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Alimentación

Una efeméride sin papel para 'celebrar'

La Libreta de abastecimiento cumple 60 años en Cuba. Entonces no solo se perdió la libertad de comprar, sino también la de no ser controlados por los Comité de Defensa de la Revolución.

Bogotá
Libreta de abastecimiento.
Libreta de abastecimiento. El artemiseño/Telegram

En una nota publicada por el Ministerio de Comercio Interior (Mincin) el pasado 18 de diciembre se anunció que, producto de los atrasos en la importación de la materia prima para la confección de la Libreta de abastecimiento de 2022, se haría uso de los renglones disponibles del mes de enero y febrero de las libretas de 2021.

Y aunque el anuncio fue para la población de las provincias occidentales y centrales, resulta elocuente frente a lo que será el año 2022 en materia de abastecimiento; algo paradójico si se tiene en cuenta que el próximo 12 de marzo se cumplen 60 años de la promulgación de la Ley 1015 de 1962 que dio lugar a la creación de la Libreta de control de abastecimientos.

Es difícil hablar de celebración cuando en realidad lo que se conmemora no es el abastecimiento de la población, sino su control, es decir, el momento exacto en el que por medio de una disposición del Consejo de Ministros se creó la Junta Nacional para la Distribución de los Alimentos, y esta, haciendo uso de sus facultades, estableció las primeras medidas de regulación de alimentos para los cubanos, sentenciando lo que serían los siguientes años de racionamiento.

Bajo el eufemismo de "año de la planificación" (1962), la Junta Nacional para la distribución de alimentos anunció en su primera reunión del 13 de marzo de 1962 cuáles serían los productos racionados y cuál sería el proceder para la adquisición de estos a través de la Libreta.

Lo que comenzó como una medida para "mejorar la distribución de los abastecimientos", terminó convertido en una política de Estado, que por medio de la alimentación, controla a la población en lo más íntimo. El régimen se metió en cada uno de los hogares y de manera abrupta entró a controlar lo que cada familia podía comer y los productos con los que se podían asear. En un abrir y cerrar de ojos las disposiciones de la Junta establecieron medidas para todo el país, incluidas 26 ciudades y para la "Gran Habana".

No se trataba de una decisión menor, justificada en el desabastecimiento de los que sí podían comprar frente a los que quedaban marginados, sino de una medida deliberada para registrar a cada residente en la Isla a través de una persona que fungiría como "cabeza de familia" y que registraría a todos los integrantes del núcleo familiar para que de ese modo el paterfamilias Estado Revolucionario pudiera "garantizar el abastecimiento".

En realidad, no hubo ganancia, y sí una tremenda pérdida. No se perdió solo la libertad de comprar —de quienes podían y de quienes no—, sino que también se perdió la libertad de no ser controlado por un aparato ideologizado como los Comité de Defensa de la Revolución (CDR), órgano de vigilancia que a partir de ese momento adquirió dientes y aumentó su capacidad para vigilar a los vecinos, tanto aquellos comprometidos con la Revolución, como aquellos "confundidos" o contrarrevolucionarios.

Hoy, la falta de papel para la confección de la Libreta no es otra cosa que una metáfora del control al que los cubanos se encuentran sometidos. Sin muchas alternativas, las familias tendrán que anotar en los meses de enero y febrero de 2021 lo que consumirán en este comienzo de año, esperando que el MINCIN cumpla su palabra y el 30 de enero entregue las libretas de 2022 para que todo vuelva a la "anormalidad" en la que se vive desde 1962.


El autor es director de proyectos Food Monitor Program.

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