Solo seis años después de su inauguración el mercado de víveres del Centro Comercial El Falcón, en la Zona 1 de Alamar, está cerrado y en reparación. El motivo es el avanzado estado de deterioro que presenta pese al corto período de uso.
Entre los elementos que más han sufrido están las losas del suelo. "Creo que van a levantarlas y a dejar el granito original, más resistente, aunque no luzca tan lindo", dijo a DIARIO DE CUBA Roberto Ramón, un ingeniero vecino del mercado.
Los clientes de este establecimiento han sido testigos de cómo su suelo se ha ido deteriorando por el descuido de los trabajadores y la aglomeración de productos, ya que carece de un almacén con amplitud suficiente.
El uso descontrolado de pallets, estibas colocadas directamente sobre el suelo y carretillas para reponer las mercancías, aceleraron el proceso de deterioro de una losas que no fueron diseñadas con ese propósito, sino con fines domésticos.
Gloria Valdez, jubilada y también vecina de la zona, se pregunta si "los ingenieros y jefes de la obra, así como la propia administración, no fueron capaces de prever que no resistirían".
De momento, el área de venta del que era el mayor espacio para adquirir víveres en todo el reparto, ha quedado reducida al estrecho local de una cafetería, donde la administración oferta tan solo productos como jabón, detergente, y aceite y pollo cuando hay.
Largas y tediosas colas para pasar a un espacio abarrotado y con una oferta monótona, no son, sin embargo, una novedad en este recinto.
Si bien durante los dos años posteriores a su apertura El Falcón se distinguió por la variedad y calidad de sus productos, a partir de 2016 esto comenzó a cambiar. Se convirtió en el típico mercado de venta en divisas cubano, con escasez y todos los productos de una misma marca.
"Ahora tenemos que ir a La Habana porque el pollo raras veces aparece. Pero ya desde hace algunos años mi esposo y yo comenzamos a comprar los cárnicos en La Época, cerca de mi trabajo, porque aquí solo sacan el pollo entero, que es muy caro y rinde poco", dijo Yanetsy García, vecina de Alamar.
La reparación de este mercado ha provocado una estampida de los alamareños hacia las zonas de venta del centro de la capital.
Una trabajadora de El Falcón, que pidió no se revelara su nombre, comentó que "en estos casos nunca se sabe cuándo va a terminar la obra", mientras que ni la prensa oficial, ni los delegados del Poder Popular, ni ninguna otra autoridad han dado información a la población afectada.
En cualquier caso, la reparación no resolverá los graves problemas de abastecimiento que al igual que toda Cuba sufre el reparto de más de 90.000 habitantes y que solo tiene tres o cuatro mercados, mucho más pequeños que El Falcón.
Para los que no tienen acceso al CUC, El Falcón aún mantiene, en su planta inferior, al dinosaurio de los supermercados cubanos, intocado y con idéntica apariencia en todos los lugares de la capital.
El consumidor en pesos cubanos debe comprar entre penumbras, mal olor, costra en el suelo, en las paredes, en los mostradores y en los anaqueles que permanecen casi vacíos, mientras que desde el techo se deslizan los humedades, síntoma de que en el mercado en CUC tampoco andan muy bien las instalaciones hidráulicas.
Este supermercado, así como una farmacia y otro espacio que en la década de los 80 servía como pizzería y para la venta de cerveza, no recibieron ningún beneficio cuando hace seis años se inauguró el complejo. Como ellos, la mayoría de la población de Alamar, también sin "retocar", espera hasta no se sabe cuándo a que le "echen un cable".