Agentes policiales cubanos comparan la situación actual con la guerra de Angola

Las multas, detenciones y excesos policiales se han vuelto más comunes en Cuba desde el inicio del brote del nuevo coronavirus, al punto que algunos agentes sienten que están en medio de una guerra, según una nota publicada en el diario oficial Juventud Rebelde.

"Estamos viviendo la Angola de nuestra generación, y los jóvenes de las FAR libramos esta batalla con el mismo compromiso con que lo hicieron nuestros predecesores en aquel momento", comenta el capitán Alexander Valdés, dirigente de la UJC en la región militar de Cienfuegos.

Durante los últimos meses se han vuelto cotidianas las denuncias de abusos policiales, que pueden ir desde la detención, como le sucedió al joven Andy J. Estévez por quitarse su mascarilla con el propósito de beber agua, o la multa a la embarazada Yanelis Gómez, quien se la retiró un momento para realizar una llamada.

Pero estos no han sido los peores casos, en el barrio de Alamar un joven fue brutalmente golpeado por no llevar el nasobuco, dos jóvenes de 10 de Octubre se encuentran a espera de juicio en una cárcel común por filmar a un agente agresivo, y en la provincia de Pinar del Rio, según su fiscal en jefe, solo la semana anterior fueron encarceladas 21 personas. 

Sin embargo, el autor de la nota del Juventud Rebelde afirma que "muchas voces en el pueblo claman más rigor, multas, o fuertes reprimendas contra quienes infringen el orden establecido para esta situación excepcional".

Justo en el día de ayer, el periodista oficialista Joaquín Borges Triana, excolaborador de ese diario, publicaba una carta abierta en sus redes sociales donde denunciaba haber sido maltratado por la policía mientras se acercaba a una tienda con el propósito de comprar un poco de leche.

Mientras, en la nota publicada por el diario oficial, destinada a limpiar la imagen de los agentes, aparecen declaraciones edulcoradas del tipo "los cienfuegueros los sienten protectores de su bienestar, y no pocas veces se bate palmas y se emiten clamores de aprobación cuando uno de estos muchachos uniformados aparece al frente de una cola".

Esto contrasta con lo expresado en el mismo texto por Dariel Toyos Marrero, primer teniente, quien dice: "estamos enfrentando situaciones muy difíciles, sobre todo cuando entra el pollo o el aceite a las tiendas. Nos toca llevar a la conciencia de las personas que deben mantener la calma y la distancia de metro y medio entre ellos. Tratamos siempre de persuadir, pero cuando es necesaria otra medida la tomamos".

La culpabilización de la ciudadanía por los problemas del país también se ha vuelto habitual en los medios de prensa oficiales. La autora de esta nota, por ejemplo, escribe que "duele escuchar a quienes protestan a sus espaldas (de los agentes), porque su presencia representa una barrera para coleros, acaparadores y esos otros aprovechados quienes ven ahora bien difíciles las artimañas para evadir la fila".

El sargento de primera José Rolando Hernández, sobre el tema, añade que "a veces (los ciudadanos) no quieren entender, o no les conviene, e insisten en una conducta incorrecta. En esos casos no dudamos en conducirlos a la unidad, donde son multados por no obedecer".

Este tipo de abusos seguirá ocurriendo con impunidad mientras no existan disposiciones legales claras, así como instituciones independientes que protejan a la ciudadanía.