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Salud

¿Cómo sobrevivir con cáncer a la escasez de medicamentos?

En una noche reciente, Manuel, diagnosticado desde hace meses, tuvo que subirse a su bicicleta y pedalear cinco kilómetros para conseguir una inyección.

Holguín

Manuel tiene cáncer. Se lo detectaron hace ocho meses, tarde para evitar lo peor de la enfermedad. Sufre dolores punzantes que solo los analgésicos más fuertes calman. Sin embargo, conseguir esos medicamentos en las farmacias se ha vuelto extremadamente difícil.

En una noche reciente, uno de esos intensos dolores lo obligó a montarse en su bicicleta para ir al hospital, que queda a cinco kilómetros de su casa, porque no tenía ni una sola píldora para aliviarse. Atormentado, recorrió la distancia casi sin poder mantener el equilibrio. Tras una inyección, poco a poco fue sintiendo mejoría.

De regreso a su casa, después de las 10:00 de la noche, pasó frente a la farmacia y vio a un grupo de personas. Le extrañó por la hora y porque, con la escasez de medicamentos, lo común es ver esos establecimientos vacíos. Resultó que quienes estaban allí hacían cola para el otro día, el del abastecimiento semanal.

"Me quedé para coger un turno bajito, con posibilidad de alcanzar algo. Es un calvario padecer cáncer y no tener medicinas para los dolores, por eso no lo pensé dos veces", comentó Manuel.

Amaneció sentado en el contén de la acera junto a media docena de jubilados que necesitan medicación, también en falta, para controlar la tensión arterial.

En vez de reposar su cuerpo diezmado, Manuel hizo guardia toda la noche. A las 8:00 de la mañana la farmacéutica llegó y lo reconoció entre la multitud. Percibiendo en su rostro la trasnochada, le brindó ayuda.

Con el consentimiento de la cola, se ofreció a comprar y guardar sus medicinas una vez abastecieran, cosa que ocurre casi siempre por la tarde.

Gracias a ello, Manuel en estos días sufre menos, pero las píldoras que tiene garantizadas no le durarán un mes. Tampoco llegaron a la farmacia todos los medicamentos que le prescribe el médico.

Esta historia, contada por su protagonista, la escuchamos quienes coincidimos con él en un viaje de Mayarí al barrio del Cocal, que dura 25 minutos en coche. Ningún pasajero quedó ajeno a tan sensible anécdota y el reguetón grosero que nos obligaba a escuchar el cochero ni siquiera molestó.

¿Hasta cuándo va a durar esta profundización de la crisis de medicamentos? ¿Qué está haciendo el Gobierno para resolverla? ¿Por qué no se menciona el problema en los medios oficiales ni los funcionarios dan declaraciones al respecto?

Sabemos que la actual escasez, que siempre ha existido en grado menos severo, se agudizó a raíz de la crisis venezolana, que provocó mermas en el intercambio de petróleo por servicios de salud cubanos. Esto obligó a hacer muchos recortes y, al parecer, un área tan sensible como la importación de medicinas y materias primas para su producción estuvo entre las afectadas.

¿Cuánto afecta esta medida "de choque" (peor que las neoliberales) a la ya pésima calidad de vida de nuestro pueblo? ¿Cuántas personas como Manuel estarán sufriendo en Cuba por falta de un medicamento vital? ¿Cuántos medicamentos se podrían comprar o producir con los recursos que nuestro Gobierno ha gastado haciendo propaganda del sistema en el Festival de la Juventud y los Estudiantes de Sochi, o desplegando el inmenso aparato de inteligencia y represión para evitar que los candidatos independientes se postulen para delegados municipales del Poder Popular?

Dentro de pocos días a Manuel se le agotarán los analgésicos nuevamente y la agonía de conseguirlos se repetirá. Así, entre dolores y colas, volverá el pensamiento fatalista con que concluyó su historia antes de bajar del coche: "Cuando me veo sin medicinas y con estos dolores irresistibles quisiera morirme ya para no pasar tanto trabajo. ¡Esto no se lo deseo ni a mi peor enemigo!".

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