El presidente español Pedro Sánchez viaja a Cuba en visita oficial y Eusebio Leal afirma: "España no debe perder Cuba por segunda vez". El Historiador de la Ciudad añade: "La Habana es la más occidental margarita de la corona española".
Miguel Díaz-Canel visitó Nueva York el pasado septiembre, se reunió allí con empresarios agrícolas estadounidenses y avisó a esos empresarios: "11 millones de personas no es un mercado a desaprovechar".
Leal y Díaz-Canel tratan de vender las oportunidades de la Isla, ya sea mediante maniobras simbólicas o propuestas pragmáticas. Apelan a los sentimientos españoles hacia Cuba o a la oportunidad de un mercado. Representan ambos la desesperación actual del régimen por hacerse de fondos, por encontrar una salida económica que les permita continuar. Esa desesperación se hace cada vez más grande, y más patética se hace la gesticulación de los vendedores de oportunidades.
Mientras esto ocurre, en la Isla están a punto de implementarse 20 normas legales y 14 resoluciones complementarias que regularán aun más el trabajo por cuenta propia. Las nuevas medidas, en vigor a partir del 7 de diciembre, ayudarán a obstaculizar, sino a impedirla en ciertos casos, la actividad económica de los emprendedores cubanos.
Como ellos no son hoteleros españoles ni agricultores estadounidenses, su suerte depende del poco margen que les cede el régimen. Y es un margen que se reduce o se amplía en dependencia de los socios extranjeros que encuentren las autoridades cubanas. Porque apenas estas encuentran alguna esperanza de vida en la inversión extranjera, se apuran a ahogar el crecimiento que pueda darse en la pequeña empresa privada cubana.
Es de desear entonces, en nombre de un capitalismo nacional cubano, que Eusebio Leal y Miguel Díaz-Canel terminen por no convencer a nadie. De momento, la presión sobre los cuentapropistas apretará más en un par de semanas.