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Historia

¿Celebrar o no el 20 de mayo?

La efemérides sigue dividiendo a la sociedad cubana.

La Habana

La propaganda oficialista cubana insiste en enarbolar la Historia como escudo contra las supuestas amenazas provenientes del exterior. Sin embargo, en ocasiones el castrismo se desdice de su propio discurso, e intenta tejer un manto de silencio sobre algunos momentos de nuestro pasado. Eso sucede casi siempre por estos días, cuando los medios de difusión de la Isla ignoran la fecha del 20 de mayo.

No resulta difícil vincular semejante aversión hacia esa fecha, cuando fue instaurada la República de Cuba en 1902, con el antinorteamericanismo que a partir de 1959 guía las acciones de los gobernantes cubanos; un sentimiento que ya había manifestado Fidel Castro desde los días de la Sierra Maestra.

Sumidas en ese antinorteamericanismo, las autoridades cubanas tuercen con frecuencia los hechos históricos, con lo cual pretenden demostrar la constancia de ese rencor a lo largo de nuestra historia. Así se crea una anomalía que le impide a la historiografía castrista dar una interpretación cabal de determinados acontecimientos.

Porque, ¿cómo explicar, desde ese punto de vista, que los constituyentes de Guáimaro, en 1869, solicitaran la anexión de Cuba al Gobierno de EEUU?  De igual forma, ¿por qué nuestra actual enseña nacional, la de la estrella solitaria, fue la enarbolada por el general Narciso López, un hombre de reconocida afiliación anexionista?

Es verdad que el 20 de mayo de 1902 nacimos al concierto internacional de naciones con una soberanía imperfecta debido a la Enmienda Platt, que contemplaba la posibilidad de que EEUU interviniese en nuestros asuntos internos. Pero también es cierto que aun antes de involucrarse en el conflicto armado contra España, EEUU se había comprometido a no apoderarse de Cuba. Así quedó reflejado en la Resolución Conjunta del Congreso de esa nación, del 20 de abril de 1898, la cual refrendaba que Cuba debía ser libre e independiente.

Y esa declaración del legislativo norteamericano no fue un regalo que le hicieron a nuestra patria. Fue, ni más ni menos, el reconocimiento de tanta sangre derramada en los campos de Cuba con el objetivo de expulsar a los colonialistas españoles. Entonces, ignorar la trascendencia del 20 de mayo es desconocer la lucha independentista de nuestros mambises.

Tanto es el desagrado de los gobernantes cubanos hacia el nacimiento de la República el 20 de mayo de 1902, que ni aun durante un evento reciente dedicado a rememorar algunos hechos del período 1902-1958 —etapa calificada despectivamente por el castrismo como "República Neocolonial"— se hizo mención de esa efeméride. En cambio, mucho se habló en esa cita, celebrada en la ciudad de Sancti Spíritus bajo la denominación de "Voces de la República", acerca de la figura de Fidel Castro durante el lapso de 1926 a 1958. Su niñez, sus acciones políticas, y su vida deportiva. Caramba, qué interesante hubiese sido escuchar alguna referencia sobre su etapa de gatillo alegre en los predios del Alma Máter.

Es significativo que la fecha del 20 de mayo, en vez de unir a los cubanos —como sucede con el 4 de julio para los norteamericanos, o la fecha de la toma de la Bastilla para los franceses—, sobresalga actualmente por dividir a nuestros compatriotas. Los no comprometidos con el Gobierno, por lo general, celebran esa jornada; los enganchados a la rueda del castrismo, por el contrario, la aborrecen.

Confiemos en que llegue el momento, más temprano que tarde, cuando todos los nacidos en esta tierra, cada vez que el almanaque indique la fecha del 20 de mayo, nos unamos en torno a las palabras que el generalísimo Máximo Gómez pronunciara ese día de 1902 al izar por primera vez la bandera de la estrella solitaria: "Al fin hemos llegado".

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