En medio de la mayor escasez de alimentos, medicamentos, materias primas, equipos, combustibles, y de todo, desde que desapareció la URSS, el régimen de Raúl Castro anuncia que la economía y el comercio exterior cubanos están creciendo.
Alejandro Gil, ministro de Economía, informa que la economía creció un 1,2% en 2018 y aumentará un 1,5% en 2019. Rodrigo Malmierca, ministro de Comercio Exterior e Inversión Extranjera, dice que en 2018 el intercambio comercial de Cuba con el mundo aumentó en un 5%, aunque sin dar cifras específicas.
A las familias cubanas, alarmadas porque ven cómo se les viene encima otro "Periodo Especial", el Gobierno les dice que no se quejen pues la economía no está en signo negativo, sino que está creciendo y crecerá más en 2019, y también el comercio exterior.
Les miente porque sabe que esta nueva crisis económica va a ser política y socialmente más difícil de manejar que la de los años 90. En la sociedad cubana se han producido cambios importantes, y ellos lo saben.
A Malmierca se le podría creer si admitiese que si el comercio exterior de Cuba creció fue porque en 2018 se disparó el déficit comercial, que en 2017 ascendió a 8.320 millones de dólares, lo cual incrementó la deuda externa, ya muy grande para el tamaño de la economía cubana. Cuba exportó menos bienes, y no más como pareció sugerir dicho ministro.
Menos divisas porque exporta cada vez menos
En 2017 las exportaciones de bienes de Cuba fueron de 2.606 millones de dólares. Es decir, exportó la mitad de los 5.399 millones que vendió en 1989, casi dos décadas atrás. En 2017 Costa Rica, con cinco millones de habitantes, exportó bienes por valor de 10.665 millones, cuatro veces más. República Dominicana exportó 9.117 millones de dólares, o sea, 6.511 millones más que Cuba, que en 1958 quintuplicaba las exportaciones dominicanas. Bolivia, país pobre con igual población que Cuba, exportó 7.846 millones. El Salvador, con la mitad de población que Cuba, exportó por 5.760 millones de dólares.
Normalmente solo hay dos vías para obtener divisas: exportaciones y préstamos. En el caso cubano hay una tercera que es recibir divisas gratuitamente desde el extranjero (desde Venezuela y desde la "gusanera" en el exterior). Pues bien, la tercera fuente ha declinado y la Isla exporta cada vez menos. Y casi nadie le presta porque Cuba no paga ni las cartas de créditos ya vencidas.
Eso genera un círculo vicioso pernicioso: al exportar menos tiene menos divisas para importar, en un país que lo importa casi todo porque no produce casi nada. Ese es el drama de muchos países del África subsahariana, al que se suman Haití y Cuba. Pero antes del castrismo Cuba era uno de los tres países con más alto nivel de vida en la región. ¡Gracias, Fidel y Raúl!
Venezuela es ampliamente el mayor socio comercial de Cuba. Pues bien, el comercio bilateral cubano-venezolano se desplomó de 7.200 millones de dólares en 2014 a 2.300 millones en 2017. El descenso continuó en 2018, y por eso no dan cifras. Salvo petróleo —y cada vez en menor cantidad—, ya Caracas prácticamente no tiene productos que exportar a Cuba.
Falsear las estadísticas
La falsificación de las estadísticas está en el ADN castrista, porque no hay cómo verificar nada de lo que el Gobierno reporta, y porque los organismos internacionales lejos de quejarse a La Habana de las mentiras la felicitan por los "éxitos" económicos.
El régimen afirma que su mayor fuente de divisas es la "exportación de servicios", Falso. Se trata del robo de al menos el 75% del salario que ganan con su trabajo miles de médicos y otros profesionales expoliados en más de 60 países como si fueran esclavos propiedad del Estado. Eso no es comercio, es un crimen y el mundo debiera denunciarlo.
