El exdiplomático norcoreano Ri Il Kyu, el funcionario de más alto rango que ha desertado del régimen de Kim Jong Un desde 2016, y que era el responsable de asuntos políticos de la embajada de Pyongyang en La Habana, dijo recientemente en una entrevista con la BBC que "ganaba apenas 500 dólares al mes y vendía puros cubanos ilegalmente en China para ganar lo suficiente para mantener a mi familia".
Ri, quien se encontró con el líder norcoreano en siete ocasiones distintas y confesó haber "temblado de nervios la primera vez", dijo que "el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca sería una oportunidad única en mil años para Corea del Norte".
El exfuncionario afirmó que Pyongyang "todavía ve a Trump como alguien con quien puede negociar sobre su programa de armas nucleares, a pesar de que las conversaciones entre él y Kim Jong Un fracasaron en 2019".
En más de una ocasión, Trump elogió su relación con el líder norcoreano como un logro clave de su presidencia y alguna vez dijo que los dos "se enamoraron" intercambiando cartas. Hace poco más de un mes, en un mitin de campaña, el expresidente de EEUU y actual candidato presidencial dijo que a Kim Jong Un le gustaría verlo de nuevo en el cargo. "Creo que me extraña, si quieren saber la verdad", dijo.
Sin embargo, el exdiplomático norcoreano, quien reside en Corea del Sur y es considerado un traidor por el régimen al que sirvió durante años, apuntó que "el estado nuclear nunca se deshará de sus armas, y probablemente buscará un acuerdo para congelar su programa nuclear a cambio de que EEUU levante las sanciones. Pero Pyongyang no negociará de buena fe. Aceptar congelar su programa nuclear sería una estratagema, un engaño al cien por cien". En su opinión, esta sería una "aproximación peligrosa que solo conduciría al fortalecimiento de Corea del Norte".
"Corea del Norte entiende que el único camino hacia su supervivencia, la única manera de eliminar la amenaza de invasión y desarrollar su economía, es normalizar las relaciones con Estados Unidos", agregó.
Sobre sus encuentros con el temido Kin Jong Un, el exdiplomático dijo que siempre lo encontró "sonriente y de buen humor". "A menudo elogiaba a la gente y se reía. Parece una persona normal", agregó y expuso que no tiene dudas de que le líder "haría cualquier cosa para garantizar su supervivencia, incluso si eso significara matar a sus 25 millones de habitantes: Podría haber sido una persona maravillosa y un padre, pero convertirlo en un dios lo ha convertido en un ser monstruoso".
Ri, quien describió su proceso de deserción como "una apuesta de vida o muerte", señaló que "los norcoreanos comunes que son descubiertos desertando normalmente son torturados durante unos meses y luego liberados, pero para las élites como nosotros, solo hay dos resultados: la vida en un campo de prisioneros políticos o ser ejecutados por un pelotón de fusilamiento".
"El miedo y el terror eran abrumadores. Podía aceptar mi propia muerte, pero no soportaba la idea de que mi familia fuera arrastrada a un gulag", destacó y, en tal contexto, afirmó que "ya no existe una lealtad genuina hacia el régimen ni hacia Kim Jong Un, es una lealtad forzada, donde uno debe ser leal o enfrentarse a la muerte".
"Kim Jong Un es muy consciente de que la lealtad está menguando, que la gente está evolucionando, y es por eso que está intensificando su régimen de terror", dijo Ri Il Kyu e insistió en que "la comunidad internacional debe unirse, incluidos los aliados de Corea del Norte, China y Rusia, para persuadirlo persistentemente de que cambie. Esto es lo único que conseguirá el fin de la dictadura norcoreana".
¿Cómo que desertó en Cuba, según el titular?
A Corea del Norte nada más la libera Dios. Ahí el que diga pío le meten plomo y la familia va de cabeza para un campo de concentración.
Demasiado ingenuo este diplomático en pensar que la presión internacional logre un cambio en el régimen de Corea del Norte. Quienes hemos tenido que sufrir en carne propia regímenes similares, hasta menos estrictos y depresivos que el de Corea, sabemos de sobra que nunca cederán el poder por ninguna presión. En cuanto a la fidelidad del pueblo a la dictadura también sabemos que nunca ha sido tal y que sólo el miedo y el instinto de conservación nos han hecho aparentar la lncondicionalidad a estos tiranos.