Ningún vecino de las calles cercanas al mar en Jaimanitas pudo dormir en la noche del viernes, por el miedo a las olas y al rugido del mar, provocados por el evento extratropical que acaba de afectar a La Habana.
En un recorrido el sábado por áreas afectadas se podía constatar su fuerza: calles anegadas, toneladas de escombros y los vecinos quejándose de la desprotección y el olvido de las autoridades.
"Por aquí no ha venido nadie a preguntarnos cómo la pasamos, ni qué nos hace falta. Creo que la Defensa Civil está de vacaciones", comentó Marina, que vive junto al mar y cuyo apartamento se inundó completamente.
Otro damnificado es Daniel, quien habita un bajareque a unos metros del mar con su esposa y su hija.
"Tradicionalmente, cuando hay ciclón, vienen a evacuarnos; pero te digo que estas penetraciones fueron como las del ciclón Irma, la diferencia es que no había mucho viento ni lluvia", asegura.
"Llevé a mi familia para casa de mi hermano, que vive lejos de la costa, y allí pasaron la noche. Yo no he dormido ni un minuto, ya saqué los escombros y el agua, pero el cuarto está que da grima".
Por la mañana los residentes en las calles más afectadas se volcaron a la recuperación.
"Porque si no los hacemos nosotros nadie va a venir a ayudarnos", dice Luis "El Colorado", quien vive frente al mar.
"He conversado con viejos jaimanitenses y todos concuerdan en que antes no había estos fenómenos".
Calunga, retirado del MININT, cree que el cambio climático es el responsable.
"El calentamiento global, el deshielo de los glaciares, el agujero en la capa de ozono, la Niña y el Niño, todo eso junto", dice.
Pero el joven Yunesky, pescador y buzo, con un saco de piedras que acaba de sacar de su vivienda, lo recrimina: "¡Te faltó mencionar el bloqueo! Porque todo se lo achacan al bloqueo. Hasta la hambruna, porque aquí además de los destrozos de las inundaciones lo que más nos golpea es la hambruna. Hoy mismo no tengo nada que comer. Si el mar no mejora, tendré que meterme así mismo a buscarme el sustento".
Los que viven en las zonas bajas, afectadas regularmente por las penetraciones del mar, son casi siempre personas de bajos recursos, que no pueden permutar, ni arreglar sus viviendas, ni construir muros de contención contra las olas, así que sufren sin ninguna protección los embates del mar.
Tampoco el Estado les construye un drenaje adecuado, ni los traslada a sitios de menor peligro.
En Santa Fe, poblado marino situado varios kilómetros al oeste de La Habana, las penetraciones del mar también afectaron muchas viviendas de la calle Primera y del reparto El Bajo de Santa Ana.
La Defensa Civil no cumplió como en otros eventos meteorológicos con el plan de evacuación.
"Por aquí no vino nadie", se queja Eliduvina, de 75 años y vecina de Primera entre 304 y 306. "Gracias que hemos aprendido con los años a protegernos nosotros mismos, a subir las cosas en alto y salvarnos, porque si no, nos come el león".
La nota "colorida" del fenómeno meteorológico de la noche del viernes fue el barrido del mar a la tienda El Caracol, de Santa Fe.
El agua sacó gran cantidad de productos a la calle. Vecinos "aguerridos", en una peligrosa "labor de salvamento", arriesgaron sus vidas en la oscuridad y el peligro de las olas para agenciarse alimentos y otros productos.
Esos "héroes" anónimos tal vez tengan asegurado el fin de año.