Probablemente, la política de desarrollo territorial centrada en el municipio para impulsar la economía nacional sea uno de los errores conceptuales más destacados de la acción de Gobierno de los comunistas cubanos. También se podría entender como un empeño voluntarista e ideológico carente de justificación. O quizás no sea un error, ni una carga ideológica de profundidad, sino algo buscado y coherente con el modelo económico que existe en el país. En cualquier caso, sus efectos permiten constatar su ineficiencia, injusticia y los malos resultados que produce a medio y largo plazo.
Precisamente, en la última reunión del Consejo de Ministros este asunto del desarrollo local fue tratado por Miguel Díaz-Canel, cuando insistió "en la necesidad de fortalecer el trabajo en los municipios, porque todo lo que hagamos tiene que tener una articulación en ellos".
¿Son los municipios la pata débil del sistema comunista cubano? No lo parece. Si se analiza la distribución del presupuesto estatal en Cuba con los datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI), se observa que los municipios presentan un saldo fiscal (2018) positivo de 6.028 millones de pesos, en tanto que el Gobierno central, el que preside Díaz-Canel, tuvo un déficit de 12.222 millones de pesos. No hay cuestión. Las haciendas locales logran el equilibrio presupuestario, gestionan con eficacia y se confirman como una referencia del sistema frente al Gobierno central. De pata débil, nada.
Es obvio que cualquier país necesita una política de desarrollo territorial porque se trata de conseguir las mejores condiciones de vida para todos los habitantes, sin diferencias por el mero hecho de vivir en unas zonas u otras. La perspectiva local es fuente de numerosos factores positivos, cuando se aborda con una visión integral y dentro de una política general de proyecto de nación. Si se juega a las casitas, mal asunto.
Los comunistas cubanos han decidido que el municipio sea el punto de apoyo para el avance de la nación, y como en tantas cosas, equivocan el orden de las prioridades. Es justo lo contrario. Solo el crecimiento económico del conjunto de la nación, fruto de una elección adecuada de medios y fines de política económica, puede servir para que los municipios mejoren su funcionamiento y ofrezcan mayor calidad de vida y bienestar a sus residentes.
Al parecer, el Gobierno dice que quiere dar autonomía al municipio para lograr que "este, por sí mismo, se fortalezca económica y socialmente, independientemente de la cooperación que pueda existir desde las estructuras provinciales y nacionales". Pues bien, hay que pensar justo al revés y entender que solo mediante la cooperación provincial y/o nacional es como se puede fortalecer a los municipios, y que la propuesta del Gobierno cubano no tiene ni pies ni cabeza. Aunque hay numerosas razones que lo justifican y se pueden entender fácilmente.
No todos los municipios tienen las mismas potencialidades propias para crecer y mejorar la vida de sus pobladores. Y en esas potencialidades entra todo, desde la base económica, la distribución sectorial de la producción, la cualificación de los recursos humanos, o la disponibilidad de recursos. Unos tienen mucho, otros nada. Y cuando se apuesta unilateralmente por el municipio, hay que ser conscientes de estas limitaciones, so pena de generar diferencias insoportables de unos a otros, que acaben provocando problemas sociales mucho más graves, como una inmigración descontrolada desde las zonas más pobres a las más ricas.
La política económica de desarrollo se debe diseñar con criterios y actuaciones nacionales, dentro de la unidad de mercado que permita a las empresas lograr una escala de producción competitiva y eficiente. Lo pequeño puede ser hermoso, pero acaba siendo ineficiente. Salvo que el objetivo del Gobierno, como ocurre en Cuba, sea que las actividades económicas no crezcan y se encuentren limitadas por el espacio, sin poder alcanzar los niveles de eficiencia asociados al tamaño óptimo. ¿Puede ser esta la razón de la apuesta por el desarrollo y la autonomía municipal?
Díaz-Canel cree que el desarrollo local se puede lograr formando mejor a los nuevos intendentes y cuadros locales del Gobierno, y potenciando las capacidades de los municipios, de modo y manera que no se obstaculice "el trabajo en los territorios, empezando por los organismos de la Administración Central del Estado y el sistema empresarial". Los intendentes harán lo que les ordenen, como cargos de partido que son. Y las capacidades de los municipios no se cambian de la noche a la mañana, exigen tiempo y dedicación. Y la economía cubana no está en el mejor momento de su historia para este tipo de experimentos.
Tras la intervención de Díaz-Canel, el ministro de economía, Alejandro Gil, recalcó lo expuesto por su presidente, al señalar que la política de desarrollo territorial se concibe como un "proceso esencialmente endógeno, participativo e innovador", sustentado en el "liderazgo de los gobiernos municipales y provinciales para la elaboración y gestión de sus estrategias de desarrollo, en las cuales deben aprovechar los recursos y potencialidades de que disponen". Más o menos lo mismo que había dicho antes Díaz Canel.
Tan solo matizó el origen del desarrollo local en "la gestión del potencial humano, la ciencia, la innovación y el uso de tecnologías apropiadas y la planificación física; la promoción de la integración entre actores estatales y no estatales sobre la base de encadenamientos productivos; y la potenciación de proyectos de desarrollo local de producción de alimentos con destino al consumo interno, así como aquellos que generen exportaciones, sustitución de importaciones y flujos monetario-mercantiles al interior del territorio".
Bien. Este diseño puede ser razonable para La Habana, Santiago de Cuba u Holguín, que son grandes centros de población y actividad económica, pero ¿qué sentido tiene este modelo para una población de pocos habitantes situada en el centro de la Isla y mal comunicada, por ejemplo? ¿Qué se va a potenciar en ese lugar y cómo?
¿El desarrollo del turismo tal vez? Gil no dijo nada al respecto en su intervención. ¿Acaso la soberanía alimentaria y la educación nutricional de Cuba, de la que hablo el ministro de agricultura, Rodríguez Rollero, cuando dijo que "la organización de sistemas alimentarios locales, soberanos y sostenibles que integren la producción, transformación, comercialización y consumo de alimentos y el fomento de una cultura alimentaria y educación nutricional que contribuya al logro de una población saludable"?.
La política de desarrollo territorial diseñada por el régimen de La Habana, no está formulada sobre bases sólidas. Y puede acabar creando, de hecho ya lo está haciendo, grandes diferencias económicas y sociales en el territorio que los turistas, por ejemplo, ya constatan cuando viajan a la Isla, y se desplazan por el paisaje ruinoso de Centro Habana, y luego se trasladan a los resorts de la cayería, donde se encuentran los hoteles de 5 estrellas. Esas diferencias de calidad de vida y bienestar que se están agrandando en Cuba, acceso al dólar incluido, no son las mejores condiciones para la estabilidad y el progreso social del país. Los comunistas deberían saberlo.
El gobierno debe olvidarse del desarrollo local ,la era de la semiesclavitud murio con el coma andante,con los operativos contra los productores ,mas el mal trabajo de acopio produciendo perdidas y los operativos contra ellos es probable que mas del 50% de los productores de alimento dejen de hacerlo.No hay futuro para la industria agroalimentaria de Cuba hasta que no LIBEREN LAS FUERZAS PRODUCTIVAS Y DEJEN COMERCIALIZAR LIBREMENTE LOS PRODUCTOS ,ADEMAS DE PERMITIR LA IMPORTACION Y LA EXPORTACION LIBRE INDEPENDIENTE DEL ESTADO.