Las últimas elecciones en Haití se celebraron en 2016. Fue electo, entonces, Jovenel Moïse y se ponía fin una estabilidad política inédita en el empobrecido país caribeño. Después de ocho años no se celebraron comicios de nuevo, no hay instituciones y la población padece una atroz ola de violencia criminal. Ante todo esto, el actual Gobierno provisional prioriza volver a las urnas en 2025.
Por una serie de disputas e interpretaciones legales, el mandato de Moïse no comenzó en febrero de 2016, cuando concluyó el periodo de su antecesor Michel Martelly, sino un año después. Con lo cual el mandatario estuvo realizando diversas maniobras que le enfrentaron al Congreso, argumentando que fue electo para cinco años y que por tanto debía gobernar hasta febrero de 2022.
Asesinado en julio de 2021, Moïse ya había incubado una crisis generalizada que estalló tras su muerte y que se profundizó teniendo como primer ministro en funciones a Ariel Henry, nombrado a pocos días del asesinato del entonces presidente y que debía ser ratificado por el Parlamento. Sin embargo, el Poder Legislativo había sido minado por el mandatario y era prácticamente inexistente.
Para la prensa extranjera que le da cobertura a Haití resultó entonces llamativo que, durante la reciente visita a Puerto Príncipe del secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, el Gobierno provisional juramentado hace escasos tres meses haya puesto fecha a las elecciones generales para noviembre de 2025.
La complejidad de la crisis que vive Haití requiere de poderes e instituciones que gocen de legitimidad, esta es la tesis que sostiene el actual primer ministro interino Garry Conille. Veterano funcionario de la ONU, su designación fue clave para que terminara de desembarcar en Haití el primer contingente de una fuerza multinacional encabezada por Kenia para hacer frente a la violencia desatada.
Sin resultados contundentes que mostrar en sus primeras semanas en el terreno y siendo además una primera avanzada (son 400 efectivos de un total de más de 2.000 que se esperan completen esta fuerza internacional), entre los haitianos se manifiesta cierto escepticismo sobre cómo volver a controlar a una delincuencia organizada y sanguinaria que tomó las calles de forma abierta en febrero de este año y obligó al entonces primer ministro Henry a no volver al país.
La situación caótica que padece la población haitiana es notoria, como quedó reflejada durante la visita de Blinken. El Gobierno de EEUU es el principal financista y entusiasta promotor de la fuerza multinacional, que además de asesorar en la reconstrucción de la Policía Nacional de Haití también tiene mandato de actuar contra las bandas criminales si la situación lo amerita.
Puerto Príncipe, la capital haitiana, estuvo sin energía eléctrica durante la visita del secretario de Estado de EEUU este jueves 5 de septiembre. Un ataque de una banda criminal a instalaciones de generación eléctrica dejó sin electricidad a la principal ciudad de esta empobrecida nación y corroboró que la violencia criminal sigue actuando aún sin ser controlada.
Haití, que comparte el territorio de la isla La Española con República Dominicana, registra un éxodo interno y externo con esta crisis de violencia, que se suma a una economía de por sí precaria. De acuerdo con cifras de Naciones Unidas, más de medio millón de personas son desplazados internos que han huido de la violencia que campea, principalmente en Puerto Príncipe y sus barriadas aledañas.
El peligroso paso por la selva del Darién de migrantes que realizan una ruta desde Colombia hasta México, con el plan de ingresar sin documentación a EEUU, está conformado en este 2024 principalmente por venezolanos, ecuatorianos y haitianos, según las autoridades panameñas de Migración.
La década sin sobresaltos de envergadura que caracterizaron los años de dos gobiernos democráticos sucesivos (los de René Préval y Michel Martelly) concluyó en 2016 y, aunque hubo relativa calma en los años siguientes, investigaciones independientes como las realizadas por Insight Crime, apuntan a que Moïse permitió desde el poder la expansión de los grupos criminales en un plan que no llegó a ejecutar por su asesinato, pero que comprendería buscar la relección en 2022, pese a que esto está prohibido de forma clara por la Constitución.
Blinken, que ha encontrado un claro respaldo en el secretario general de la ONU, António Guterres, en relación con la crisis de violencia generalizada en Haití, aprovechó su presencia en Puerto Príncipe para llamar a que otros países democráticos se sumen al financiamiento de la misión que encabeza Kenia.
El secretario de Estado anunció una nueva ayuda humanitaria de 45 millones de dólares para la nación caribeña, pero al mismo tiempo reclamó a los demás estados que ayuden a financiar la misión extranjera apoyada por Washington y la ONU para frenar a las bandas criminales haitianas.
"En este momento crítico, necesitamos más fondos", dijo llanamente el jefe de la diplomacia estadounidense.
Blinken se reunió con los uniformados de Kenia, con el primer ministro Conille, así como con el coordinador del Consejo Presidencial de Transición, Edgard Leblanc Fils.
"La seguridad es la base para todo lo demás, incluida la preparación de elecciones el año próximo y los servicios básicos para el pueblo haitiano", sostuvo Blinken.
Las autoridades provisionales de Haití han puesto como prioridad la celebración de elecciones en noviembre de 2025. Estas autoridades fueron nombradas por consenso entre distintas fuerzas políticas dentro del país, con el apoyo de EEUU y la Comunidad del Caribe (CARICOM), ante la renuncia desde el extranjero de Henry, quien fue primer ministro provisorio pero que desmanteló al poder electoral para evitar la realización de elecciones.
Edgard Leblanc Fils confirmó ante el alto representante de Estados Unidos que esperan designar un consejo electoral independiente y diverso, con el objetivo de celebrar elecciones en noviembre de 2025, lo cual consideró un compromiso clave de las autoridades provisorias en un país cuya población no vota desde 2016.