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Política

El diferencial azucarero y el XXI Congreso de la CTC

Una ojeada a los frutos de las luchas sindicalistas azucareras del pasado y al terrible panorama sindical actual.

La Habana

El semanario Trabajadores ha publicado la convocatoria al XXI Congreso de la CTC, que tendrá lugar en enero de 2019. En ese momento, a sugerencia de Ernesto, uno de mis amigos que leyó mi artículo "Cuando la CTC era un verdadero sindicato", me encontraba escribiendo algunas líneas acerca del diferencial azucarero, las que colateralmente, como podrá constatarse, permiten comprender la distancia entre el sindicalismo pasado y presente.

El diferencial azucarero fue un resultado de las luchas obreras en reclamo de aumentos salariales y reducción de la jornada de trabajo en el sector azucarero; luchas que iniciadas en la segunda mitad del siglo XIX asumieron mayor fuerza en el XX.

El Sindicato Nacional de Obreros de la Industria Azucarera (SNOIA) se constituyó clandestinamente en Santa Clara, en el año 1932. Siete años después, en el Primer Congreso Nacional Azucarero, en Camagüey, surgió la Federación Nacional Obrera de la Industria Azucarera (FNOIA), la que a iniciativa del líder azucarero Jesús Menéndez dejó de ser solo de los trabajadores industriales para incluir a empleados, oficinistas y técnicos, razón por la que en lo adelante se denominó Federación Nacional de Trabajadores Azucareros (FNTA).

Entre los muchos logros de ese sindicalismo se pueden enumerar los siguientes:

En 1933 el Decreto 1693, del Gobierno provisional de Ramón Grau San Martín estableció la jornada de ocho horas, lo que implicó en la industria azucarera la introducción de un tercer turno durante la zafra y, por tanto, mayores empleos.

En 1935 el Gobierno de Carlos Mendieta, con el Decreto 1568 de Maternidad Obrera, introdujo el primer sistema general de seguro obrero, reguló el procedimiento de contratos colectivos de trabajo y elevó a 80 centavos el jornal mínimo para las labores agrícolas en la zafra de ese año.

En 1937 la Ley de Coordinación Azucarera reguló los salarios para las tareas agrícolas de la zafra y las labores no calificadas de la industria, en correspondencia con el precio del azúcar. Y con el Decreto 117 se elevó el jornal mínimo establecido de 25 centavos a 50 centavos para el corte, alza y tiro por cada 100 arrobas de caña.

En 1940 el Acuerdo 50, de la Comisión de Salarios Mínimos, complementó la Ley de Coordinación Azucarera de 1937 al establecer las tarifas de sueldo mínimo mensual o salario mínimo diario para empleados y obreros especializados de la industria azucarera.

En 1941, mediante dos decretos presidenciales, se dispuso un aumento general de salarios que representó alrededor de 57 millones de pesos para la clase obrera.

En 1942 se incrementaron los salarios en 50%; se impuso el descanso retribuido a los obreros agrícolas que representó un 9,09% adicional a sus salarios, un resultado que no disfrutaban los obreros de este sector en ningún país de América Latina, y el pago de los salarios al mismo nivel durante los 12 meses del año, con lo que se erradicó el sistema de salarios en el tiempo muerto, que era inferior al de tiempo de zafra.

En 1945 el Decreto Presidencial 117 estableció unaumento de un 32% en los sueldos y salarios respecto a los pagados en la zafra de 1944 y se instauró el retiro azucarero mediante la creación de la Caja del Retiro Social de Obreros y Empleados de la Industria Azucarera, la cual se nutría con aportes de colonos, hacendados y trabajadores.

Fue en 1946 cuando el sindicalismo alcanzó sus mayores victorias. La venta del azúcar a EEUU se hacía sobre un precio fijo, mientras los precios de los productos básicos que Cuba adquiría en ese país aumentaban durante el año. Como el precio del azúcar generalmente resultaba superior al fijado, los trabajadores y colonos recibían menos de lo que les correspondía. La diferencia entre esos precios era el diferencial azucarero, que fueron dos:

El primero se produjo en 1945, cuando el Gobierno de Ramón Grau San Martín reservó 250.000 toneladas —de una producción de más de cuatro millones— para venderla a otros países. La diferencia entre 3,675 centavos que se vendía a Estados Unidos y 7,00 centavos a otros países se destinó a la construcción de casas, escuelas en el campo, caminos vecinales y al subsidio de algunos artículos de consumo. Esa victoria sirvió de base para elaborar una nueva política respecto a los precios de venta del azúcar en el mercado estadounidense.

El segundo tuvo lugar cuando la FNTA logró incluir una delegación obrera, encabezada por Jesús Menéndez, en la comisión oficial que discutió con el Gobierno de EEUU las condiciones de venta del azúcar de 1946 y 1947. En el contrato, firmado en La Habana, la delegación obrera logró incluir la cláusula de garantía que obligaba a aumentar el precio que se pagaba por el azúcar en proporción al aumento de los precios de productos básicos que Cuba adquiría en ese país. Con dicha cláusula se obtuvieron 29 millones de pesos sobre los salarios de 1946 y una cifra mayor en 1947.

A mediados de 1947 se estaba discutiendo en el Congreso estadounidense una nueva Ley de Cuotas Azucareras que rebajaba la cuota de Cuba a la que tenía antes de la Segunda Guerra Mundial. Jesús Menéndez, en representación de la FNTA, fue a Washington y a Nueva York para reclamar una cuota de no menos del 50% del consumo de EEUU.

A fines de ese año las cotizaciones del azúcar bajaron en el mercado mundial, por lo que el Gobierno cubano congeló los salarios. La crisis se agudizó con la zafra de 1952, cuando el Gobierno de Fulgencio Batista, ante una zafra que rebasó los siete millones de toneladas, volvió a la práctica de restringir la producción para sostener los precios en declive. Para ello la zafra de 1953 se redujo a cinco millones de toneladas. Las zafras de 1954 y 1955 sufrieron nuevas restricciones que conllevaron a una rebaja de los salarios que afectó los beneficios salariales obtenidos por el sindicalismo azucarero.

La convocatoria al XXI Congreso de la CTC, emitida hace solo unos días plantea, entre otras cosas las siguientes: "Continuar fortaleciendo la unidad en torno al Partido Comunista de Cuba y la Revolución... ser fieles al concepto de Revolución suscrito por la mayoría de nuestro pueblo; potenciar la labor movilizativa por hacer avanzar la economía, fundamentalmente en la empresa estatal socialista..., reforzar la eficiencia, la calidad de las producciones y los servicios, su exportación y la sustitución de importaciones... luchar denodadamente contra las manifestaciones de robo, ilegalidades y corrupción... oportunidad para reiterar el compromiso ante el legado del Comandante en Jefe, quien reconoció a los trabajadores como 'clase revolucionaria por excelencia'".

Solo en el décimo párrafo se mencionan los temas relacionados con "lafluctuación laboral, los salarios y su insuficiente capacidad de compra, el mejoramiento constante de las condiciones de trabajo, la salud y seguridad del trabajador".

La comparación entre una época y otra no ofrece dudas. Se trata de dos expresiones del sindicalismo que nada tienen que ver entre sí.

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