La muerte del acaudalado empresario cubano de origen asturiano Antonio Cuco Mata Álvarez tres días después del triunfo de la revolución cubana le evitó ver lo que sucedería con su lujoso hotel San Carlos de Cienfuegos, y también con su familia.
Esta es la historia del hombre cuyos herederos hoy desde Miami reclaman a la cadena española Meliá una indemnización por la propiedad que explota, confiscada entre otros bienes de la familia por el régimen cubano tras la llegada al poder de Fidel Castro y que recoge el diario El Mundo.
Solo el valor de los bienes de la colonia asturiana expropiados en Cuba se calculaba en más de 700 millones de dólares. Los Mata lo perdieron todo.
Amparándose en la Ley Helms-Burton que impulsa Trump, la nieta de Mata y la viuda de su nieto han demandado al Estado cubano para que les devuelva el hotel que Antonio Cuco fundó. Y con su demanda han puesto en jaque a la líder hotelera española, quien administra el hotel ubicado en el casco histórico cienfueguero, reabierto hace un año.
Los inicios de Cuco
El viaje de ida y vuelta de los Mata comienza en un puerto español, pasa por Cuba y termina en Florida.
"Cuco Mata invirtió en hoteles el dinero que se había llevado de España", cuentan a El Mundo los descendientes del empresario en un escrito que envían al espacio Crónica del diario. Primero invirtió en un hotel pequeño, en la calle Martí 50.
Después erigió el Gran Continental, en el número 30 de la misma calle. "Tenían un edificio residencial, el Club Telégrafo...", recuerda Leonor María Martínez, memoria viva de la migración asturiana en Cienfuegos.
Los Mata Suárez eran una pareja querida porque revitalizó la ciudad. Primero, dando trabajo a los albañiles y carpinteros de la zona. Después, contratando a los lugareños como empleados de sus distintos negocios.
El reputado historiador cubano Alejandro García Rodríguez envió una foto inédita de la pareja. Aparece en un periódico de la segunda década del siglo XX. Así los describen: "Jóvenes, finos, virtuosos, el hogar de este matrimonio es nido de dichas y venturas dulces, a la vez que su comercio se desarrolla próspero, pues cada uno de los hoteles es modelo de establecimientos de esta índole. Gran Continental y Ciervo de Oro están montados con elegancia y confort, con amplias e higiénicas habitaciones, bien dotados servicios y un personal obsequioso y diligente, el cual rinde sus servicios bajo la atenta mirada del señor Mata".
Sin embargo, Cuco Mata quería construir un hotel aún mejor, el San Carlos. No escatimó recursos para lograr el sueño de convertirlo en uno de los mejores del país. Contrató al reputado arquitecto italiano Alfredo Colli, constructor del Palacio de Valle, una suerte de Taj Majal cubano, que, curiosamente, hoy también es un Meliá.
En medio de una crisis económica tuvo que parar la obra y cambiar de arquitecto. Así contrató al entonces joven José Joaquín Carbonell, un prodigio que dejaría huella en la ciudad. Este sería su primer edificio.
"Utilizó las ganancias de la inversión [en sus hoteles anteriores] para construir los tres primeros pisos del Hotel San Carlos de hoy día, con una base lo suficientemente fuerte como para seguir construyendo. Una vez que comenzó a obtener ganancias, continuó construyendo y agregó tres pisos más", refieren los herederos de Cuco.
Jardín codiciado
El hotel se inauguró en 1924, con 41 habitaciones. Se pidió una ampliación, alcanzó las 53 suites con diez cuartos más para el personal de servicio. Un año más tarde se inauguró el mirador, denominado roof garden, en la sexta planta. Una joya que ya, en 1929, en distintas guías se reconocía como el mejor de la zona. Era refugio de los burgueses cubanos y de los más importantes políticos.
"El San Carlos era conocido en toda la Isla por el famoso jardín en la azotea, las lunas de miel y su gran bar del vestíbulo. Es curioso imaginar algo tan popular en una era anterior a las redes sociales, a los influencers y al marketing". La fama de su mirador se incrementó con la visita de la futura premio nobel Gabriela Mistral, que quedó encantada con el hotel y sus vistas.
En 1936, la Guerra Civil comenzaba en España y Cienfuegos no era indiferente a ello. Allí también se vivió una partición entre nacionales y republicanos. Los primeros "almacenaban en el Hotel San Carlos las ropas y comestibles que recogían para enviar a España", como recoge la investigación La Guerra Civil española y su recepción en una ciudad cubana entre 1936 y 1939, de Alina González Noa y Vero Edilio Rodríguez Orrego.
"[Al año siguiente,] se puede mencionar el discurso pronunciado por el joven capitán Julio de la Torre, quien llegó a Cienfuegos junto al doctor Francisco Almodóvar y Juan Muriz, jefe de la Falange Española de La Habana. La presencia de estos señores removió a todos los simpatizantes de la causa nacionalista. Tanto cubanos como españoles concurrieron al San Carlos a darles el saludo de bienvenida a los huéspedes". La élite industrial y comercial cienfueguera celebró la victoria de Franco.
