Con un tercio del total de alcaldías que alcanzó hace 12 años, cuando estuvo en su mejor momento, apenas controlando ahora una capital estadal (provincial) y un discurso que parece desconectado de la sociedad actual, las elecciones municipales de Brasil revelaron la necesidad de reorientación en el histórico Partido de los Trabajadores (PT).
En su mejor momento, el PT fue el partido de izquierdas en América Latina con el mayor volumen de militantes y vivió por años de su icónico nacimiento en las postrimerías de la dictadura militar que padeció Brasil por dos décadas desde 1964. El PT, fundado por el ahora septuagenario Luiz Inácio Lula da Silva en los años 80, es, según analistas políticos, una sombra de lo que fue en su mejor momento, en las elecciones presidenciales de 2010 y las municipales de 2012.
La segunda vuelta de las elecciones municipales de este 2024 evidenciaron los límites del PT en el contexto actual. Obtuvo 252 alcaldías, siendo el octavo partido en número de intendencias, muy alejado del centrista Partido Social Democrático (PSD) que alcanzó 887 e incluso duplicado por el Partido Liberal, del expresidente Jair Bolsonaro, que obtuvo 510 alcaldías.
En esta segunda vuelta, donde se disputaban 15 alcaldías, el PT solo se impuso en una, para quedarse con la única alcaldía que es capital de estado, Fortaleza, cabeza estadal (provincial) de Ceará, en el nordeste.
Las alcaldías en disputa, en segunda vuelta este domingo 27 de octubre, quedaron en manos fundamentalmente de partidos de centro y conservadores.
En São Paulo, la mayor ciudad del país, se impuso Ricardo Nunes. En esta ciudad y sus municipios periféricos el PT tuvo otrora una presencia significativa. Nunes, el alcalde actual, conservador y alineado con Bolsonaro, sacó casi un 20% de ventaja al aspirante apoyado por Lula da Silva, Guilherme Boulos.
En su acto de agradecimiento, Nunes saludó efusivamente a Tarcísio de Freitas, gobernador del estado de São Paulo, quien se proyecta como candidato presidencial por el bolsonarismo para las presidenciales de 2026, dado que el expresidente conservador está inhabilitado políticamente.
La derrota aplastante que sufrió Boulos, por otro lado, lo deja fuera de cualquier chance de aspirar a la Presidencia, con lo cual cobra fuerza la opción de que Lula da Silva busque la Presidencia nuevamente en 2026 (cuando tendrá 81 años), como la única manera de contener la grave erosión que vive el partido que fundó y que fue referente para el progresismo.
La caída que vive el PT, y que las municipales desnudó por completo, tiene que ver con el peso que sigue teniendo aún entre muchos brasileños la seguidilla de escándalos de corrupción que envolvieron al segundo periodo de Lula da Silva (2007-2010) y que estallaron durante la gestión de su delfín Dilma Rousseff, quien finalmente fue destituida por el Congreso en 2016.
Prácticamente toda la plana mayor del PT estuvo involucrada o salpicada por una cadena de escándalos que tuvo en el caso Lava Jatos la trama más notoria de corrupción al envolver a la empresa privada Odebrecht y a la estatal petrolera Petrobras. Esta trama tuvo ramificaciones en diversos países de América Latina involucrando, en su momento, a presidentes, ministros y altos funcionarios.
El propio Lula da Silva estuvo en prisión en 2018 por más de 500 días, y luego las acusaciones en su contra fueron desechadas por un problema de procedimiento, con lo cual la Justicia no certificó la inocencia del tres veces presidente. Un juez brasileño dictaminó en septiembre de 2016 que había suficientes pruebas para que Lula da Silva, su esposa —quien falleció meses después— y otras seis personas fueran juzgadas por cargos de corrupción en relación a contratos de Petrobras.
Consultado por el portal BBC Brasil, el profesor de Ciencias Políticas de la Fundación Getúlio Vargas (FGV), Cláudio Couto, cree que aún persiste una percepción negativa entre los brasileños de los escándalos de corrupción que envolvieron al PT.
A juicio de Couto, a pesar de que el PT regresó a la Presidencia en 2023 (en alianza con partidos de centro y centro derecha) y de que tuvo una ligera recuperación en las elecciones municipales de este año, todavía no ha podido recuperarse de los impactos negativos de esta sucesión de crisis vividas en los últimos años, por los casos de corrupción.
El PT también enfrenta otro tipo de crisis. Se trata, según coinciden analistas, en la pérdida de conexión con segmentos de la población que en el pasado eran vistos como votantes cautivos del partido. Cláudio Couto, por ejemplo, sostiene que cuando surgió, "el PT pretendía defender a los trabajadores explotados por el sistema capitalista y que necesitaban representación política".
Para este profesor, sin embargo, no solo cambió el mundo sino la propia dinámica económica y laboral de Brasil, que es la octava economía más grande del mundo.
Actualmente, según Couto, una parte importante de los habitantes de las zonas periféricas de las grandes ciudades (donde el PT tuvo mucha fuerza) no se sienten representados por un discurso vinculado a la lucha sindical, ya que una gran proporción de estos trabajadores viven —de hecho— en la informalidad, sin contratos de trabajo estables.
Un ejemplo de esta pérdida de influencia en las periferias urbanas lo documentó France24. Al margen de la ciudad de São Paulo, capital del estado homónimo, la gran mayoría de los municipios obreros vecinos de São Paulo, donde Lula da Silva fue el candidato más votado en las elecciones de 2022, quedaron en este 2024 en manos de partidos de centroderecha y derecha.
Entre ellos, São Bernardo do Campo, cuna política del septuagenario líder político y exdirigente sindical. El único triunfo del PT en dicha región obrera fue el municipio de Mau.