"Elimina el bloqueo, también es un virus", fue el latiguillo aprobado por el Departamento Ideológico del Comité Central del PCC para intensificar por estos días de show mediático en la ONU la perenne propaganda victimista que hace el castrismo con este tema.
Pero el "bloqueo" no es un virus natural, sino producto del laboratorio del petulante Dr. Castro, quién aún sin acabar su conflicto con Batista se sinceraba en carta íntima anunciando: "Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos (EEUU). Me doy cuenta que ese va a ser mi destino verdadero."
Y lo fue, fue su obsesión durante sus largas décadas como dueño de Cuba.
Es sabido que Fidel era un narcisista de manual, no solo porque así lo describió un perfil sicológico que en los años 60 hizo la CIA o porque algunos que lo trataron cuentan de su ego hipertrofiado, su necesidad obsesiva de admiración y su intolerancia a la crítica, sino porque además es históricamente demostrable su carencia de empatía.
Este narcisismo acentuó en él el drama interior que Hegel describió en Fenomenología del espíritu y Kojève denominó "dialéctica del amo y el esclavo", drama que explica la imperiosa necesidad de Fidel de confrontar —confrontación como respuesta a su admiración no correspondida— a EEUU como si fuese su alter ego y validar así su patológica autopercepción.
Cuba se le quedó chiquita.
Una vez que el pueblo cubano se rindió ante Fidel —el amo— la validación que ofrecía este pueblo —el esclavo— ya no era suficiente; el drama del amo es que una vez que logra dominar a su contrario se siente limitado por este, se encuentra poseído a su vez, la satisfacción de la dominación se vuelve hastío y regresa el vacío que solo llenó la lucha por el dominio, no el dominio mismo.
Cuba terminó siendo solo una plataforma, una herramienta para que Fidel se erigiera en la figura de talla mundial que su ego anhelaba, un inerte instrumento al servicio del "destino" de un hombre que consideraba a EEUU, la mayor superpotencia de la historia, el único enemigo a su altura.
Sembrar Latinoamérica de guerrillas; instalar armas nucleares soviéticas; usar todo escenario internacional para desacreditar cuanto representa EEUU; apoyar material e ideológicamente, sin importar calaña, a todo el que se mostrase antiyanki; aupar dictadores seudocomunistas en el área de influencia norteamericana; destruir económicamente un país próspero —dos, si contamos Venezuela—y provocar avalanchas migratorias; servir como base militar y fiel aliado de una potencia enemiga o instigar movimientos como el no pago de la deuda externa son acciones que la elite política norteamericana no perdona al castrismo.
A la larga, gobernar Cuba como si fuese una finca trajo la quiebra económica solo expuesta cuando se perdió el patrocinio soviético, y es en ese momento cuando el "bloqueo" toma la entidad que tiene ahora. Antes de eso, era incluso motivo de burla para el mismo gobernante cubano que lo provocó.
Hoy el castrismo pasó de narcisista a esquizofrénico, sicológicamente fracturado entre la necesidad de mantener el gran enemigo con el que justifica la represión interna y su propia ineficiencia, y la necesidad de obtener los bienes que el capitalismo norteamericano crea, pues los esclavos están impacientandose.
"¡El bloqueo es ilegal!", grita el castrismo en la inoperante Asamblea General de la ONU, pero nunca ha comprobado esa acusación ante cualquiera de los muchos tribunales legales donde podría acudir. "¡Es inmoral!", afirma, pero la moral en relaciones internacionales es extremadamente relativa y escasa. ¡Extraterritorial, seguro!, pero los grandes bancos y empresas no norteamericanas penalizadas han acatado y pagado sin poner a sus ejércitos de abogados a alegar esa supuesta extraterritorialidad.
El pueblo cubano es también responsable de sus calamidades, como lo son todos los pueblos que en diferente época y lugar apoyaron a estas personalidades histéricas e histriónicas. Pero es sobre todo víctima, pues para individuos normales, y más aún para las masas, es prácticamente imposible prever la maldad oculta tras el magnetismo de estos personajes.
Pero, aun así, si EEUU cambia su política unilateralmente solo estarían alimentando un enemigo jurado a 90 millas, y sí, el pueblo cubano —víctima fundamental de este conflicto— pasaría mucho menos trabajo, pero sin llegar nunca a obtener una vida comparable a la que tendría sin castrismo, pues este sistema es comprobadamente ineficiente y se niega a hacer las reformas económicas internas que mejorarían mucho más la vida del pueblo que cualquier cambio de política en Washington.
Y lo peor de que EEUU cambie su política de modo unilateral, es que probablemente se perdería toda esperanza de algún día recuperar la libertad para dejar de ser víctimas.
Elimina el castrismo, también es un virus.
¡Qué va! El bloqueo salió derechito del laboratorio de Estados Unidos donde se crean y manipulan virus de cambio de régimen y de nation-building que no dieron ningún resultado ni en Cuba ni en Vietnam ni en Afganistán, por poner tan solo tres ejemplos. Fidel Castro estaba vacunado, tal como quedó demostrado con más de medio siglo sin que pudieran sacarlo del juego.
Rolando___Anyway, pero cómo jode el bloqueo ? ? ? ?
Esa foto lo dice todo. Tienen 60 años más de hambre y miseria como pueblo.
La mala alimentacion y 2 periodos especiales debe haberles afectado severamente el cerebro. Asi moriran, alabando al causante de todas sus miserias.
Observar con detenimiento, si somos lo suficientemente masoquistas, los discursos o entrevistas de Fidel Castro, es estar ante la presencia de un hombre alienado. La mirada torva, los gestos y el énfsis por llamar la atención de la audiencia lo hacen un personaje sin dudas peculiar.
Hay momentos que recuerdan a Mussolini en las pausas o la histéria de Hitler, curiosamente estos dos fascista, pero la serpiente se muerde la cola.
Menos mal que ya no hara mas daño el psicopata de la piedra.