Ernesto Mata Viera tiene 23 años y su cuerpo es un lienzo tatuado que refleja su inquietud por convertir en arte las ideas pensadas por muchos cubanos y dichas por pocos. Después de tres años tatuando, haciendo sus propios diseños y pensando que hasta ahí llegaría, decidió salir de su zona de confort, aunque le generaba buen dinero. Con la llegada del Covid-19 y ante las circunstancias del confinamiento, sintió la necesidad de incursionar seriamente en la plástica.
Poco a poco, fue desarrollando una obra en soportes como el acrílico sobre cartulina, el grabado, hasta llegar a paredes de La Habana que grafittea bajo su firma, "1923". Sus personajes carecen de rostro, no representan a un individuo en específico, sino que son el reflejo de los anhelos de una sociedad. Ese vacío de ojos, boca y nariz lo llena Mata Viera con frases como: "El hombre es libre como un pájaro en la jaula", "No modificaré jamás lo que mi alma me dicte", "¿Y por qué no me cuentas la verdad?", "Tener una brújula ética funcionaría si todos la tuvieran" o "Actuar es dejar todo atrás y convertirse en algo nuevo". Con su obra, el artista quiere llevar al espectador a un estado reflexivo.
Arte para cubanos olvidados
Tras un año de este trabajo atípico, Mata quiso montar su primera exposición bajo el título de Atlantis. Cuando nos comentó la idea, al momento pensamos en "La Aldea", no el grupo de rap, sino los albergues estatales del reparto Bahía, al este de La Habana, donde malviven cientos de cubanos.
La idea era realizar su primera muestra personal al aire libre, sin fines de lucro, y llevar arte a un barrio periférico donde generalmente las instituciones no realizan proyectos socioculturales, y cuyos habitantes no pueden acudir con frecuencia a las galerías porque deben priorizar sobrevivir.
La mayoría de los taxistas no quiere ir hasta La Aldea por temor a dañar sus autos en las calles agrietadas que conducen al albergue. Pese a ello, hubo uno que accedió a regañadientes y los cuadros llegaron a su destino.
La relación entre la temática social en la obra de Mata Viera, el título de la exposición y el escenario donde se presentaría era perfecta.
A las 10:00 de la mañana, el sol es implacable dentro y fuera de las 15 naves que conforman al albergue. La palabra "hacinamiento" describe las condiciones de esa comunidad.
Mudar a sus residentes a otro sitio mejoraría sus condiciones de vida; pero ¿a dónde? Desde hace décadas el Estado incumple sus planes de construcción de viviendas y los expedientes de estos cubanos, como los de muchos de los habitantes de las 105 "comunidades de tránsito" capitalinas —eufemismo que usa el Gobierno para los albergues— no avanzan.
En estos lugares hay personas que llevan 30 años esperando una vivienda. La "solución" a corto plazo han sido ampliaciones e insertos a la infraestructura inicial de sus hogares supuestamente "transitorios".
Atlantis en La Aldea
"Realizar Atlantis fue complicado. Hubo que buscar los materiales para hacer un grafitti en el lugar y marcos para colgar las pinturas en las fachadas de un barrio olvidado", dijo Mata Viera a DIARIO DE CUBA. "Tampoco fue simple la selección de 17 cuadros que lograran expresar de qué va mi obra; ni la misma experiencia de compartir bajo sospechas de ciertos funcionarios vigilando, cuando esto es algo que culturalmente necesitaba mucho la comunidad", añadió.
"Aun así, no podía haber escogido un mejor lugar para mi exposición", consideró el artista, quien el lunes 30 de agosto, con la colaboración de amigos, montó Atlantis en las paredes despintadas de las naves de La Aldea sin pedir permiso a instituciones ni pasar por el papeleo burocrático, solo con sus deseos de mostrar sus obras y la aceptación de las personas humildes que residen en el albergue.
Los mismos pobladores se prestaron a ayudar en el montaje de las piezas, mientras los niños miraban curiosos. Habilitaron un pequeño espacio con sombra para guardar las pertenencias, y brindaron una tanqueta de agua con hielo para aplacar el calor.
El público destinatario de esa muestra desconocía de artes pláticas, mas eso no fue impedimento para que conectaran con la obra de "1923" y encontraran sus propios significados a los mensajes visuales.
Leo fue uno de los primeros vecinos que, al saber lo que se gestaba, dio el sí para colgar un cuadro en su pared. Al ver la pieza titulada "En la lucha", una de las de mayor tamaño, exigió que fuera la expuesta en su vivienda.
A medida que se iban abriendo los huecos en las paredes y situando los cuadros, los niños preguntaban asombrados si la exposición era gratis; otros querían saber cuánto costaban las obras. Poco a poco se hacían parte de ese evento que le daba color, aunque sea por unas horas, a su entorno.
Tras leer las frases plasmadas en las pinturas, una muchacha expresó: "Óyeme, ustedes sí saben escribir bonito", y es que cada expresión de las obras relata un aspecto diverso y agudo de la realidad cubana de estos críticos tiempos.
La obra de Mata Viera tiene un matiz auténtico en el panorama cubano actual. Con la formación técnica que le dio el grabado —legada en parte por su padre, el grabador Ernesto Mata Domínguez—, el trabajo de "1923" reclama un lugar en las artes visuales contemporáneas de la Isla.
Por estos días, tras las protestas del 11 de julio y su repercusión social, hay recorridos e intercambios de la máxima dirección del país por comunidades pobres para, dice, "conocer el trabajo social que se realiza en cada uno de esos lugares".
Mientras se desarrollaba Atlantis, un grupo de funcionarios estaba de visita en el Albergue de Plaza, de unas siete naves y cercano a La Aldea. "Claro que están allí, ellos son más problemáticos y unidos. Nosotros, más mansos, decidimos aguantar. Nos sentimos en el olvido, desprotegidos en el desamparo", opinó Isaris.
Ernesto Mata Viera no pudo dejar sus obras en La Aldea porque la producción de cada pieza en Cuba es trabajosa dada la escasez de materiales y la carestía de la vida en general. No obstante, eligió una pared humedecida por el tiempo, plasmó en ella el rostro de una muñeca y escribió la frase "Pronto llegará", dedicada a las personas que viven en eterna espera en el albergue.
Al final de la muestra, el artista y sus colaboradores rifaron un cuadro que ganó Yasmín. Se titula "Bloqueo", palabra común en el discurso oficial, como si el único "bloqueo" existente en la Isla fuera el estadounidense.
En los últimos minutos crecía la sospecha, rondaba el jefe de sector de la Policía, pero no disminuía la energía de la comunidad. En la pieza sorteada se lee: "Nos están matando".
"En estos lugares hay personas que llevan 30 años esperando una vivienda." Se dice fácil, pero es horrendo. Quiere decir que ninguna de esas personas en sus vidas adultas han tenido un proyecto propio de vida íntima, o familiar, ninguna de ellas. Amén de relaciones interpersonales "complicadas", por decirlo de alguna manera. No digo yo si le dan la bienvenida a la obra de Ernesto Mata, al menos es algo que les regalan hecho con las mejores intenciones.
Doña Ana___ Así es doña. El país se cae a pedazos y cada ciclón o tormenta deja más ruinas, pero siguen manteniendo el discurso falso y mentiroso de la "construcción del socialismo". Ninguna de esas pobres gentes verán una casa decente, y como dice una entrevistada, de allí se irá al cementerio.
Impresionante testimonio de los que es Cuba después de 62 años. A ver que dice Chaflán o Israel Roja con estos "confundidos"