Otra gran farsa es el crecimiento de un 1,2% de la economía en 2018 y que en 2019 crecerá en un 1,5%. Como he comentado ya en este diario, el método que aplica el régimen para medir el Producto Interno Bruto (PIB) es fraudulento desde que en diciembre de 1959 Ernesto "Che" Guevara, presidente del Banco Nacional, se disgustó porque le informaron que el crecimiento del PIB ese año había sido de solo de un 1%, y ordenó que lo inflaran con otro método de cálculo para no dañar la imagen de la "revolución".
Durante 60 años Cuba ha carecido de un sistema confiable de cuentas nacionales para medir el PIB. Emplea un sistema "original" que permite inflar cifras. Pero la ONU, la CEPAL, la FAO, digieren a gusto las mentiras de Cuba, lo cual tiene tufo ideológico.
Una trampa para medir el PIB es contabilizar gastos sociales de salud pública y educación del Estado como si hubiesen sido cobrados a precios de un país capitalista desarrollado. Se cuentan esos gastos sociales como ingresos generados por entidades privadas capitalistas virtuales.
Burócratas suman intervenciones quirúrgicas y exámenes y tratamientos a pacientes realizados en un año y averiguan cuánto cobran por esos servicios entidades privadas de un país del Primer Mundo. Se lo aplican a Cuba y los millones de dólares resultantes pasan a ser ingresos del Estado. En educación calculan lo que cuesta cursar estudios en universidades de países capitalistas y hacen lo mismo.
O sea, la dictadura inventa nuevos valores e infla el PIB. Cuenta gastos sociales como ingresos, y pasivos como activos. Si todos los gobiernos hiciesen lo mismo el PIB global del mundo no sería de 76 billones de dólares (en 2018), sino de 200 billones. Teóricamente no habría pobreza alguna sobre la Tierra.
A ello se une que el PIB se calcula con una paridad artificial del dólar con la moneda cubana. Se oficializa así el globo estadístico. Es tan escandaloso, que en 2006 el ministro de Economía, José Luis Rodríguez, informó sin sonrojarse que el PIB cubano había crecido en un 12,5%, la mayor alza a nivel mundial y la mayor registrada en la historia de América Latina. Economistas de dentro y fuera de la Isla hicieron cálculos y descubrieron que ese año el PIB creció en solo un 3,2%.
El Che, Fidel Castro y hoy el general han prohibido a la burocracia de la dictadura que admita una recesión económica, porque suena a "contrarrevolución". Desde que desapareció la URSS nunca el régimen ha admitido una recesión. Lo hizo por "descuido" en 2016, al admitir inicialmente un -0,9%, pero luego dijo que el PIB había crecido un 0,5%.
Díaz-Canel: si hay más "control" habrá abundancia
Lo concreto es que 2019 ha comenzado con inequívocos síntomas de recesión económica. Escasea la harina, aceite vegetal, huevos, pollo, leche, carne de cerdo, y sal. No alcanza el combustible. No hay ni amalgama para hacer empastes dentales.
Y eso que Cuba todavía está recibiendo en este primer trimestre lo pactado en los contratos de importación de 2018. Esos contratos incluyen precio, flete, seguro, la transportación, y la fecha de entrega de la mercancía, que el proveedor se asegura con un plazo de varios meses por delante para poder cumplir. Todo va a empeorar cuando a partir de abril se terminen las entregas de las compras pactadas en 2018.
La escasez golpea bodegas y "shoppings". Ni con CUC se puede adquirir alimentos. Los pollos importados que se vendían a 1.80 CUC el kilogramos ya no existen. Ahora hay muslitos flacuchos de factura nacional, con pedazos de grasas para inflar su peso. Proliferan de nuevo las insólitas recetas de los años 90, cuando los "bistec de toronja". Y la gente comienza a bajar de peso corporal como en 1992-1995.
En la misma reunión del Consejo de Ministros en la que Malmierca dijo y no dijo nada, el administrador del régimen, Díaz-Canel, le subió la parada. Culpó de la escasez al robo al Estado y propuso una solución mágica para que haya gran abundancia: aumentar el control y la vigilancia estatales.
La falta de respeto de la dictadura a los cubanos debiera estar en el Libro de Récords Guinness.