Los "coleros", término con que se conoce popularmente en Cuba a las personas que organizan colas ante las tiendas para presuntamente sacar beneficios de ello, incurren en delitos con "una peligrosidad que lo enmarcan en los tipos penales que el Código prevé; entre ellos, la actividad económica ilícita, la especulación y el acaparamiento".
Así afirmó Otto Molina, presidente de la Sala de lo Penal del Tribunal Supremo Popular, en declaraciones a un reportaje dedicado al tema de la Televisión Cubana.
Molina afirmó que el de los "coleros" es "un fenómeno que irrita a la población" y que está "influyendo en el desabastecimiento de los comercios".
La prensa oficial está haciendo énfasis en estas personas, a quienes vincula con los acaparadores y revendedores, chivos expiatorios preferidos por las autoridades cubanas desde ante de la pandemia del Covid-19 en Cuba, a quienes culpan del agravamiento de la escasez de productos de primera necesidad en los mercados.
Según el reporte televisivo, solo en La Habana la Policía "ha actuado" sobre 1.285 "coleros" desde el inicio de la pandemia. De ese total, a 453 se les aplicaron "medidas profilácticas"; 634 fueron multados; y 280 fueron acusados por actividad económica ilícita, desobediencia, acaparamiento y propagación de epidemias.
Las autoridades habrían realizado 1.367 "acciones de enfrentamiento" en la capital, el 85% de ellas en los municipios de Centro Habana, Plaza, Playa, 10 de Octubre, Boyeros, Habana Vieja y San Miguel del Padrón.
Otros medios oficiales, como el sitio Cubadebate, han abordado el tema. En un extenso reportaje desde Santa Clara, se afirma que en esa provincia hasta fines de junio se habían realizado 12 procesos judiciales contra tales individuos.
De acuerdo con el texto, los "coleros" son fácilmente reconocibles: "Mochilas, movimientos constantes, dominio absoluto de los productos en existencia e informaciones sobre las próximas ventas, conforman su día a día. Pocos tienen vínculo laboral. Algunos compran para revender ellos mismos, otros para surtir a pequeños negocios particulares".
La nota segura que muchas de estas personas suelen además usar "estrategias" como "cambiarse la ropa, el nasobuco o el peinado, aunque algunas más osadas también van a las colas con niños pequeños en los brazos. Es una práctica diseñada tanto para comprar doble como para lucir más vulnerables".
Cubadebate afirmó que un puesto entre los primeros de las cola para comprar alimentos o productos de aseo cuesta entre cinco y diez CUC, aunque en los mercados de electrodomésticos en moneda libremente convertible "el precio aumenta drásticamente y según el equipo un turno oscila entre 50 y 150CUC. A menos de un año de la apertura de esos lugares, ya el negocio ilícito es allí una práctica consolidada".
El reportaje asegura que algunos también pagan a embarazadas, discapacitados o ancianos para que compren y luego les den los productos, mientras que en las tiendas en divisas extranjeros existen quienes "alquilan" sus tarjetas magnética, único medio de pago habilitado por el Gobierno para esos establecimientos, a quienes no tienen una y cobran una comisión por ello.
Los reportes afirman en todos los casos que "el pueblo es el mayor afectado con el actuar oportunista de estas personas", pero evitan subrayar que la ineficiencia del modelo económico cubano hace al país depender de las importaciones, por lo que la escasez y el desabastecimientos son fenómenos perennes en la realidad de los cubanos.