Embriagado como el Quijote con sus apasionadas lecturas, en este caso de artículos, discursos y ensayos de Adolf Hitler (incluyendo Mein Kampf, Mi lucha), Benito Mussolini, y José Antonio Primo de Rivera mientras estudiaba bachillerato en el Colegio de Belén, Fidel Castro en su alegato de defensa en el juicio por el asalto al cuartel Moncada exclamó dramáticamente: "¡Condenadme, no importa, la historia me absolverá!".
Aquel joven abogado, que ahora cumple 89 años, estaba convencido de que muy pocos, o tal vez nadie en Cuba reconocería su plagio disfrazado y resumió una frase pronunciada por Hitler 30 años antes.
Siendo líder del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (Nazi), Hitler, atacó con grupos paramilitares el Ministerio de Defensa en Múnich en noviembre de 1923. Subyugado por la Marcha sobre Roma de Mussolini (que lo llevó al poder en 1922), el plan de Hitler era iniciar en Baviera una rebelión nacional y marchar sobre Berlín para tomar el poder.
El ataque fracasó, Hitler fue herido pero escapó y se escondió en el ático de la casa de su amigo Ernst "Putzi" Hanfstaengl, donde dos días después fue sorprendido y arrestado. En el juicio, el Führer, como ya le llamaban, declaró: "Aun cuando los jueces de este Estado puedan condenar nuestra acción, la historia, diosa de la verdad y de la ley, habrá de sonreír cuando anule el veredicto de este juicio y me declare libre de culpas".
Recibió una condena de cinco años. Cumplió menos de un año y en su celda escribió Mein Kampf, la plataforma programática del nazismo.
Cualquier parecido con los planes del asalto al cuartel Moncada para iniciar la guerra en Oriente, avanzar hasta La Habana y tomar el poder; la huída del jefe del asalto y su captura después mientras estaba escondido, y su prisión en la que escribió el programa político de "su" revolución, no parecen ser pura coincidencia. Basta hurgar en los orígenes políticos de Fidel Castro.
El sacerdote jesuita Armando Llorente, profesor, mentor y amigo de Fidel en el Colegio de Belén, quien con 94 años fue entrevistado en Miami hace algunos años —entrevista reproducida por el semanario Elveraz.com—, cuenta que Castro pidió en la biblioteca del colegio el libro de Hitler, que impresionó mucho al joven.
''Estudiaba y leía mucho, con especial predilección libros sobre los conquistadores españoles y escritos de los líderes del nazismo y del fascismo, como Hitler, Mussolini y José Antonio Primo de Rivera", explicó el prelado español al periodista.
El religioso agregó: "(Fidel) cantó conmigo el 'Cara al sol' veinte mil veces y con el brazo en alto". "Cara al sol" era el himno de la Falange Española, el partido fascista.
Y según José Ignacio Rasco, amigo y colega de estudios de Fidel en el Colegio de Belén y en la Universidad de La Habana, al llegar a la Escuela de Derecho Castro se sabía Mein Kampf casi de memoria y recitaba fragmentos de discursos de Mussolini y de Primo de Rivera, el líder falangista. De este último Fidel tenía ensayos y artículos en la comandancia de la Sierra Maestra, según contó José Pardo Llada. Por cierto, el padre de Fidel, Ángel Castro, era un falangista convencido.
El parecido Hitler-Mussolini-Castro
Pero lo importante aquí no son las simpatías de Castro por el fascismo, como las tuvieron Juan Domingo Perón, Getulio Vargas y otros populistas latinoamericanos, sino su parecido con Hitler y Mussolini a la hora de gobernar, y los rasgos fascistas que le imprimió a la revolución "tan verde como las palmas".
De palabra fácil, con el mismo afán narcisista de escucharse a sí mismos, los tres dictadores convencían a las "masas" de que lo blanco era negro. En los discursos de Hitler muchas mujeres se desmayaban de la emoción. Documentales de la época muestran cómo Hitler, Mussolini y Castro, al hablar en actos públicos, adoptan las mismas poses histriónicas.
Mussolini creó las Camisas Negras, bandas paramilitares con las que entró en Roma, y Hitler las Camisas Pardas, milicias nazis. Castro organizó las Brigadas de Respuesta Rápida (BRR), fascistas de pies a cabeza.
Las BRR, sin camisas pardas o negras para que parezcan "pueblo", hostigan y dan palizas a los disidentes y defensores de los derechos humanos. La más hitleriana de ellas, el Contingente Blas Roca, golpeó con hierros y bates de béisbol a los manifestantes del llamado Maleconazo, en agosto de 1994.
Salvo los guardias rojos netamente fascistas de Mao Tse Tung, que en China sembraron el terror y asesinaron a miles de personas durante la "revolución cultural", en ningún otro país comunista hubo este tipo de milicias represivas de civiles fanáticos manipulados por el dictador. Durante el terror estalinista en la Unión Soviética y otros países comunistas era la policía gubernamental la que se encargaba de reprimir.
Hay testigos de cómo en un policlínico de El Vedado, cerca de la Unión Nacional de Escritores y Artistas (UNEAC), una turba convocada por el Partido Comunista sacó a una empleada que deseaba emigrar y, agarrada por dos hombres, fue conducida por un tramo de la calle 17. Le pusieron en la cabeza un capirote medieval (gorro en forma de cucurucho) como los que en la Edad Media se les colocaba a los acusados de herejes durante la Santa Inquisición, para que la población los insultara.
Los actos fascistas de repudio, que incluyeron tirar huevos, pintura, piedras, y romper puertas y ventanas de las viviendas de los aspirantes a emigrantes, han continuado hasta el día de hoy en medio del "deshielo" con EEUU, ahora contra las Damas de Blanco y opositores políticos.
Hitler llamaba "gusanos" a los judíos, y Fidel así llamó a los que no estaban de acuerdo con él. Mussolini resumía al fascismo con una frase: "Todo en el Estado, nada fuera del Estado, nada contra el Estado". Castro dijo lo mismo en 1961: "Dentro de la Revolución, todo; contra la Revolución, nada".
La consigna de"Comandante en Jefe, ordene" más fascista no podía ser, al igual que la frase"Pa’ lo que sea, Fidel, pa’ lo que sea". Como en Alemania e Italia, el régimen castrista ha sido estrictamente militar. Desde 1959 las posiciones cumbres han sido ocupadas por comandantes "históricos". La agricultura y la construcción se dirigían desde "puestos de mando". Cinco de los siete vicepresidentes del Consejo de Ministros son militares. A Fidel, que nunca se quitó su uniforme, le encanta que le llamen "Jefe", palabra que en alemán se dice Führer.
Discípulo de Goebbels
Castro es el dirigente latinoamericano que más se ha ajustado a la lógica fascista de Joseph Goebbels de que una mentira repetida muchas veces se convierte en verdad. Nadie nunca mintió tanto por tanto tiempo.
Aferrarse a ideas fijas desconectadas de la realidad y dar órdenes disparatadas es otro rasgo común Hitler-Mussolini-Castro, así como el poder omnímodo como tirano. El Führer, el Duce y el Jefe gobernaron a capricho, como emperadores romanos, por encima del bien y del mal.
El psicópata nazi devino el tirano más letal en la historia europea moderna, y el también psicópata Fidel Castro el peor dictador habido nunca en las Américas.
Habría que agregarle un décimo círculo al infierno de Dante para que ambos cumplan la condena dictada por la "diosa de la verdad y de la ley".
Le felicito Roberto por este acertado paralelismo histórico. Bien resumido. Me vienen a la mente muchísimos más, y lamento que se rompiera la cadena de similitudes referentes al final de estos.