Tres nacimientos tuvieron lugar en el propio hotel: el de su único vástago, Antonio Alberto Lázaro Mata Suárez, y el de sus nietos, Antonio Bárbaro y Maricela Mata. Todo éxitos y alegrías, hasta que el 1 de enero de 1959 la revolución triunfó. Siguieron jornadas de fusilamientos y venganzas. Y en tres días llegó la muerte del patriarca de los Mata, para desolación de la familia, señala El Mundo.
"Cuando el régimen de Castro entró en vigor, [los Mata] fueron trasladados al quinto piso del hotel", afirman los familiares de Cuco.
Confinados, prisioneros en lo que fuera su propiedad. Según cuentan, fue el 4 de diciembre de 1962 cuando el régimen comunista cubano confiscó definitivamente el San Carlos al hijo del patriarca.
A pesar del deterioro del edificio, de las penurias, siguieron viviendo en esa quinta planta... Allí residieron tranquilos por un par de décadas. El régimen los dejó vivir allí, aunque nada hizo por la rehabilitación del hotel. A la par, los vecinos iban saqueando el San Carlos y dejándolo en la estructura.
Antonio Alberto Lázaro Mata, el hijo de Cuco, murió el 25 de agosto de 1979 en Cienfuegos. Le sobrevivieron su viuda y sus dos hijos, estos últimos sus legítimos herederos, según la ley cubana.
"Antonio Bárbaro Mata huyó a los Estados Unidos en 1980", rememora la familia. Se casó con Bibiana Hernández en Miami, en 1985. "Allí construyó una vida ideal para su esposa y sus dos hijas, Bárbara y Carolina Mata". ¿Y qué pasó con los Mata que se habían quedado en Cuba? En 1984, los últimos Mata fueron desalojados del que fue su hotel.
"Cuando Maricela dio a luz a su único hijo, Antonio Alonso Mata, su hermano Antonio la recibió con los brazos abiertos en Miami, Florida, donde podía darle a su hijo una infancia como la que ella había podido disfrutar. Su hermano solo le pidió una cosa a cambio: que trajera con ella todos los documentos originales de todas las propiedades que les habían robado en Cuba".
Ellos tienen el documento que prueba que son los dueños del hotel. Es uno de los papeles que presentan como prueba sus abogados, del despacho de Andrés Rivero y de Manuel Vázquez, en su demanda ante el juzgado del distrito Sur de la Florida.
Demandan a distintas instituciones del régimen cubano y a Raúl Doe y Mariela Doe, dos anónimos personajes de la dictadura, nombres que coinciden con los del hermano de Fidel y su hija, quienes —según el escrito judicial— se "aprovechan y trafican con las propiedades confiscadas". Se reservan el derecho de ampliar la demanda a Meliá de no llegar a un acuerdo previo.
San Carlos con el esplendor dado por Meliá
La multinacional española, contactada por Crónica de El Mundo, dice lo siguiente: "Confirmamos la no-propiedad de Meliá de bienes o participaciones de bienes que pudieran ser objeto de potencial reclamación tras su expropiación en la década de 1960, y afirmamos que, de dirigirse alguna reclamación contra algún hotel, nuestro papel sería el de meros gestores hoteleros".
Meliá sostiene que recibió un hotel catastrófico. Tras la expulsión de los Mata se degradó por completo. Durante los años 90 fue guarida de delincuentes, baño ocasional para los viandantes y, por la noche, refugio de amantes que no tenían dónde retozar. El año pasado fue cuando el San Carlos reabrió sus puertas al fin, ya rehabilitado y en manos del grupo español.
En Estados Unidos, la vida de los Mata ha sido la propia de una feliz familia de clase media. El mayor golpe lo recibieron en el año 2000, cuando falleció el nieto de Cuco, Antonio Bárbaro. La enfermera Bibiana Hernández, su viuda, se convirtió en su heredera. Ella y Maricela Mata son quienes reclaman ahora la propiedad del San Carlos.
Los bufetes que las representan aseguran que esto es solo el inicio de decenas de demandas bajo el amparo de la ley Helms-Burton. En España, la organización 1898, que representa a casi un centenar de familias, está atenta a lo que suceda. Les expropiaron fincas, palacetes, solares, entre otros bienes.
Los descendientes del fallecido empresario cubano Rafael Lucas Sánchez Hill han demandado a la cadena hotelera en los juzgados de Palma. Ha sido admitido a trámite. Piden diez millones de indemnización. Barceló e Iberostar han sido demandados esta semana en EEUU.
"Para la generación más joven de los Mata, es algo que compartimos con orgullo con otros miembros de nuestra comunidad, ya sea en Versalles o tomando un Uber. Mi bisabuelo era el dueño del Hotel San Carlos, es algo que decimos con orgullo a cualquier descendiente cubano que esté familiarizado con nuestro nombre, o que tenga su propia historia de vida para compartir. Este tema es un tesoro del pasado que nunca permitiremos que se convierta en un débil recuerdo", señalan.