El 2022 se ha iniciado de forma nefasta para el periodismo en México. Cuatro periodistas fueron asesinados en el primer mes del año, lo cual hace presagiar a las organizaciones de libertad de expresión una nueva espiral de violencia contra la prensa, sin que las autoridades hayan demostrado capacidad de detener estos hechos o de castigar a los responsables.
El mes de enero concluyó con el asesinato, el pasado 31, de Roberto Toledo, de 65 años y periodista del portal de noticias Monitor Michoacán, quien fue baleado por tres sujetos cuando salía de su oficina en la ciudad de Zitácuaro, Michoacán.
Antes habían sido asesinados Lourdes Maldonado, el 23 de enero, y Margarito Martínez, el 17, ambos en Tijuana, Baja California; así como José Luis Gamboa Arenas, el 10 de enero, en Veracruz.
Tras el asesinato de Maldonado, que tuvo un gran impacto dado que esta periodista le pidió protección públicamente al presidente Andrés Manuel López Obrador en el marco de una de las habituales conferencias de prensa del jefe de Estado, se realizó una protesta simultánea en 47 ciudades mexicanas para exigirle respuestas al Estado. La manifestación se efectuó el 25 de enero.
Martínez y Maldonado fueron baleados tras haber denunciado amenazas y haber solicitado protección al mecanismo de seguridad para periodistas en el estado (provincia) de Baja California.
"El año 2022 se ha estrenado con un baño de sangre para el periodismo mexicano", comentó a DIARIO DE CUBA el director para América Latina de Reporteros Sin Fronteras (RSF), Emmanuel Colombié. Las muertes ocurridas en las primeras semanas del año, según Colombié, hacen presagiar que este 2022 será otro año sangriento para la libertad de prensa en México.
En 2021, según el recuento de la ONG Artículo 19, fueron asesinados nueve periodistas a lo largo de todo el año. Un mes tan mortífero como este enero no se registraba en años. Desde que comenzó el siglo XXI, de acuerdo con Artículo 19, un total de 145 periodistas han sido asesinados, lo cual convierte a México en uno de los países más peligrosos del mundo para ejercer el periodismo.
Sin estar viviendo un conflicto armado, México —a la par de Afganistán— figuró el año pasado como la nación más peligrosa del mundo para ejercer el periodismo, según la organización Campaña Emblema de Prensa (PEC).
"Hay que enmarcar la situación de violencia de la prensa en México como una tragedia sostenida en el tiempo y el hecho de que sea de esta manera hace referencia de que no es de hoy, se ha mantenido por largos años", reaccionó por su parte el abogado Pedro Vaca, relator para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos (CIDH).
Si bien la violencia contra periodistas tiene características endémicas, no es menos cierto que de los 145 periodistas asesinados en total en este siglo XXI, 52 asesinatos han ocurrido en los últimos años desde que López Obrador asumió la presidencia en 2018.
Asimismo, en la actualidad 495 periodistas están al amparo del Mecanismo de Protección para Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas de la Secretaría de Gobernación, equivalente al Ministerio del Interior.
Para Reporteros Sin Fronteras, junto a la violencia otro asunto igualmente preocupante es la falta de castigo por estos asesinatos, se vive según la ONG con sede en París una "infernal espiral de la impunidad".
A juicio de Pedro Vaca, la impunidad es un acelerador de la repetición de las agresiones en contra de los periodistas en México.
Vania Pigeonutt, periodista que ha hecho carrera en Guerrero, uno de los estados más violentos de México, comentó al portal español Newtral que en esa región se llegaron a registrar en un solo día 12 muertes violentas de ciudadanos. México vive una espiral de violencia que no parece tener fin.
Precisamente por reportar las violencias perpetradas por el crimen organizado, los periodistas terminan siendo víctimas de narcotraficantes, políticos locales y policías.
Según RSF, cuando los periodistas investigan temas molestos para el Gobierno o relacionados con el crimen organizado, especialmente a nivel local, "sufren amenazas e intimidaciones, y pueden ser asesinados a sangre fría".
Para el relator de la CIDH la impunidad, finalmente, está dejando el mensaje de autocensura. El miedo ha calado entre periodistas que viven en estados como Veracruz, Baja California y Guerrero, donde se ha impuesto el silencio sencillamente para evitar la muerte.