Mucho se preocupa la Policía política por "desactivar" el movimiento animalista. Desde que los defensores de los derechos de los animales empezaron a salir a la calle con carteles exigiendo una Ley de Protección Animal, allá por el año 2018, o denunciando los asesinatos de Zoonosis, el cuerpo de espías y destructores puso manos a la obra para torpedearlo. Ya se sabe: a la Revolución no le gustan los carteles ajenos, las reuniones no programadas, el ánimo rebelde, incluso si este se concentra, básicamente, en el cuidado de un perro. A la Revolución todo le asusta.
Un pulso involuntario tiene lugar, entonces, entre los miembros del movimiento y el poder corrupto. Involuntario porque la mayoría de las animalistas (casi toda mujeres) son sinceras cuidadoras de animales que se sorprenden de la atención que un órgano represivo tan distante como la Seguridad del Estado les presta. "¿A qué Estado hacemos inseguro?", se preguntan. Sin embargo, la rivalidad existe y persistirá porque se trata del natural antagonismo entre un movimiento civil espontáneo y auténtico y un poder espurio y controlador que tiende a la muerte.
Este año la contienda ha cobrado una forma vergonzosa, precisamente el día en que el movimiento rinde homenaje a Jeanentte Ryder y su perro Rinti en peregrinación a su tumba. Esta peregrinación siempre ha sido vigilada por la Policía política. También ha sido infiltrada. Incluso han tratado de impedirla, con cierto éxito después de julio de 2021, y ahora limitan a los animalistas al área del cementerio. Pero hasta la fecha había servido mal que bien de tribuna para que los reclamos del movimiento se oyeran en vivo, siquiera una vez al año. En este aniversario, no.
El domingo 14 de abril de 2024, ocurrió por fin lo que debe ser el ideal del poder controlador: las voces auténticas fueron suplantadas por la institución. La oficialista ANIPLANT —única sociedad protectora que permite el Estado, porque le pertenece— finalmente dejó de ser la mediocre entidad que sabemos, siempre a la zaga de los verdaderos reclamos del movimiento, siempre perezosa, indispuesta a la acción, para secuestrar el derecho a la voz.
Ahí estaba, al lado de la tumba de Jeanentte Ryder, la presidenta Maritza Ramírez Peña, recordando a los asistentes que esta era una "actividad" de ANIPLANT (cuando se sabe que han sido los protectores independientes del Estado quienes han conquistado el espacio). Allí estaba, subida en el costado de la tumba, la presidenta gris procurando su liderazgo ficticio, leyendo una aburrida biografía de Ryder, mientras representaba el papel que le otorgaron sus jefes: el de maestra de ceremonia en el entierro de la voz del movimiento.
"Pero vamos a hablar de cosas de la actualidad", se oyó decir a una animalista del grupo, una vez que terminó lo que parecía ser la parte oficial de la actividad.
"Un momento", terció rauda la estrenada líder de ANIPLANT, sin abandonar su puesto, "hoy estamos en un homenaje, las cuestiones puntuales se pueden discutir más tarde". Cuestiones "puntuales", por ejemplo, es lo que escandaliza esta semana a la comunidad de protectores: la masacre de perros en San José de las Lajas que fueron robados, convertidos y vendidos como picadillo en el mismo lugar y denunciado en las redes por una animalista. "Cuestión puntual" es el renacido reclamo en las redes sociales por una verdadera Ley con verdaderas sanciones para los maltratadores de animales. Este era el primer fervor que conducía el domingo a los participantes de la peregrinación, este era el tema urgente que les abatía y sobre el cual necesitaban hablar. Pero ANIPLANT había sido comandada ahí para el silencio: "Este no es el momento ni el lugar", gritaba desde su elevación Maritza Ramírez Peña.
"Yo sí quiero decir que ANIPLANT no nos apoya en nada", alcanzó a hablar una valiente protectora que, a pesar del veto, se paró casi a la altura de la representante del poder. Enseguida un clamor de la gente desorganizó las palabras. "Todo esto es mentira, no existe ningún apoyo de nadie"… "¡Se acabó la actividad!", gritó Ramírez Peña a punto de perder el control desde su altura. En ese momento era el funcionario de Cultura que castiga la obra, el revisador de piezas teatrales, el director que desvía al obrero inconforme.
