El canciller cubano Bruno Rodríguez presentó este jueves el informe sobre el impacto del "bloqueo" de EEUU contra Cuba en el último año, donde por primera vez, y siempre según el Gobierno cubano, las afectaciones sobrepasaron los 5.000 millones de dólares.
Quizás sea buen momento para hablar del otro, el de verdad, el que nos ha traído hasta esta miserable situación nacional, el bloqueo interno.
Con el bloqueo interno pasa algo inaudito. Lo menciona "la gusanera" de Miami, la disidencia interna, la refinada oposición madrileña, incluso a él se refiere la prensa oficialista cubana, y hasta Díaz-Canel y Raúl Castro; pero lo más increíble, es que todos se refieren a lo mismo y todos están de acuerdo en la necesidad de superarlo. ¿Entonces?
En un ensayo —"La economía política del embargo o bloqueo interno"— de su libro Cuba: decadencia y rehabilitación, el Dr. Jorge A. Sanguinetty escudriña el espinoso tema, definiendo al bloqueo Interno usando el propio léxico marxista como los impedimentos instaurados por el Gobierno cubano para mantener cautivas las "fuerzas productivas", imposibilitando desarrollar "las relaciones de producción basadas en la propiedad estatal de los medios de producción".
Para entendernos, son todos los palos que, con el definido objetivo de mantener el poder, el propio Castro introdujo en la rueda de la economía socialista que decía estar construyendo, pero que él mismo obstaculizó, adoptando como paradigma el estalinismo más ramplón.
Este bloqueo interno puede resumirse como la disolución de la propiedad privada y la legalidad independiente —lo que no es siquiera un principio marxista— con el objetivo de maximizar la concentración del poder político, aboliendo los derechos como consumidor, trabajador y empresario de los ciudadanos, lo que es concomitante con extinguir "su derecho a influenciar o siquiera opinar sobre las decisiones gubernamentales". Es un conjunto de restricciones internas —prohibiciones, impedimentos, controles de precios, persecuciones, licencias— que afectan el empleo, la producción, la inversión y el comercio.
Este conjunto de medidas opera tanto a nivel macro como microeconómico, provoca una depreciación crónica en la infraestructura, descapitaliza los factores productivos y de capital, desajusta la distribución e impide la existencia de mercados mayoristas y minoristas.
Al contrario que el paquete de leyes que componen el embargo norteamericano, el bloqueo interno no tiene una entidad propia definible. Este se fue imponiendo taimada y gradualmente, como si "fuese una característica natural del nuevo estado de cosas". Las restricciones más robustas, como la estatalización de todas las empresas o la nacionalización de tierras y propiedades inmobiliarias mediante la Reforma Agraria y Urbana, sucedieron en los primeros diez años de revolución, cuando el Gobierno contaba con un apoyo aplastante. Suicida fe ciega en un líder que supuestamente sabía lo que estaba haciendo.
Esta indefinición teórica del bloqueo interno —lo cual es probablemente un fallo del pensamiento táctico de la oposición— provoca que las críticas y la presión internacional se centren en el embargo norteamericano, lo que facilita la propaganda gubernamental que lo señala como culpable de la depauperación acumulada de la economía cubana, y dificulta percatarse de la obviedad de que un levantamiento del embargo norteamericano, sin primeramente restaurar la libertad económica dentro de la Isla, provocaría que "los efectos distributivos resultantes no serían equitativos y favorables al mejoramiento de las condiciones de vida de los cubanos".
Aquellas aguas de los 60 han ahogado a una nación que dependió desde entonces de la respiración artificial que fue el subsidio soviético y la gran estafa venezolana. Hoy los lodos son insorteables y el actual Gobierno se debate entre la necesidad de desmontar el bloqueo interno y el miedo a perder el poder político. Apuestan así, desesperados, a que un movimiento en Washington les dé la bocanada de aire que necesitan para "seguir tirando", manteniendo bien sujeta y controlada a la inerte población.
Como se dijo al principio, hoy todos coinciden en que este nudo gordiano debe desaparecer, pero, mientras los opositores democráticos insisten en que el cambio debe implicar una verdadera libertad de empresa con su consustancial derecho a la propiedad, el Gobierno intenta un refrito dándole supuestas libertades a las supuestas empresas socialistas, para las que crea ventajas competitivas a la medida, dilatando ad infinitum reconocer siquiera la figura del empresario cubano, mientras impide de facto la inversión extranjera.
Como bien dice el Dr. Sanguinetty en otro ensayo del mismo libro, "la solidez de una nueva República de Cuba dependerá del grado de conocimiento de la ciudadanía sobre lo que es posible en materia de política pública".
Hay que sembrar el conocimiento de que el bloqueo Interno se puede desmontar. Es posible.
La inversión "extranjera" que impedirán a toda máquina es la que está vinculada a los bolsillos de los cubanos que viven fuera de la isla. El nuevo (y como siempre, reversible) montaje de exportación e importación de productos y servicios ayudará a crear alianzas entre la inversión extranjera y las empresas estatales. Parece que el sistema es insostenible en ausencia del capital foráneo.
// Sí, pero NO //
¿Y qué, van a seguir haciendo el activismo social ingenuo e incapaz como el de hasta ahora? Dirá el castrismo.
Juan -13;57...,24 oct..,cuanta verdad lo que expresas , eso mismo estaban pensando muchos ,CUANTOS DE ESA FOTO YA ESTAN FUERA DE CUBA , Y DE COMUNISMO NO QUIEREN SABER ,NADA ABSOLUTAMENTE NADA.
Los cubanos de la isla están hacinados en el limbo 'eterno' de las promesas incumplidas. Hay que sacarlos de ese limbo, mostrarles que pueden andar por sí solos y sin permiso de nadie.
Por allá por fines de los años 60 (quizás la autora no había nacido, no sé) el eminente escritor cubano Onelio Jorge Cardoso se refería al "otro" bloqueo como "el bloqueo de la malanga". Para el escritor, era el bloqueo de la ineficiencia del sistema.
Por otra parte, dudo mucho que los exiliados cubanos (exiliados me gusta más que "gusanera") nos refiramos a lo mismo que la prensa oficial, Díaz-Canel y Raúl Castro cuando abordamos este tema. Para nosotros --los exiliados-- el bloqueo interno lo impone el régimen y abogamos por que se acabe, se elimine, ¡se vayan!
Que ironía tiene la vida. La foto la tomaron en el año 2016, si hace un cálculo rápido en tu cabeza llegas a una conclusión que más de la mitad de los muchachos que están en esa foto se fueron del país. Fifo, bien gracias, ni se lo menciones a ningunos de ellos porque le da deseo de vomitar.