Después de algún tiempo sin ser visto, por estos días abundan los ejemplares del peligroso molusco a la entrada de un reparto habanero.
Durante una reunión del Consejo de Ministros efectuada el pasado mes de junio, la ministra de Finanzas y Precios, Meisi Bolaños, declaró que, tras un ajuste realizado al plan del Presupuesto del Estado, "era necesario hacer una significativa reducción de los gastos, porque no podemos gastar lo que no generamos".
Evidentemente, la funcionaria aludía a un déficit presupuestario que ya preocupa a las autoridades. Es decir, que ante la merma de los ingresos al Presupuesto —se incumple el plan de circulación mercantil minorista debido a la escasez de bienes en los comercios estatales, y disminuyen los impuestos a pagar por los actores económicos inactivos a causa del coronavirus—, se torna muy difícil asumir el nivel de gastos que se había previsto.
Dos meses después de la referida declaración, la propia ministra aseveró que el Presupuesto del Estado había erogado más de 1.000 millones de pesos en el transcurso del año con vistas a enfrentar la pandemia. Una situación que agudiza el citado déficit presupuestario.
Aunque la ministra no ofreció detalles adicionales acerca de las actividades o sectores afectados por la reducción de los gastos presupuestarios, cualquier observador podría deducir cuáles son. Bastaría con enumerar las tareas que las entidades presupuestadas no están realizando, o llevan a cabo de una manera muy limitada.
Y una de esas entidades gubernamentales que ha visto muy reducida su actividad en las últimas semanas —más reducida que lo habitual, que ya es mucho decir— es la de Servicios Comunales, encargada de recoger los desechos sólidos y mantener la higiene en la ciudad.
Un ejemplo de lo anterior lo encontramos en la entrada del reparto La Catalina, un barrio del poblado de Santiago de las Vegas, en el habanero municipio de Boyeros. Allí la bienvenida que reciben los visitantes es un tanque para almacenar las jabas de basura totalmente desbordado y, en consecuencia rodeado de desechos en un área de casi diez metros a la redonda, lo que constituye un vertedero de alarmante proporción.
Las personas obligadas a transitar por allí, y las viviendas cercanas, se ven sometidas a la desagradable presencia de moscas, roedores y otros insectos. A lo que se agrega la permanencia de un olor nauseabundo que lo inunda todo.
Lo único ausente de esos contornos, al parecer, es el trabajo de Servicios Comunales.
Pero ahí no queda todo, ni siquiera lo peor. Lo más preocupante es la progresiva presencia de ejemplares del caracol gigante africano en los alrededores del gigantesco basurero. Una especie que puede provocar graves enfermedades al simple contacto con su baba.
En todo esto resalta el carácter de campaña en el accionar de las autoridades. Hace algún tiempo la lucha contra el caracol gigante africano ocupaba los primeros planos de la propaganda oficial. Hasta había cortos de televisión que se referían a esa batalla. Y en el caso específico de La Catalina, se enviaron algunas brigadas que limpiaron los alrededores del basurero, y hasta chapearon la yerba que crece en su entorno. Y, ciertamente, se logró por un tiempo la eliminación del caracol.
Mas, lamentablemente, ya nada queda de la lucha contra el peligroso molusco. Ahora todo gira en torno a la batalla contra la pandemia del coronavirus. Los gobernantes parecen haber cerrado los ojos ante otras afectaciones de salud que puedan presentar las personas.
Particular riesgo corren los niños y jóvenes de La Catalina, muchos de los cuales han sido vistos, incluso descalzos, jugando por las cercanías de este amenazador basurero.
La carne de este caracol se puede comer bien cocinada, y dicen que no transmite enfermedad, pero es mejor no arriesgarse.
Qué asquerosidad. Y pensar que Santiago de las Vegas antes del 59 era un pueblo de aceras y calles limpias. Los vecinos solían incluir en las limpiezas de fin de semanas las aceras, y cada vez que llovía, secaban los charcos a fuerza de escoba. Era parte del orgullo de los santiagueros mantener limpia su ciudad. Había un par de barrios pobres en las afueras y siempre fue parte de las campañas de los políticos abogar por lograr mejores márgenes de salubridad en ellos. Lo triste es que ahora la pobreza, la miseria, la insalubridad impera en todas partes.
Mientras sigan comiendo mierda, entre plasta y plasta , un caracol. En la foto, bonito ''vivero'' para caracoles y otras especies comestibles...
Lo que era muy peligroso para la salud de todos, ahora es comestible.. palante y palamnte y a quien no le fuste que tome purgante
El pueblo cubano debe comerse todos los caracoles para exterminarlos, mientras hay que reconocer el sacrificio de la familia Castro, que lucha todos los días con exterminar la plaga tan dañina de langostas y camarones, el esfuerzo de los Moco Pegados es grande. Pueblo de Cuba, coman caracoles, total, llevan 61 años comiendo mierda.