Consiguieron traer a una animalista muy antigua para aplacar los ánimos, que llorosa lanzó alguna frase sobre la necesidad de una ley, arrancando el aplauso efusivo de los verdaderos miembros y, antes de que pudiera intervenir alguien más, se oyó de nuevo desde las alturas: "Se acabó la actividad", y esto fue todo. La única asociación para la protección animal permitida por el Estado había robado el derecho exclusivo a la palabra y al podio.
Si la protección de animales no fuera un impulso real entre algunas personas, como no lo es, digamos, la producción de cepillos, o de croquetas, esta tarea hoy correría la suerte de la empresa estatal socialista, manejada por el poder insensible e inepto, que en este caso llamaríamos Asociación Cubana para la Protección de los Animales y las Plantas: ANIPLANT.
"No pudimos ni decir nada", se oía protestar en pequeños grupos a las activistas mientras se reconocían y saludaban en una finalizada la ceremonia: "Vinimos aquí para oír a ANIPLANT".
A muchos le ha sorprendido la manera especialmente paranoica con que la Seguridad del Estado ha procedido en torno a la peregrinación de este año 2024. No pocas activistas se preguntan qué necesidad hubo de visitar la noche anterior a una vieja cuidadora de perros que no tiene ni refrigerador para "alertarla" de que no hablara. ¿Qué sentido tenía citar para la misma hora ese domingo al activista Filo Freedie, para amenazarlo con cárcel por convocar a una peregrinación que se convoca todos los años, ¡y que la misma ANIPLANT reclama como suya!? ¡Qué tamaño ridículo el haber sacado a la pobre señora Dalia Jiménez de sus quehaceres cuando alimentaba a sus gatos detrás de San Jerónimo, para atemorizarla también a la víspera!
Tiene sentido: el plan era callar a aquellos líderes que pudieran impedir la usurpación de ANIPLANT. La nutrida y evidente presencia de segurosos vestidos de civil entre la gente, la Policía pidiendo identificación a un grupo de activistas a la salida del cementerio, la persecución burda de otro grupo (con patrulla incluida) por segurosos vestidos de civil, querían el mismo propósito: asustar al inexperto, desanimar al inocente, hacer que las activistas no quieran regresar más a ese lugar que hasta el momento había sido, con orgullo, su última tribuna, dejar con las palabras a ANIPLANT y con el miedo al resto.
Los animalistas creyeron que asistían el domingo a una peregrinación recordatoria, pero la Seguridad del Estado había planificado un entierro. Queda para los protectores tener conciencia del momento culminante en que se encuentran, de cómo el Estado piensa que ha ganado a la fuerza.
Felicitaciones a la autora por un artículo interesante.
Aquí el Estado perdió el control sobre un Movimiento Ciudadano con un enfoque limitado a los animales. Obviamente, si el movimiento se concentra en los derechos humanos, entonces no pueden participar en la protección de los animales; estos ciudadanos están practicando la libertad en las narices del totalitarismo. El Estado no puede romper la cohesión del movimiento porque no tiene causa para proceder con los arrestos. También, es verdad que el Estado cubano no desea una confrontación con instituciones internacionales que se dedican a proteger a los animales. Sin embargo, el cuerpo ciudadano no pierde el cohesivo porque apuesta por la interacción apolítica en la comunidad. Todo lo que puede hacer el perdedor-Estado es desplazarse paralelamente a la sombra del movimiento: “de cómo el Estado piensa que ha ganado a la fuerza”
Feministas; grupos pro LGBT; ambientalistas; el Culto de los Pronombres; lunáticos woke... todos estos activistas insoportables y radicales es lo próximo con lo que este país va a tener que lidiar si se llega a producir un cambio de gobierno.
Hasta que los animalistas no entiendan que los derechos humanos y la libertad van primero, y la de los animales despues, van a seguir asi. Es en una sociedad donde se respetan los derechos humanos donde se le puede garantizar mejores condiciones a todos los animales, menos al mosquito por supuesto, ese pobre si no tiene chance....
Bueno tampoco así que para los mosquitos se crearon los apagones.
Cierto.