones y machetes que venden son de un hierro malísimo. No aguantan filo", dice Yosmany, un joven campesino que se dedica a cultivos varios en la finca de su padre, de cinco hectáreas.

"Y hace tiempo que no venden nada. La última vez estaban por las nubes los precios. La solución que hemos inventado, con los azadones al menos, es picarlos a la mitad y, con remaches, empatarles un pedazo de hoja de sierra de las que desechan en el aserradero del Estado, que son de hierro de afuera (importado) y les dura el filo".

"Pero la locura es para afilarlos, porque no hay quien encuentre una lima 'ni en los centros espirituales'. Yo estoy ofreciendo 500 pesos por una desde hace meses y no logro que aparezca. Dicen que en las montañas las han pagado hasta a 1.000 pesos. Es una locura que una lima cueste tanto y ni así aparezca. Eso acaba con el hombre, porque trabajar no es malo, lo malo es pasar trabajo para trabajar", añade encogiendo los hombros con impotencia.

En efecto, son vicisitudes que se suman al resto de trabas, incongruencias, presiones, escaseces y robos que sufren los hombres y mujeres que en el campo cubano se dedican a la agricultura, un oficio duro y de mucha consagración. Es en estas condiciones que se les pide, desde el Gobierno del Partido Comunista (PCC), garantizar la seguridad alimentaria del país para disminuir las importaciones de alimentos.

Es algo para lo que Cuba tiene potencial de sobra, pero que con el modelo económico disfuncional que impone el PCC y con semejantes condiciones de trabajo, resulta imposible conseguir.

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3 comentarios

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De pipi!

Pueden trabajar en cueros o con taparrabos ,los tainos lo hacían...

Profile picture for user pim-pam-pum

Los barrigones que dirigen el cotarro dirán que al menos tienen chancletas, que antes de 1959 iban descalzos.