Al fiscal General de Venezuela, Tarek William Saab le va mal, así como al régimen de Maduro: el expediente de la Corte Penal Internacional de La Haya sobre violaciones de los derechos humanos y judiciales, crece; tampoco recibirán una conclusión favorable sobre la disputa del Esequivo de esa corte. Según el analista venezolano Daniel Lara Farías, esta es la razón por la cual desempolvan ahora el misterio de la muerte del rapero Tyrone José González (a.k.a. Canserbero) y lo ponen en primer plano en los periódicos como ejemplo de rigor inquisidor.
En 2015 el rapero venezolano de 26 años, considerado el más importante de lengua española por la revista Rolling Stone, perdió la vida en circunstancias dudosas —aunque en su momento, la versión divulgada por la Fiscalía adoleció de demasiada certidumbre—. Según este primer relato, Canserbero habría matado a su amigo y productor Carlos Molnar y más tarde se habría suicidado lanzándose de un décimo piso.
No importa cuánto su primo, padre y hermanas protestaron sobre esta extraña historia, la Fiscalía en su momento decidió cerrar el caso desoyendo incluso al Defensor del Pueblo, el mismísimo Tarek William Saab, quien había solicitado una investigación más recta debido a las innumerables incongruencias encontradas. En 2015, la causa se sobreseyó por haber muerto supuestamente el propio asesino, y desde entonces la familia no ha dejado de pedir justicia en sus redes sociales a través de la etiqueta #JusticiaForCan.
Ocho años más tarde del sucedido, curiosamente, Tarek William vuelve a prestar oídos al reclamo familiar. Al hacerlo ha confeccionado también una especie de pasarela mediática, donde ofrece efusivas conferencias de prensa, hace vídeos promocionales que lo registran a él, Tarek William, hablando en el lugar de los hechos con los familiares; a él mismo, émulo de Sherlock, husmeando en los alrededores del suceso.
El caso es que una vez reabierta la investigación, a finales de noviembre han exhumado también el cadáver del rapero, lo cual añade una lista de contradicciones a la versión inicial:
Se sabe que la noche del 20 de enero de 2015, Tyrone visita a la pareja de Carlos Molnar y Natalia Améstica, quien también fungía como manager del rapero, aunque últimamente sus relaciones quizás no eran muy buenas. Al principio se dijo que el motivo de la visita había sido el cumpleaños de la hija de Natalia y Carlos, aunque ahora se afirma que Canserbero fue a ese apartamento porque en el suyo hubo un corte de electricidad. Cuando un vecino halló el cadáver de Canserbero, al día siguiente, con los pantalones bajos y boca arriba, a cinco metros de distancia del edificio, solo el primo de Natalia habló a la prensa, a quien contó la misma historia que la Policía había dado por buena, proveniente de la única testigo de lo ocurrido: la propia Natalia.
Según ese relato, Canserbero había llegado esa madrugada en pleno ataque sicótico, y luego de proferir sinsentidos sobre una supuesta tortura a su novia, apuñaló 17 veces a Carlos por la espalda y después se lanzó por la ventana, quizás arrepentido de sus actos. Guillermo Améstica, hermano de Natalia, propuso repetidamente al público que Canserbero era esquizofrénico. La prensa repitió esta versión, que por alguna misteriosa razón pasó a ser también la versión oficial, acogida por la Justicia con demasiada hospitalidad.
El punto más débil de esta frágil historia es el hecho de que la ventana por donde debió haberse lanzado Canserbero estaba intacta. Era de persianas de vidrio, pero estas permanecían en su lugar al día siguiente. Repite Tarek William que la hipótesis de que el rapero haya quitado una a una las persianas y alguien vuelto a ponerlas, es absurda. Además, el cuerpo cayó en un lugar demasiado lejano al recorrido que debía haber hecho según su peso y estructura. Otra grave omisión es el arma homicida: el cuchillo con el que Canserbero debió matar a Carlos, nunca apareció. Tampoco aparecieron en el cuerpo del rapero huellas de sangre de la víctima a la que supuestamente apuñaló —hecho casi imposible de que suceda—. Su familia no se cansa de repetir, por otra parte, que Tyrone nunca tuvo episodios de esquizofrenia ni recibió tratamiento siquiátrico alguno.
Un examen forense más detenido avisa de perforaciones en el cuerpo de Tyrone y otros golpes (como la fractura de la mandíbula) que no son consistentes con la caída, sino que debieron ocurrir antes de ella. Se confirma que el lanzamiento del cuerpo no debió ocurrir desde donde se dijo, ni debió haber quedado boca arriba, sino que este fue movido desde algún lugar y que, además del arma perdida, fueron borradas las huellas de sangre en las superficies con cloro o algún químico eficaz. Las incongruencias en la participación misma de Natalia son considerables.
Ella dijo a la Policía que no vio el ataque a su esposo, Carlos Molnar, porque se había encerrado en el baño a buscar en internet cómo se lidia con un episodio sicótico. También afirmó a las autoridades que enseguida había llamado a la Policía, lo cual es falso: un vecino tiempo después lo había hecho. Las cámaras de seguridad del edificio, por otra parte, ese día no funcionaron —pero el edificio es propiedad del padre de Natalia— y, finalmente, la torpe autopsia fue realizada por un amigo de ella. Inmediatamente de ocurrido el incidente, Natalia Améstica se mudó a Chile, donde vive desde entonces.
En estos días, ella y su hermano Guillermo han sido imputados de obstrucción a la Justicia y falso testimonio. Afirma Tarek William que han aparecido testigos que podrían esclarecer lo ocurrido. Las conjeturas van de un crimen pasional, pasando por celos profesionales o un simple robo —porque también habrían desaparecido 6.000 dólares—, donde la víctima debió ser en todo momento Canserbero. En el cuadro general dos hechos contienden: uno es que finalmente podremos hacer justicia al admirado Canserbero y el otro es que, una vez más, va a ser utilizado por el régimen chavista.