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Opinión

La crisis de Cuba y la importancia del diálogo

Ante el actual escenario, el Gobierno no tendrá más remedio que enfrentar la guerra civil latente o un proceso de diálogo-negociación.

La Habana
Manifestantes en una calle de La Habana el pasado 11 de julio.
Manifestantes en una calle de La Habana el pasado 11 de julio. El Español

La tesis de que los grandes problemas no se resuelven hasta que no hacen crisis parece desmentida por Cuba, donde en lugar de solucionarse, se profundizan. Solo que la apariencia no es la realidad. La prolongación de la crisis cubana tiene su raíz en el giro del proceso revolucionario hacia el totalitarismo, el cual ha retardado, pero puede detener indefinidamente su solución. La protesta masiva del 11J lo demuestra. De ella emanan dos enseñanzas: una, que la crisis cubana —la más profunda y prolongada de su historia— es inherente al modelo totalitario; dos, que sin libertades, las soluciones demoran pero no se evitan.

Los factores internos y externos que permitieron al Gobierno cubano eludir los cambios hoy no existen. La combinación entre ineficiencia del modelo, el conflicto con Estados Unidos, la pandemia del Covid-19, y la incapacidad e imposibilidad de pagar la deuda externa, de adquirir nuevos préstamos y atraer inversión de capital, imposibilitan mantener la misma conducta sin provocar una catástrofe social de consecuencias incalculables.

Ante el actual escenario, caracterizado por la irrupción de los cubanos en las redes sociales, el descontento popular creciente y el renacimiento de la conciencia cívica, el Gobierno, aunque continué maniobrando en busca de un nuevo padrino en la arena internacional o de una salida que no implique la pérdida del poder —parece que esta es la razón de la visita oficial del presidente cubano a México—, ante el empeoramiento no tendrá más remedio que enfrentar la guerra civil latente o un proceso de diálogo-negociación.

Si la guerra es la continuación de la política por otros medios —como la definió Klausewitz—, la política es el arte de solución de conflictos mediante el diálogo y la negociación. Más allá de "victorias" efímeras y coyunturales, si las causas de los conflictos no se atienden, éstos resurgen con mayor violencia, lo que indica que el diálogo es ineludible.

Tan evidente es la necesidad del diálogo, que el Gobierno cubano intenta sustituirlo con las reuniones que frente a la prensa oficial viene celebrando con grupos de trabajadores, campesinos, estudiantes, artistas y periodistas, en las que los participantes, el lugar y el tema los decide el poder.

Ese pseudo diálogo, encasillado en límites preestablecidos como "dentro de la revolución todo, fuera de la revolución nada", no pasa de ser un intento de cambiar la forma para conservar el contenido y emitir señales falsas. Se trata de un esfuerzo dilatorio, pero inútil, porque ni los encuentros califican como diálogo, ni representan lo que los cubanos necesitan con urgencia: el restablecimiento de las libertades que fueron suprimidas desde 1959, cuando el Gobierno, convertido en fuente de derecho, sustituyó la Constitución de 1940 por los estatutos constitucionales conocidos como Ley Fundamental del Estado Cubano, desde los cuales procedió a eliminar la propiedad privada, sustituir la sociedad civil y monopolizar la enseñanza, los medios de comunicación y las instituciones culturales.

En dirección contraria, el intento de cambiar, al margen del diálogo, implica el empleo de la fuerza, para lo cual se requiere de un poder al menos similar a la que posee el Gobierno. En mi opinión, si esa fuerza existiera, su empleo conduciría a nuevos fracasos, porque en la violencia se imponen los más violentos, los que luego, convertidos en poder, tienden a resultar peores que los vencidos.

La pérdida de las libertades en Cuba —oxígeno del organismo social— condujo al desinterés por los resultados de la producción y los servicios, donde está la raíz de la crisis sostenida. La lección es clara: con una sociedad monopolizada por un Partido, que a la vez es Estado y Gobierno, y un pueblo reducido a la condición de súbdito, es imposible la paz, el bienestar y el progreso social, y por tanto la salida de la crisis. En la protesta masiva del 11J, a diferencia de sucesos anteriores, como fue el "Maleconazo" de agosto de 1994, donde la motivación principal era abandonar el país, ahora los participantes reclamaban cambios y libertades.

La solución de cualquier problema tiene por premisa la determinación de sus causas. Si la crisis cubana persiste, es precisamente porque se han soslayado sus verdaderas causas; por tanto, cualquier salida tiene que transitar por el restablecimiento de los puentes destruidos: las libertades ciudadanas.

