"A la madre de mi esposo, hace tres años le diagnosticaron Alzheimer en Santa Clara y le dijeron que tenía que darle seguimiento el geriatra de Caibarién. Pero desde que empezó la pandemia no la ha visto el especialista, porque no están dando consultas especializadas", cuenta a DIARIO DE CUBA Lidia, una cubana residente en Villa Clara.
"No se sabe si hay que cambiarle algún medicamento, ya que siempre dicen que tiene que esperar porque todavía no están atendiendo los geriatras. Y ni el médico ni la enfermera de la familia saben que tiene Alzheimer", explica Lidia.
"Nunca han ido a visitarla, ni han visto la historia clínica ni nada. Además, ella tiene otras enfermedades: hipotiroidismo, hipertensión arterial, y nunca han venido ni siquiera para hacer el trabajo de campo que deben realizar los médicos para saber cómo están los pacientes", añade en referencia al levantamiento poblacional que deben hacer los médicos de la familia en las comunidades donde trabajan, para conocer qué enfermedades padece la población, fundamentalmente los adultos mayores.
"Eso no lo hacían desde antes, pero ahora, con el asunto del Covid, es peor, porque todos los médicos y las enfermeras están haciendo pesquisas para ver quién tiene síntomas, y las consultas de especialistas están cerradas", termina resignada.
Su suegra no es la única cubana con un padecimiento grave que no ha recibido la atención médica que requiere su enfermedad durante la pandemia de Covid-19. Incluso pacientes oncológicos han dejado de tener el seguimiento necesario.
Así le ha ocurrido a Estela, una villaclareña diagnosticada con cáncer de mama hace varios años, que prefiere no hablar con DIARIO DE CUBA. Es su hija Carmen, residente en el extranjero, quien denuncia que a su madre la doctora no la ha visto en todo el año.
"Creo que con los casos que estaban más controlados, como el de mi mamá, se arriesgaron dejando que pasaran todo el año sin que los viera el médico. Pero no sabemos qué ha pasado en este tiempo que no le han dado seguimiento ni la han revisado", dice Carmen.
En la familia hay otras personas diagnosticadas con cáncer. "A mi tía le acaban de diagnosticar cáncer de pulmón. Por suerte, su nuera es médico y tiene amistades y contactos. Consiguió que le hicieran todas las pruebas y le detectaran el tumor", explica Carmen.
A Lourdes, una habanera de 57 años, el diagnóstico tardío de un cáncer en el conducto anal le trajo como consecuencia que la operación se retardara. Pero no lo atribuye a la pandemia, sino a la negligencia del médico que la atendió.
"Dejó pasar un año sin examinarme, y cuando por fin lo hizo notó algo raro y por eso decidió hacer una biopsia que dio positiva. Fue despreocupación suya porque, al menos aquí, en La Habana, en los primeros meses de la pandemia no se dejó de operar el cáncer", afirma Lourdes.
Alcohol a falta de medicinas en la potencia médica
Manuel es un holguinero convaleciente de un tumor maligno en la cabeza. Ha sobrevivido más de lo que pronosticaron los especialistas cuando le detectaron el cáncer siete años atrás.
"Mi cáncer se ha paralizado. Yo hace siete años estuve casi muerto y era cuestión de días que muriera, decían los médicos; hasta morfina me llegaron a poner. Pero milagrosamente mejoré un poco y sigo aquí, vivo todavía", cuenta.
Sin embargo, continúa aquejado de fuertes dolores de cabeza que no lo dejan dormir y que solo calma el diclofenaco.
"Me ha tocado una etapa muy cruel, porque con esto de la pandemia nunca más he visto un médico ni he tenido consultas. Necesito diclofenaco para poder soportar los dolores, pero rara vez consigo en tabletas, y menos todavía las ámpulas, que son las que me mandan realmente. Nunca más las he podido usar. A la farmacia no llega casi nunca y el día que sacan no encuentras un médico para que te dé la receta y se acaba. Es terrible", dice Manuel, quien recurre al alcohol para mitigar los dolores de cabeza.
"Yo bebía de vez en cuando", confiesa. "Pero desde que no tengo medicamentos tengo que beber todas las tardes para poder dormir. Si no me doy unos tragos, no duermo, porque el dolor en la cabeza se me pega por la noche. No sé por qué de día casi no me duele; la cosa es de noche".
"Manuel no lo reconoce, pero se volvió alcohólico. Ahora, aunque volvieran a vender de manera estable los medicamentos que necesita, sabemos que seguirá dependiendo del alcohol. Ya tiene dos enfermedades, el cáncer y el alcoholismo", dice su sobrino Luis, que lejos de criticar a su tío le tiene lástima y asegura que antes de verse sin medicamentos para los dolores de cabeza no era alcohólico.
A Virgen, una holguinera de 69 años, le parece increíble haber rebasado el Covid-19 y que ahora su vida esté en riesgo por falta de furosemida.
"Tengo insuficiencia renal, es una enfermedad muy peligrosa. Estoy hinchada porque hace semanas que no tengo furosemida. Tuve porque mis hijos las han resuelto por Facebook con gente que perdió ya a sus familiares", cuenta a DIARIO DE CUBA.
"Ahora todo es Covid. No hay guantes ni para hacer un análisis. Fue lo que me dijeron cuando pregunté para hacerme un chequeo", explica esta holguinera que asegura ya estuvo al borde de la muerte.
"Hace más de un año por poco muero. Me salvé milagrosamente, incluso me estabilicé y los riñones volvieron a funcionar. Por suerte no he tenido que hacerme más hemodiálisis. Pero con esta falta de medicamentos no puedo tener estabilidad, un día consigo de uno y al mes el otro. Así, mi salud es una bomba de tiempo; ya ando hinchada y no me siento bien".
La esperanza de Virgen y de otros cubanos que padecen enfermedades cuyos tratamientos han quedado relegados durante la pandemia es que, con la disminución de casos en los partes oficiales, las consultas especializadas se están retomando gradualmente.
Pero eso no implica que los pacientes empezarán a contar con los medicamentos que necesitan, enseguida. En agosto, la directora de Operaciones y Tecnología de la estatal BioCubaFarma, Rita María García Almaguer, advirtió que el déficit de medicamentos no se solucionaría de inmediato.
La funcionaria alegó dificultades para importar los medios necesarios y demoras en la llegada de las materias primas
Esta situación contrasta con el hecho de que Cuba produjo cinco vacunas contra el nuevo coronavirus, que ya está comercializando con otros países, mientras los cubanos pagan los medicamentos a sobreprecio en el mercado negro, se curan con remedios caseros o recurren a soluciones desesperadas y disparatadas como el alcohol.