"Estoy yendo a pie al trabajo porque tengo la bicicleta parada por falta de gomas", comenta Jorge, un empleado del Hospital Pediátrico que vive en el Reparto Lenin, en Holguín.
"En las tiendas del Estado no venden gomas desde hace dos años y ni hablar de otras piezas. Eran caras y malas, pero uno se esforzaba y las compraba. Ahora ya es imposible. Una goma con los particulares cuesta 30 o 35 CUC. Mi salario completo, que el mes pasado fue triplicado, no me alcanza para comprar las dos gomas. Y hay que sumar las cámaras que cuestan cuatro o cinco CUC".
En una provincia, donde el transporte público es altamente deficitario, los vehículos privados, los de tracción animal y las bicicletas son indispensables, sobre todo para el traslado de trabajadores y estudiantes.
Los vendedores cuentapropistas importan las gomas de bicicletas desde Guyana o Surinam, donde las compran por cerca de diez dólares. Según cuenta César, un exmaestro que desde hace dos años se dedica al comercio y viaja con frecuencia, "hay que triplicar el precio de lo que se trae porque el pasaje cuesta mucho. Súmale la estancia allá, el transporte de ida y vuelta al aeropuerto de Santiago de Cuba, más los sobornos en la Aduana. Después le damos la mercancía a alguien que tiene un punto y le sube un poco más para ganar lo suyo. Por eso salen caras".
"El precio caro se nota más ahora porque en estos momentos no hay otras opciones. Las gomas importadas las compraban antes solamente las personas con bastante dinero; no era por necesidad, sino buscando más calidad. La mayoría resolvía con las que vendían de vez en cuando en la tienda o las artesanales. Pero ya eso no existe, y tienen que agradecer que algunos traigamos gomas todavía porque a casi nadie de los que viajan le gusta esta mercancía: pesa mucho, y si traes otra cosa más liviana ganas más", concluyó.
Ismael, un Jubilado del comercio que cobra 300 pesos mensuales (12CUC), sí que pudo comprar un buen par de gomas importadas para hacer sus gestiones en bicicleta. Pero no lo hizo con su magra pensión, puesto que tendría que dejar de comer y de pagar sus cuentas por lo menos durante cinco meses.
"Mi nieto fue el que las pagó, yo ni en sueños podría", explica. "Él se fue por Guyana, cruzó todos esos países hasta llegar a Estados Unidos. Por suerte pasó antes de que la cosa se pusiera mala como ahora. Lleva allá un año y nuestra vida ha cambiado gracias a su ayuda. Menos mal".
La falta de disponibilidad de gomas de bicicletas en los mercados estatales contradice el llamado del Gobierno a usar medios alternativos en tiempos de escasez de combustible.
Los artesanos de Moa y Mayarí hasta hace un tiempo fabricaban gomas de aceptable calidad, (más por la durabilidad que por la comodidad porque eran pesadas), usando las bandas transportadoras del mineral. Las vendían a un costo relativamente bajo, seis CUC. Luego eran llevadas hasta la capital provincial y vendidas a ocho o diez CUC. Pero al cerrar la fábrica de Nicaro e incrementarse los controles de los recursos en Moa debido a la crisis de divisas actual, la producción furtiva cayó y el producto desapareció como opción en el mercado negro.