El diálogo —arte de conciliar intereses— implica el reconocimiento mutuo de las partes en condiciones de igualdad, donde los participantes se alternan en el papel de emisor y receptor. Su aceptación, como esencia de las relaciones humanas, exige renunciar al mantenimiento de la supremacía excluyente y la disposición a ceder en algo. Hasta hoy, el Gobierno cubano se niega a dar ese paso. Pero eso no significa que tal conducta sea sostenible. Considerarse en posición ventajosa y desde ella designar a los participantes, la agenda, el lugar y las condiciones, es cualquier cosa menos lo que Cuba necesita.

Dialogar no es renunciar ni rendirse, sino una oportunidad de comunicación directa para aclarar posturas y realizar propuestas de cambios. Y como los cambios son permanentes, el diálogo constituye una necesidad del presente y del futuro, lo que obliga a potenciarlo como punto de partida, como concepto esencial, como principio rector y como estrategia permanente.

La fuerza se emplea para vencer, la negociación para solucionar; por tanto, no existen métodos para la solución de conflictos, sino un método: el diálogo y la negociación, que comprende la creación de climas de confianza, el respeto a la otra parte, flexibilidad, ponderación y objetividad en las demandas, como único camino viable, seguro y positivo para la solución de conflictos.

En el caso cubano, con el antecedente de seis décadas de totalitarismo, el diálogo requiere de un esfuerzo inmenso, dentro y fuera del territorio nacional. Es difícil, pero no hay otras opciones. Partir de la convicción de que la solución de la crisis pasa por el diálogo, constituye un paso importante.

El diálogo en Cuba tiene un objetivo: cambiar. Y ese cambio comienza por la restauración de los derechos y libertades, para que los cubanos, reconvertidos en ciudadanos, puedan participar como protagonistas.

Para el fin propuesto se requieren acciones conjuntas y simultáneas. El Partido-Estado-Gobierno tiene, definitivamente, que profundizar las medidas implementadas hasta admitir la existencia de la empresa privada, sin subordinación alguna a la fallida empresa estatal; con derechos como la libertad para producir o brindar servicios, comprar y vender, al interior y al exterior, sin la intermediación del Estado. Ese paso tiene que acompañarse del derecho a la libertad de expresión, de la división de los poderes públicos para que el judicial sea independiente y, por último, del derecho de los cubanos a elegir libremente a sus dirigentes.

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17 comentarios

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Las dictaduras solo aceptan el monólogo siempre que sea a favor de ellas, el dialogo es para la democracias.

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Quiero decir, aseres, sí, es posible q hayamos logrado una elección a través de la logística, pero hay algunas preguntas e inquietudes sobre el software y deberíamos investigarlo. No tratemos de defender algo simplemente porq no sabemos si es bueno o malo, no somos tecno-geeks, no sabemos nada d esto.

Y no es solo Arizona, ¿verdad? Era Georgia, era Michigan, eran todos estos otros estados, así q no es solo un incidente aislado sin pruebas. Creo q esa es la respuesta porq les diré lo q cuestiono. Si recuerdan hace aproximadamente un mes, en realidad Clint Hickman hizo venir a 2 auditores y no sé si uds escucharon esa historia, y dije q bueno, pongámoslos en marcha y nuestro asesor legal dijo q no, todavía no pensamos q deberíamos hacerlo y dije q por qué demonios gastamos dinero para traer dos auditores aquí y luego enviarlos de regreso. Esa fue una decisión estúpida. Clint Hickman y yo no hemos tenido una conversación personal desde entonces.

Maricopa County Supervisor Steve Chucri

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The Gateway Pundit informó que Chucri admitió que hubo recolección de votos y votantes muertos. También admitió que la auditoría realizada por el condado fue "una tontería" y el supervisor Clint Hickman mintió para obstaculizar una auditoría.

Chucri renunció completamente avergonzado después de ser expuesto, diciendo que las elecciones no fueron robadas y que Joe Biden ganó.

Profile picture for user Plutarco Cuero

Pues la solución es suicidarse ... en una revuelta sangrienta contra la policía, los camisas pardas de Pamela y el resto de los energúmenos q controlan el orden del palenque ... a ver si a el ejercito le sale un corazón de trapo y los apoya .... porque BIDÉL JOE ya hecho todo lo que sabe hacer, NADA !!!

Lo mismo que hizo Trum-P-utin, nada para derrocar al régimen. Seis décadas de republic-anos y democ-ratas y que han hecho? Y el Bidel como dice la vieja Plu-tarro Puerco de lo nada que ja hecho está haciendo rabear hasta al canelon puesto a dedo.

