Luis Manuel Otero Alcántara y Maykel "Osorbo" han pagado un altísimo precio por su dignidad y su libertad. Por reclamar, de paso, las nuestras. Artistas libres, han abandonado las comodidades y promesas de una carrera exitosa, por ser ciudadanos.
Luis y Maykel reciben un trato especialmente severo porque son negros y pobres, populares entre la población más joven, pobre y marginada. Es a esa conexión entre arte contestatario y gente humilde y expoliada a lo que temen especialmente sus carceleros.
Luis y Maykel no han sido acusados formalmente, llevan meses retenidos sin ser juzgados y no ha habido respuestas claras por parte de las autoridades cubanas a las consultas de varios comités de la ONU y de organizaciones como Amnistía Internacional y Human Rights Watch.
Las peticiones de sus abogados son negadas. Las gestiones amigas son retrasadas. Los familiares y colegas no tienen noticias fidedignas de su suerte y futuro. Sus vidas se escurren, cada segundo, entre el abuso y la impotencia. Lo que debería ser normal —la posibilidad de habitar libres su país, de viajar sin destierro a otros sitios— se les niega. Con la cárcel y con la amenaza de una expulsión forzada y sin regreso.
Cada persona —de las muchas— cuya vida y carrera han sido bendecidas por el afecto e inspiración de Luis Manuel y Maykel, debería enfrascarse seriamente en su liberación. Consensuando acciones y dejando protagonismos, intentando más efectividad sostenible y menos emotividad efímera. Las embajadas de los gobiernos democráticos y las personalidades progresistas deberían poner seriamente sus recursos y oficios en la liberación de los artistas. Menos "profundas preocupaciones y enérgicas condenas" y más actos concretos.
Solo sincerando la real estrategia y responsabilidad detrás de la macabra aniquilación lenta de Alcántara y "Osorbo" se puede obtener una salida humana y digna a este drama. El Estado cubano está actuando cómo un secuestrador, que gana tiempo mientras les roba vida. Reconocerlo y señalarlo no puede confundirse con imprudencia, capaz de descarrillar la acción mediadora. El secretismo, confianza y cautela excesivos permiten a estos poderes timonear los diálogos y mediaciones. La lección de 2010, con la excarcelación y exilio de los presos de la Primavera Negra, lo señala. Los gobernantes cubanos deben reconocer —y toca hacérselo ver— que abandonando la mentalidad de matón, en este caso, ellos también ganan.
Nadie que se reclame demócrata puede desear la inmolación ajena, ni por humanidad ni por cálculo. Ninguna noción de respeto a la decisión de quien usa su cuerpo como trinchera en la lucha íntima por la dignidad es superior al imperativo de salvarlo.
No hay política deseable que destierre de su centro la vida. Si hay vida, hay futuros. Si no es así, todas las posibilidades —incluidas las políticas— mueren antes de nacer. La historia que libera no se forja en grandes actos redentores, sino en el goteo de pequeñas acciones, con la vida como límite y destino.
Exigir al régimen la liberación sin destierro de Luis Manuel y Maikel, dejándoles permanecer o viajar con normalidad, según sea su deseo. Pedirles a ellos que desistan de cualquier acción que arriesgue su vida. Hacer nosotros, con nuestra inteligencia, energías y recursos colectivos, lo que podamos por su libertad. Todo eso es hoy lo único realista, político y humano.
Respetable - muy en serio- Diario de Cuba. Que viva Hialeah
Bueno, no hace falta acotar sobre lo que ya está comentado más abajo, solo resaltar (como menciona el artículo), "El Estado cubano está actuando cómo un secuestrador, que gana tiempo mientras les roba vida." Y es hora de que todos los cubanos seamos conscientes de cuán grave puede ser el desenlace que yace latente sobre estos jóvenes; no importa la catalogación de buenos o malos artistas, que se quiera hacer y de la que a veces algunos echan mano para sostener su crítica, cuando lo realmente importante y valioso que está en juego, es la vida de estos dos muchachos. Lo demás pertenece a otro tema.
Epa, Gladiador, a usted no sólo le place escribir mucho, mucho, sino también muestra su vocación de censor, o moderador. La verdad es que cada cual toca el tema que le parece sin pedir permiso. No le parece?
Mr. Weston, me dio risa su comentario... ¡Créame! ¿Escribo mucho? No me lea. ¿Censuro? Me pregunto a quién. ¿Modero? Creo que la interpretación que le da a mis comentarios es completamente errónea. Soy pluralista y respeto cualquier opinión. Cuando he dicho que lo demás pertenece a otro tema, es porque señalo que lo más importante es lo que está en juego. De hecho, a mí el género musical al que se dedica este joven, no me agrada. Por eso digo, lo de menos es criticar su arte, porque eso es secundario. ¡Saludos!
P.D. Insisto, no me lea. Pase por encima de mis comentarios y continúe su camino si ése es el problema.
No hay razón para mantener presos a esos muchachos.
El gobierno cubano se ha descaretado tanto, que no puede esconder su caracter dictatorial. Una prueba de ello es que esos intelectuales cubanos que hacen la demanda han sido fuertemente criticados por el "exilio histórico" durante años por su tendencia "izquierdista". Parece que ya son tolerados en Miami, ya no le lavan la cara al régimen, ya casi son históricos; pero ellos siguen confundiendo la gimnasia con la magnesia, y tal como dice la Sra. Faya, se enfocan en el racismo y en el "clasismo".
La verdad es que el gobierno cubano trata igual de mal a todos los opositores sin mirar si son "macetas", gays, blancos, negros, pintos o musulmanes.
Por cierto, este comentario suyo, tiene más caracteres que el que he dejado yo en este artículo.
Por Dios!!!
Valga la carta, pero con perdón de estos intelectuales, lo de que Alcántara y Osorbo reciben un trato severo porque son negros y pobres me parece gratuito y no añade a la denuncia, sino le resta. A esos dos cubanos las fuerzas represivas se les han ensañado porque no han cedido ni un tantico desde que hicieron públicas sus denuncias en pleno San Isidro. El grito de Díaz-Canel singao, fue de Osorbo y de ahí se expandió. Y Alcántara fue el centro de la vigilia en San Isidro hasta que las fuerzas del régimen entraron a su casa y se lo llevaron; y volvió a salir a la calle el 11J. Bajo el régimen de Cuba basta con ser opositor inclaudicable y consecuente para que se le reprima con ferocidad.