A dos semanas de que asuma la Presidencia en Colombia, Gustavo Petro se ha destacado por fungir de equilibrista. Al tiempo que reparte cuotas de poder entre sus aliados de izquierda, que le apoyaron cuando fue candidato, tiende puentes con los políticos tradicionales en aras de tener gobernabilidad y le hace guiños a EEUU, que históricamente ha tenido en Colombia a un gran aliado en Sudamérica.
Este 22 de julio, por ejemplo, no fue un día atípico para Petro y su equipo de transición, que se prepara para la toma de posesión que será el venidero 7 de agosto, para un periodo de cuatro años. Por un lado, el presidente electo, después de barajar varios nombres de mujeres optó por nombrar a un ex magistrado de la Corte Suprema para el estratégico y peliagudo cargo de ministro de Defensa. Se trata de Iván Velásquez Gómez, quien proviene de la vieja política institucional de Colombia.
Junto a este nombramiento, este mismo 22 estaba en Bogotá una misión de alto nivel de la Casa Blanca, compuesto por personal diplomático y de seguridad. A la capital colombiana arribó la delegación compuesta por Jon Finer, viceconsejero de Seguridad Nacional del presidente Joe Biden; Brian Nichols, secretario de Estado adjunto para asuntos del hemisferio occidental, y Juan González, director principal del Consejo de Seguridad Nacional para el hemisferio occidental.
Lo sucedido este viernes simboliza lo que viene siendo el proceso de transición. Si bien Petro sostuvo un discurso claramente de izquierda en la campaña y en contra de las elites tradicionales de Colombia, en la preparación de su presidencia ha optado en realidad por la moderación.
Como reseñara DIARIO DE CUBA, en sus primeras entrevistas como presidente electo, el ex alcalde de Bogotá y ex guerrillero del M19 marcó distancia de los regímenes autoritarios de Nicaragua y Venezuela, pero se ha cuidado de hacer señalamientos a Cuba. En realidad, ha evitado hablar de su simpatía por la dictadura cubana, un asunto que en el pasado manifestó de forma abierta.
Envuelto en un sinfín de reuniones para preparar las decisiones de sus primeros días de gobierno, Petro no ha sostenido reuniones con embajadores de otros países. Esto en general lo ha delegado en su canciller, otra figura de la vieja escuela política colombiana, o ha evitado hacer públicas tales reuniones. La excepción fue la reunión que sostuvo con el embajador de EEUU, Francisco Palmieri, que al hacerse pública se entendió como un guiño a Washington.
Los tres ministerios claves de su próxima gestión, Petro decidió entregárselos a veteranas figuras vinculadas con los partidos tradicionales de la política colombiana, liberales y conservadores, lo cual podría abrir fisuras en el seno de su coalición de izquierda, Pacto Histórico, compuesta por militantes y dirigentes que no solo le acompañaron en la campaña electoral de 2022, sino en las otras dos ocasiones en la que disputó la Presidencia.
La economía la manejará José Antonio Ocampo, quien fue director de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) y secretario general adjunto para asuntos económicos de la ONU. Ocampo ha estado ligado al Partido Liberal, siendo ministro en los gobiernos de César Gaviria (1990-1994) y Ernesto Samper (1994-1998).
La cancillería estará bajo responsabilidad del veterano político conservador Álvaro Leyva Durán, quien fue ministro y senador por el Partido Conservador en los 80 y desde los 90 participó en varios procesos de paz, incluso tuvo un rol en el proceso que concluyó con el acuerdo de paz que se firmó en Cuba, en 2016, entre las FARC y el presidente de entonces Juan Manuel Santos.
Y este viernes 22 de julio, Petro completó la triada de designaciones en cargos de suma responsabilidad de figuras de la vieja política colombiana, al nombrar como ministro de la Defensa al ex magistrado Iván Velásquez Gómez, quien estuvo a cargo de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, una iniciativa de la ONU que fue disuelta en 2019.
