Obtuvo más de 16 millones de votos, pero muy por debajo de los 30 millones con los que fue electo en 2018. Votó el 17,7% del padrón electoral y se necesitaba un mínimo de 40% para hacerlo vinculante. Pero, aun así, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador ha salido a festejar ruidosamente lo que cataloga de triunfo en el referendo revocatorio.
Se ha quedado el presidente de México con este otro dato: el 91% de los que votaron lo hicieron a favor de que el mandatario culmine su mandato, y esto es lo que celebra.
Los analistas estiman que se usó esta consulta para medir la capacidad de movilización del partido gubernamental Morena (Movimiento de Regeneración Nacional), con la mira puesta en las elecciones presidenciales de 2024.
La realización de un referendo revocatorio, pero en realidad impulsado desde el poder para ratificarse Andrés Manuel López Obrador, y con boicot abierto por parte de los grupos opositores, ha terminado por ser un recurso político que ha desvirtuado este mecanismo.
"Se trata del mundo al revés. Los revocatorios en América Latina y el resto del mundo los pide la oposición, interesada en poner fin anticipado al mandato presidencial", explica Daniel Zovatto, director para América Latina del Instituto Idea Internacional.
Realizado este domingo 10, con franca apatía por parte de los mexicanos, lo que se suponía sería una gran herramienta para fortalecer la democracia terminó envuelto en una operación política para favorecer la imagen del presidente, a juicio de analistas.
En julio de 2018, cuando fue electo, de los 56 millones de mexicanos que votaron para escoger un nuevo presidente, el 53% lo hizo por López Obrador. Si se ven estas cifras, y se les compara con la jornada del revocatorio, a lo que se suma el clima más de desgano en las calles, López Obrador venció en las urnas este domingo pero no convenció. Simbólicamente no triunfó.
Fernando Belaunzarán, quien forma parte del crítico Frente Cívico Nacional, sostuvo que la consulta popular de revocación fue un ejercicio de ego. "El presidente compitió contra sí mismo, perdió con paliza, su récord fue de 30 millones de votos en 2018, ahora tuvo la mitad, a pesar del acarreo masivo de votantes que realizaron".
A su juicio, la propuesta del revocatorio "desde el principio fue una farsa, fue el mismo poder que quiso establecer ese mecanismo".
En contravía de ser un recurso usado por opositores en otros contextos, Zovatto al ser consultado por DIARIO DE CUBA asegura que es una ironía que sean el presidente y el partido de Gobierno en México los que de forma insistente hayan llevado adelante esta consulta.
En Venezuela, con la Constitución que hizo aprobar a su medida en 1999, Hugo Chávez implantó el mecanismo del referendo revocatorio, como una herramienta que permitiría a la ciudadanía poner fin de forma anticipada el mandato de un cargo de elección popular.
Lo cierto del caso es que cuando se solicitó en Venezuela en 2003, el chavismo jugó a boicotearlo y dilatarlo, para que se realizara finalmente a fines de 2004. En el intermedio Chávez se alió con Fidel Castro y lanzaron de forma masiva las llamadas "misiones", planes sociales y sanitarios en zonas urbanas o rurales depauperadas, con la masiva presencia de profesionales de Cuba, especialmente médicos, enfermeras y terapeutas físicos de la Isla. Chávez salió victorioso de aquel referendo en 2004.
En el caso de Venezuela, ya con Nicolás Maduro en el poder, en 2016 recursos judiciales del chavismo impidieron que se convocara, mientras que en 2021 se fijó un plazo irrisorio para reunir firmas con lo cual se hizo inviable.
En el caso de México, donde no existe constitucionalmente esta figura del referendo revocatorio, Andrés Manuel López Obrador presionó por su realización incluso con emplazamientos públicos a las autoridades del Instituto Nacional Electoral (INE).
De acuerdo con Luis Carlos Ugalde, ex presidente del ente electoral mexicano, López Obrador apostó por el revocatorio por dos razones. En primer lugar, porque sabía que no estaría en juego la presidencia de México, y en segundo término "porque el populismo requiere de pleito y polarización".
El proceso estuvo rodeado de polémica, puesto que fue el propio López Obrador uno de sus principales impulsores, en una campaña en la haciendo uso de sus alocuciones y conferencias de prensa como presidente promovía la votación como un referendo de "ratificación", en vez de nombrarlo como "revocatorio", que era lo correcto y legal.
Pese a la baja participación en esta consulta, los índices de popularidad de Andrés Manuel López Obrador siguen siendo altos, tras estar tres años en el poder. En el recién concluido estudio de marzo, según la firma de opinión pública Mitofsky, López Obrador tuvo un promedio de aprobación de 59%.
Otra empresa encuestadora, Poligrama, sostuvo al concluir marzo que la popularidad de López Obrador había subido y que estaba en torno al 66%, su nivel más alto desde que ganó la presidencia en julio de 2018.
Basta con mirar bien a este hombre para entender por qué los letrinamericanos siempre acaban haciendo la misma cagada, si es que alguna vez, por un tiempito, dejan de hacerla.
Ese viejo padece de bradilalia.
Y bradipsiquia también.
Ese viejo asqueroso lo que merece es que lo quemen en una hoguera en el Zócalo.
Ese viejo padece de bradilalia, o sea, ralentización del habla. El dice una palabra y se tarda segundos para decir
la siguiente palabra.