'El incentivo que queda a los trabajadores del Estado en Cuba es el de siempre: resolver'

Evelio Córdova y Eliecer Brito, operarios de un laboratorio farmacéutico habanero, acumulan 20 y 15 años de experiencia respectivamente en su centro laboral. Ni de lejos imaginaron que la única opción que tendrían para esquivar el desempleo, o la desventaja de quedar "interruptos" en medio de otro rebrote de Covid-19 en Cuba, sería una oferta para trabajar como auxiliares de limpieza en un hospital.

"El 2020 terminó sin una sola buena noticia, y el 2021 parece que viene por el mismo carril. Aunque no lo admitan [las autoridades], es muy probable que aumente el desempleo, porque la gente está realmente cansada de aguantar engaños y experimentos como si fuéramos conejillos de india", dijo Brito, quien se encuentra interrupto, con el 60% de su salario mensual, y se niega a una reubicación laboral que considera "humillante".

"Prefiero trabajar por mi cuenta, porque 2.200 pesos de salario, sin ningún otro incentivo, son una falta de respeto a quienes llevamos décadas produciendo en un sector que aporta jugosas ganancias al país. ¿Cómo es posible que aquellos que realmente producen no tengan una participación ganancial de esa producción? ¿A dónde van, en qué se invierten los beneficios?", cuestionó Brito.

Trabajadores de diversos sectores estatales en La Habana, que han estado manifestando inconformidad con las reformas salariales resultado proceso de "ordenamiento monetario y cambiario" en la Isla, confirmaron que la única respuesta que han recibido por parte de las direcciones de sus centros laborales, es que "la alta dirección del país" está analizando las preocupaciones de los trabajadores al respecto.

Si bien la llamada "Tarea Ordenamiento" ha incluido un aumento salarial, este ha ido acompañado de una subida generalizada de precios. Muchos trabajadores vinculados al sistema productivo han perdido los "incentivos" que antes recibían.

"Que se dejen de paternalismos, porque no son 'preocupaciones' sino un encabronamiento masivo del sector trabajador estatal, ante lo que consideramos un secuestro de la producción", dijo Córdova.

"Al fijarnos estos salarios especulativos suprimen el incentivo que se devenga de los planes y cumplimientos de la producción. No son salarios realmente justos, ni acordes con lo que aportamos en neto, y eso solo tiene un nombre: explotación", añadió.

Córdova repudió además que el Gobierno, como solución para contener lo que podría convertirse en una protesta masiva desde el sector estatal en la Isla, decidiera otorgar a los trabajadores préstamos de 1.000 pesos.

A través de la ministra de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), Marta Elena Feitó Cabrera, el Gobierno reconoció que el ordenamiento salarial es insuficiente frente al incremento de los precios. Según explicó esta funcionaria, se otorgó potestad a los directivos de entidades laborales para conceder préstamos de 1.000 pesos a los trabajadores que lo soliciten, y que cada entidad pactará con el obrero los plazos para su cobro, que no deben exceder los cuatro meses.

"No queremos un financiamiento de 1.000 pesos, sino salarios que realmente respondan al aumento de los precios. Ese sistema que ahora llaman 'financiación' no resuelve absolutamente ningún problema porque somos trabajadores que producimos, no asistenciados sociales", apuntó Josefina Palomino, operaria de una fábrica de tabacos.

"Los 2.200 pesos que hoy ganamos como salario, cualquier tabaquero lo cobraba en un mes sobrecumpliendo el plan de producción. Después de cumplir la norma pactada, cada tabaco producido se nos pagaba a razón de cuatro pesos. Eso estimulaba al trabajador, y no era un subsidio sino una producción real, que permitía cierta autonomía a la empresa", argumentó Palomino.  

No pocos trabajadores consultados opinaron que, si no se revisan los salarios, aumentará la corrupción y el desvío de recursos que surte al mercado negro, "favoreciéndose el mismo círculo vicioso de siempre".

"Será más de lo mismo con o sin ordenamiento monetario", dijo Consuelo Casanova, trabajadora de un centro de elaboración de alimentos.

"El único incentivo que retendrá a los trabajadores del Estado será lo de siempre: 'resolver'; es decir, robar. Eso, por supuesto, aumentará los juicios, provocará más hacinamiento en las cárceles, más familias afectadas —principalmente aquellas con niños—, más violencia y más tráfico de todo. Esas serán las consecuencias que traerá este desorden monetario".

"Una vez más, aquello que Fidel [Castro] dijo de que los cubanos íbamos a poder vivir exclusivamente de nuestros salarios, resulta imposible. Esto sigue sin ser problema económico; es un problema político", concluyó.