El periodismo oficial ha desarrollado en Cuba estilos muy suyos. Su narración se mueve entre el encomio y el descrédito, cualquiera que sea su lenguaje. Lo mismo meloso y condescendiente, que hermético y austero. Incapaz de ajustar la realidad a semejante matriz, el periodista oficial es experto en omitirla.
A lo largo de 2018, Enrique Milanés León ha cumplido la misión de enviado especial en Venezuela para la prensa oficial cubana. Antes, en 2017, cumplió esas mismas funciones Alina Perera Robbio. Además de un lenguaje ampuloso, ambos autores poseen habilidad para suspender el raciocinio y parodiar la realidad en términos idílicos. Fueron seleccionados para narrar la situación de Venezuela los últimos dos años. No digo la situación social ni económica, porque eso no lo han hecho, sino una actualidad difusa, donde la buena fe presumible en un médico cubano o una maestra de Zulia, justifican el desentendimiento con el drama de un pueblo que, inundado de petróleo, carece de energía eléctrica regular; que observa la emigración desenfrenada de millones de sus compatriotas; y que, urgido de políticos comprometidos, es incapaz de evitar el secuestro y asesinato de sus últimos representantes elegidos de manera legítima.
En la noche del martes 7 de agosto de 2018, Juan Requesens, militante de Primero Justicia y diputado del Parlamento venezolano, fue secuestrado por miembros del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (SEBIN). Para hacerlo violaron su inmunidad parlamentaria. La dictadura venezolana lo secuestró en plena noche y el video de las cámaras de seguridad del inmueble muestra a los efectivos del SEBIN provistos de patas de cabra, como delincuentes comunes, arrastrando al líder político.
Tres días después del secuestro, Enrique Milanés León publicaba un artículo donde elogiaba al jefe de la misión médica cubana en el estado de Apure, a quien calificaba de sabio, ejemplar y solidario. Y no faltó el elogio de Milanés León para la "unión cívico-militar con que el pueblo gobierna en Venezuela".
Pocos días después del secuestro de Juan Requesens, el 2 de septiembre del 2018, el Gobierno de Ecuador convocó a una reunión urgente de naciones sudamericanas para concebir acciones efectivas frente a la crisis migratoria venezolana. La respuesta de la dictadura chavista fue negar que Venezuela tuviera una crisis migratoria, y asegurar que se trataba de un complot internacional para desacreditar al país.
Dos días después de ese encuentro, Enrique Milanés León publicó un artículo con el título "El verdadero milagro es la revolución". Se celebraba un Congreso Internacional de Oftalmología en Caracas y a él le tocaba elogiar las políticas sanitarias derivadas de los compromisos trazados en el pasado por Hugo Chávez y Fidel Castro.
Días después la dictadura chavista sufrió importantes reveses diplomáticos. En Naciones Unidas, los presidentes Mauricio Macri, Donald Trump e Iván Duque dedicaron momentos de sus discursos a denunciar con firmeza el régimen homicida de Nicolás Maduro Moros. Los presidentes de Perú, Colombia, Chile, Argentina, Paraguay y Canadá presentaron ante la Corte Penal Internacional una solicitud de investigación de Maduro por crímenes de lesa humanidad. Por último, el jueves 27 de septiembre de 2018 el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó la primera resolución de su historia sobre Venezuela. En ella conmina al Gobierno venezolano a aceptar ayuda humanitaria internacional para enfrentar la escasez de alimentos y medicinas que afecta a la población.
Mientras todo esto ocurría, Milanés León publicó un artículo donde refería con gracia los apuros pasados cuando un terremoto de mediana intensidad removió los cimientos de Caracas. Otro artículo suyo versó sobre una visita a la Casa del Congreso de Angostura, donde Simón Bolivar instaló, en 1819 el segundo foro constituyente de Venezuela, y en un tercero artículo bosquejó la historia del ferrocarril en Venezuela, su declive y la promesa de su resurgir.
"Tras innumerables peripecias políticas, Venezuela halló en el chavismo bolivariano un proyecto que, pese a las zancadillas, piensa de veras en el país", escribió en este último.
La situación política del país petrolero se agravó el pasado lunes 8 de octubre cuando el cuerpo del concejal Fernando Albán cayó del décimo piso de la sede del SEBIN. Fuentes independientes aseguran que Albán fue arrojado ya muerto desde la altura descrita. La versión de la dictadura venezolana es que el político se suicidó. En su artículo de turno, Enrique Milanés León ponderó, desde la misma ciudad que aún velaba al muerto, el trabajo de un equipo de electromédicos cubanos.
No sorprende esta falta de sensibilidad hacia la desgracia del pueblo venezolano, pues los periodistas oficiales cubanos tienen una larga experiencia desentendiéndose de las desgracias de su propio pueblo.
La presencia de Milanés León en Venezuela no obedece únicamente a la necesidad de generar contenidos que ignoren las denuncias sobre los crímenes del Gobierno venezolano, sino también loas acerca de la situación de médicos y profesionales cubanos en Venezuela. La llegada de este periodista a Venezuela coincidió con la organización, a fines del pasado año, de un grupo de profesionales cubanos, principalmente médicos, que reclaman el cese del castigo que les impide volver a su país por al menos 7 años una vez que deciden quedarse a residir en el extranjero. Una prohibición que permanece por encima de las urgencias que puedan derivarse del fallecimiento de un ser querido.
Reunidos en el sitio en Facebook #NoSomosDesertores #SomosCubanosLibres, estos profesionales han asumido con entereza la denuncia de las condiciones de semiesclavitud en que desarrollaron su trabajo mientras formaron parte de las misiones oficiales cubanas, y el tratamiento del castrismo luego de su decisión de permanecer en el extranjero. Algunos de los testimonios más sobrecogedores son precisamente los de aquellos que prestaron sus servicios en Venezuela. El sitio ha servido también de plataforma de denuncia de eventos actuales, toda vez que miembros del grupo, ya radicados en el extranjero, reciben denuncias de amigos que siguen formando parte de esas misiones.
El pasado 11 de septiembre Eyismara Cuña Galano publicó la denuncia de una amiga médica en Venezuela. Decía: "Actualmente hay una gran crisis… que solo parece importarnos a nosotros los colaboradores, que somos las únicas víctimas de la ausencia de vuelos hacia nuestra isla, que impide nuestro reencuentro con los familiares que tanto extrañamos. Lo lamentable de esta situación es que se ha prolongado por medio año, tiempo que ha transcurrido sin respuesta. (…) Saben que más que cumplimos, sobrecumplimos con nuestra parte del contrato, solo demandamos que cumplan con nosotros. (…)".
Nada de lo publicado por Enrique Milanés permite sospechar la existencia de problema alguno en el desempeño de los médicos cubanos en Venezuela.
Juan Requesens, que mientras escribo estas líneas continúa secuestrado, afirmaba en su alegato del pasado 7 de agosto: "A mí que no me digan que la dictadura tiene estrategia, porque no la tienen, aquí la única estrategia de la dictadura es aplastar a todo el que piense distinto, dentro de sus filas, o fuera de ellas".
Los cubanos conocemos esa estrategia, sabemos también que la brutalidad combina a los asesinos con rapsodas y panegiristas. Entre estos últimos se destaca en la actualidad el periodista oficialista Enrique Milanés León.