Yohana Morejón Padrón, trabajadora de una empresa textil, se considera a sí misma como víctima de "las mentiras del Estado" respecto al abastecimiento de alimentos en las redes de tiendas y establecimientos que operan en pesos cubanos. Como la mayoría de los habaneros, tiene que recurrir al mercado informal, cuyos precios aumentan cada mes, para completar la despensa familiar.
"Los precios aumentan de un mes para otro, mientras en las tiendas cada vez llega menos variedad de productos: pollo, picadillo y salchichas es lo único que surten, y es una mentira inmensa que siempre hay o que alcance para toda la población", aseguró Morejón Padrón, vecina del Cerro, madre de dos menores de edad y dos adolescentes, mientras compra quince libras de arroz a razón de 70 pesos cada libra.
"Históricamente a nadie le alcanza el arroz, ni ninguno de los otros productos de la libreta (de abastecimiento). Pero antes al menos podías abastecerte en los MAI (Mercados Artesanales Industriales), donde los precios eran razonables. Ya a esos establecimientos no llega absolutamente nada. De Pascuas a San Juan los surten con croquetas, jamonada o huesos, sin que tampoco alcancen para los centenares de personas, mayormente jubilados, que se aglomeran en cuanto ven un camión descargando cualquier cosa", añadió Morejón Padrón.
A mediados del pasado año 2020, el Ministerio de Comercio Interior (MINCIN) describía a los MAI como "una alternativa para muchas familias habaneras, quienes acuden a ellos buscando productos de primera necesidad comercializados en moneda nacional en dichos establecimientos". Dichos establecimientos son abastecidos "por los Almacenes Centrales a partir de un plan de abastecimiento general de acuerdo al Plan de Circulación Mercantil".
Luego de dos días pedaleando La Habana, Gustavo Echenique López logró conseguir arroz, azúcar, frijoles colorados y espaguetis. Ninguno de estos alimentos se consigue fuera del mercado informal, y sus precios incluso varían en dependencia del territorio.
"En San Miguel del Padrón, donde vivo, el arroz cuesta 80 pesos la libra, la azúcar blanca a 50 pesos, los frijoles colorados a 60 pesos y los espaguetis a 40 pesos. En mi casa somos ocho personas. No somos bendecidos por tener familia en el extranjero y por tanto no tenemos acceso a las tiendas en MLC. Con el salario mío y de mi esposa no da la cuenta a este ritmo de los precios en el mercado negro y el desabastecimiento de las tiendas en pesos cubanos. Y que no les echen la culpa a los revendedores, porque a pesar de esos precios, no encuentras nada de esto en la esquina. Te puedes pasar una semana pedaleando sin que los encuentres a ningún precio", advirtió Echenique López.
La totalidad de los habaneros entrevistados desmintieron las afirmaciones oficialistas de que la existencia de las colas significa que no hay escasez de alimentos ni de artículos de primera necesidad. También concordaron en que los precios aumentan a consecuencia de que las autoridades del régimen son incapaces "de igualar lo que dicen en el noticiero con la realidad que nos toca diariamente".
"Esto es un mensaje para el Gobierno: las colas no son sinónimo de que los alimentos que se venden alcancen para todo el mundo", atajó Eva Mileidis Orozco, quien señaló que no tiene tiempo para estar haciendo colas para comprar productos que apenas alcanzan para alimentar una familia promedio tres días.
"Soy una trabajadora del Estado, en qué horario se supone que tengo que ir a una tienda a comprar dos latas de atún, o dos paquetes de picadillo, o dos pomos de aceite, o dos paquetes de salchicha u otro de pollo, porque nada de esto llega de una sola vez. Llevo tres meses comprando el aceite en el mercado negro. De 150 pesos que costaba el pomo en marzo, ahora cuesta 250 pesos. Todo lo que venden en las tiendas es racionado y, aun así, una trabajadora que termina su jornada a las cinco de la tarde no puede ir a una tienda y comprar nada de eso. La matemática es una sola: si todo está racionado, y existe un control anticolero, cómo es que los productos no alcanzan. La única respuesta es que no hay para todos, por tanto, es inmoral decir que las colas representan abundancia", fustigó Orozco.
El pescado y la carne de cerdo se han convertido en alimentos de lujo. Solo se consiguen, "a precios de boutique y con mucha suerte", en grupos de venta o intercambio a través de WhatsApp. Otros alimentos como leche en polvo, queso, mantequilla y carne de res, son privativos de las redes de tiendas que operan en MLC.
"Es lógico que los precios estén disparados, y seguirán disparados. Pero lo que realmente jode es que el Gobierno mienta y culpe a los revendedores y a los productores que huyen de los precios topados que les imponen", indicó Mauro Felipe Madrigal, vecino de Boyeros y trabajador estatal.
"Una libra de cerdo cuesta entre 90 y 120 la libra. En ningún establecimiento del Estado la encuentras, y en las pescaderías cualquier libra de pescado supera los 50 pesos, pero no alcanza ni para los cien primeros clientes. Llevo casi un mes encargando treinta libras de carne de cerdo en un grupo de WhatsApp, y mi esposa de pescado en otro grupo. Son cientos de personas compitiendo por una tajada de puerco, de res o de la carne que aparezca", relató Madrigal, quien tampoco puede embarcarse días en una cola por su horario laboral.
"Los trabajadores interruptos son quienes están obligados a las colas porque con los salarios al 60% no pueden darse el lujo de comprar en el mercado negro. La verdad es que no sé en cuál país viven nuestros dirigentes que, literalmente, llevan años parapetados tras el bloqueo yanqui, y al pueblo lo entretienen con promesas", concluyó.
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......los horrores del comunismo....