"Los baches son ya parte del paisaje. Unos aparecen de la noche a la mañana; otros, como los de frente a mi apartamento, ya estaban ahí cuando nací, y tengo 31 años", afirma Ricardo Aranda, chofer del P-5, el ómnibus que cubre la ruta más larga y deteriorada de la ciudad de Santiago de Cuba.
"El Rufa", como todos lo llaman, pasa por los mismos huecos hasta 80 veces a la semana. "Ya soy un experto. Algunos los esquivo, pero a la mayoría hay que partirle de frente. Al final, no salgo del taller. Cada vez que termino una jornada los mecánicos tienen que hacerle algo a la guagua”, aseguró Aranda.
En Santiago de Cuba "no hay ómnibus que dure. Además de las lomas, las pésimas condiciones de las carreteras acaban con las suspensiones, el cloche, el freno, los neumáticos y la madre de los tomates. Luego la gente se queja, pero tenemos que ser magos para brindar un servicio de medio palo al pueblo".
Como otros choferes, Aranda piensa que es un crimen transitar por el tramo de la Avenida de las Américas comprendido entre la Universidad de Oriente y el Micro 8. "Allí solo hacen chapucerías. Sueltan un poco de escombros sobre las grietas para que los propios vehículos los aplasten".
"Lo peor es que cuando le pasan dos o tres carros por encima comienzan a hundirse. Sin embargo, el Ministerio de Transporte informa que resolvió el problema y se lava las manos, mientras nosotros tenemos que seguir lidiando con los mismos baches", criticó.
Arianna, una santiaguera que con frecuencia tiene que usar el transporte público, comentó que en algunas áreas "riegan arena y agua de asfalto para coger las grietas. Eso empeora el problema, pues cuando llega el medio día ese mierdero se desbarata".
Al referirse a los "hoyos históricos" en las calles de los repartos, le da la razón a Aranda. "He sufrido durante tres décadas la pachorra de la Empresa de Viales, negada a reparar una zona convertida en criaderos de mosquitos y hasta de clarias, si te entretienes", dijo.
Otros entrevistados señalaron que Santiago de Cuba tiene baches de todos tipos, y algunos, por sus dimensiones, son destructores de vehículos.
Tal panorama contraviene el Código de Vialidad, que establece que "la obligación de proteger y mantener el estado de las vías" corresponde a la "autoridad administrativa" que las atiende.
En el casco histórico de la segunda ciudad en importancia de la Isla las calles son tan o más altas que las aceras, las alcantarillas y registros, porque durante años han vertido en ellas asfalto sin quitar el anterior y compactar el terreno.
En casi todos los repartos solo se arreglan las entradas. Los encargados hacen una especie de "parches" con chapapote y sin gravilla, que pasado unos días se derrite y, en vez de resolver, agrava el problema.
Todavía quedan en la ciudad baches de cuando en 2008 se construyó el acueducto. Hoy los santiagueros siguen sin agua y las calles de la ciudad no sirven.
En las asambleas de rendición de cuentas los delegados culpan al embargo cuando los electores exigen al Gobierno prestarle más atención a lo que afecta a las comunidades, que al fomento del turismo y los lujos en tiempos de hambre.
El Estado debería dejar de construir hoteles y campos de golf para "darnos calles y caminos más decentes ahora, no en el 2030", opinó Edgardo Arias, del reparto Antonio Maceo.
Según Raúl Díaz Galarraga, director del Centro Nacional de Vialidad, hasta 2030 se mantienen como inversiones priorizadas las asociadas al desarrollo de la cayería norte del país, la zona especial de desarrollo del Mariel y otras obras de interés turístico.
En Santiago de Cuba son pocas o nulas las acciones de mantenimiento. La rotura de calles para instalar cables o reparar acometidas empeora la situación.
La falta de exigencia, unida a la dejadez imperante, ha convertido el deterioro de las vías en un peligro para choferes y peatones. Ninguno de los miles de orificios y boquetes de la ciudad cuenta con la señalización adecuada.
Zonas prácticamente intransitables existen en todas las demarcaciones. En los puntos más complejos los choferes suben los vehículos a las aceras.
En contraste con el deterioro de las calles, el Gobierno repara tres y cuatro veces al año la Avenida Patria, la principal ruta de acceso al Cementerio de Santa Ifigenia, donde está la tumba de Fidel Castro.
Una prioridad política similar recibe la carretera de Segundo Frente, utilizada con frecuencia por Raúl Castro.
Por la cantidad de averías —y la morosidad en la solución— sobresale la carretera Granma, que enlaza a las poblaciones más humildes de la Sierra Maestra. Está considerada una de las maravillas de la ingeniería civil en la Isla y repararla cuesta unos 200 millones de pesos, el doble de lo que se invirtió en edificarla.
La Comisión Nacional de Vialidad señala el exceso de velocidad, la no atención al control del vehículo y el mal estado de las carreteras como las principales causas de accidentes en Cuba.
El capitán Yoandri Rodríguez reconoció a finales de noviembre que, hasta esa fecha, en Santiago de Cuba se habían registrado este año más de 400 accidentes, con un saldo de 27 fallecidos. Los últimos sucesos ocurrieron en Las Guácimas, del Parque Baconao, y en Los Negros, de Contramaestre. Ambas obedecieron al pésimo estado de los viales.
Según el periódico oficial Granma, la red vial de la isla abarca 71.138.5 km, de ellos el 75% se encuentra en regular y mal estado.
Como se aprende con estas publicaciones, ahora
me entero que hay baches en Stgo
Si fuera en Santiago de Cuba nada mas ,,,los baches estan en todas las carreteras y calles por donde no pasa el turismo ,sumale ,las casas y edificios en mal estado por falta de mantenimeinto,sumale a los muertos por accidentes de trafico los muertos por derrumbes ..Cuba es la de nunca acabar ,,,Muerte a la criminal dictadura que mantiene esclavisado al pueblo cubano.Abajo la tirania Castrista que se expande por toda America Latina...PATRIA Y VIDA.