Par algunos ministerios, como Ambiente y Salud, Petro optó por nombrar a politólogas que le habían acompañado en su truncada gestión como alcalde de Bogotá, Susana Muhamad y Cecilia López, respectivamente. Ambas son referentes de izquierda.
Colombia juega un rol estratégico para EEUU en América Latina. Ha sido históricamente un importante receptor de ayuda militar; sin embargo, la relación está atravesada en los últimos años por la clara vinculación que tienen los grupos insurgentes, que en el pasado tuvieron banderas de izquierda, y el cultivo y tráfico de drogas, que tiene a EEUU como principal destino.
La presidencia de Iván Duque (2018-2022) estuvo alineada sin discusión con la Casa Blanca, no solo en materia de lucha antidrogas y reducción de la insurgencia, sino también en relación con Venezuela y la deriva autoritaria del régimen de Nicolás Maduro.
A mediados de marzo, durante una visita de Duque a Washington, el Congreso de EEUU aprobó una cooperación militar por 471,3 millones de dólares para este año 2022. Diversos medios destacaron entonces que la suma representa un aumento de diez millones de dólares frente al presupuesto del año anterior, y 17,5 millones de dólares por encima de lo que había solicitado la Casa Blanca para Colombia.
Esto deja en claro la atención bipartidista que genera Colombia en la capital estadounidense. En esa dirección se inscribe el interés de la Administración Biden de no sumar otro gobierno "rebelde" en la región, dado que la reciente Cumbre de las Américas dejó en claro la incapacidad de EEUU para construir un consenso con los principales países latinoamericanos (México, Argentina y Brasil).
En medio de una aguda crisis económica y social, a la que se suman la presencia de 2,5 millones de migrantes y refugiados venezolanos en territorio colombiano, Petro no puede de entrada enemistarse con EEUU por el peso específico que tiene la cooperación estadounidense en su país.
Por ejemplo, en el marco de la Cumbre de las Américas el Gobierno de Biden anunció ayuda humanitaria dirigida a Colombia por 315 millones de dólares este año, para atender a la población venezolana en condiciones de vulnerabilidad en territorio colombiano. EEUU ha sido el primer donante internacional para Colombia en relación con la atención a la crisis migratoria venezolana.
Analistas colombianos han destacado, entre tanto, lo que consideran una victoria política de Petro al lograr aliarse con un partido político de centro históricamente vinculado al ex presidente Álvaro Uribe, en aras de sumar apoyos en medio de un Parlamento fraccionado políticamente.
Petro logró el respaldo de Dilian Francisca Toro, una ex senadora que dirige actualmente el partido de La U, una bancada que fue del "uribismo" y del "santismo" (por Juan Manuel Santos) en décadas pasadas, y que ahora ha saltado al proyecto del petrismo.
Con la adhesión de los congresistas de La U, el presidente electo logra consolidar su coalición partidista: obtiene el apoyo de 63 de 108 senadores, y 106 de 188 representantes en la Cámara. Crueles paradojas de la política y sus reacomodos: La U es un partido que se fundó gracias al ex presidente Uribe (2002-2010), el principal adversario de Petro, y ahora esta agrupación de corte más conservador será actor clave en el Legislativo para llevar adelante las promesas de cambio, de izquierda, que hizo Petro en su campaña.
La semana pasada, Petro había logrado sumar al Partido Liberal, pese a las públicas diferencias sostenidas con el ex presidente Gaviria, quien funge de director de esa agrupación.
Antes de asumir el poder, Petro goza de una suerte de luna de miel con la clase política tradicional de Colombia. De hecho, el único partido que se ha declarado abiertamente en oposición es el Centro Democrático, liderado por el ex presidente Uribe, que cuenta con 13 senadores y 16 representantes, del cual también forma parte el presidente saliente Iván Duque, quien ha prometido seguirá activo denunciando al régimen de Maduro "hasta tanto no logremos que haya elecciones libres en Venezuela".
Así mismo era Chavez antes de coger el poder.