Profile picture for user Peña Tico

Esta vez el Weston lleva toda la razón, olvídense de diálogos.
El gobierno dirá: SI ME GUSTA QUE SUENEN PARA QUÉ LAS QUIERO ENGRASAR"

Profile picture for user Weston

Por dos décadas he escuchado noticias de dialogos entre el gobierno llamado bolivariano en Venezuela y la oposición. No he visto ningún acuerdo; pero cuando la esperanza parece perdida, reaparece un dialogante y se repite el proceso. No es descabellado hablar de diálogo en Venezuela porque en ese país siempre ha existido una abierta oposición al chavismo.Sin embargo, hablar de diálogo en Cuba me suena a retórica hueca.El gobierno cubano no tiene ni por qué ni con quién dialogar. El gobierno cubano hará concesiones (sin dialogar) sólo si esas concesiones son imprescindibles para mantener el poder; pero las concesiones serán en el plano económico, nunca concesiones políticas. Sé que muchos se molestarán con mis palabras, pero ya lo hemos analizado en otro lugar: la presión del pueblo determinará las concesiones, pero COVID controlado, turismo abierto y cierto auge del sector privado con el capital del exilio, garantiza muchos años de dictadura en Cuba. No tienen que negociar nada.

Como siempre muy civilizada y lúcida la entrega del señor Dimas Castellanos. Sólo desearía agregar que no es necesario abogar para que la oposición comprenda la importancia de un diálogo, sino convencer a quienes detentan el poder en Cuba.

¿Qué motivación tendría éste o cualquier régimen para negociar cuando tiene el control absoluto del poder? Para nadie es un secreto que los totalitarismos liquidan a las sociedades civiles, que son las encargadas de movilizar protestas significativas.

Cualquier nuevo intento de presión, como el J11 o anteriores, serían sofocado por unas fuerzas represivas listas para la acción y que a no dudarlo, llegarían hasta dónde fuera necesario para preservar el poder. A confesión de parte, relevo de pruebas.

Profile picture for user Pedro Benitez

Parece que los militares cubanos apuestan por la violencia. Puede ser interesante analizar las consecuencias de los paros generales y nacionales en la historia de Cuba. Porque los ciudadanos cubanos pueden responder a la violencia con la inmovilidad social.

Profile picture for user Plutarco Cuero

La inmovilidad social es imposible en Cuba por el desabastecimiento exprofeso como forma de control social ...

Donde se han visto que una dictadura acepte el dialogo, si hay ejemplos deben ser muy pocos.

Profile picture for user Ana J. Faya

Coincido con "Rolando Laserie". Hay una afirmación en el trabajo de Dimas que para mí es importante: "El diálogo en Cuba tiene un objetivo: cambiar. Y ese cambio comienza por la restauración de los derechos y libertades". Mientras el régimen perciba --como hasta hoy-- que esa restauración de derechos pone en riesgo su permanencia en el poder, evitará el diálogo --como hasta hoy. Díaz-Canel S ha dado muestras de preferir las puestas en escena de diálogos, con sordos o con repetidores de consignas como interlocutores, porque el poder del MININT y las FAR se lo permite.

Contundente el artículo de Dimas. Y estoy de acuerdo con el en cuanto al empleo de la fuerza y lo que significa el diálogo. El problema es que casi no existen interlocutores del lado del pueblo, tal vez los miembros del Movimiento San Isidro y el 27N, el resto son solo un puñado de "influencers" dedicados a discutir y fajarse unos con otros, donde el que mas bonito habla cree que "Cuba debe ser una república, no una democracia". Lo único que podrá cambiar nuestro país es que exista un "Verano Cubano" (estilo primavera árabe).

Lo que ocurrio el 11 de julio ,no lo pudo preveer nadie , bueno si Emilio Morales lo vaticino aqui en D C . Tiene que haber una tremendisima presion sobre la tirania castrcanelista , tienen que haber mas manifestaciones a todo lo largo del pais y acciones de todo tipo .La triania castrocanelista esta armada hasta los dientes y el indefenso pueblo cubano esta prisionero de esa tirania. Yo se y entiendo las razones morales, por lo que muchos se oponen a un dialogo con la tirania castrista , pero en el caso cubano , quien mas se opone con vehemencia total es la la tirania castrista .La tirania castrocanelista sabe muy bien ,que cualquier dialogo real ,va aconducir a que la misma desaparesca. Rene Libertario.

Profile picture for user Rolando Laserie

Mientras el gobierno tenga control de las fuerzas armadas y de orden interior no habrá guerra civil. Y mientras sea así, no habrá diálogo con la oposición, salvo que esta se gane al pueblo y provoque una debacle electoral. Lo importante no es el diálogo en sí, sino el poder que hay que conseguir para obligar al diálogo. Todo lo demás es cuento viejo.

Muy bueno su comentario estimado Rolando Laserie, realmente una guerra civil necesita de una logística, espacio operativo y suministros de armas que no existe en Cuba algo que sólo sería posible establecer con el concurso de una potencia extranjera. Ello resulta inimaginable en el contexto geopolítico actual, aunque sí pudieran haber brotes callejeros aislados de descontento, pero de ahí a un enfrentamiento armado sostenido --es decir una guerra civil-- contra el gobierno es muy difícil por no decir imposible, dada la inexistencia de soporte que antes mencionada. Saludos.