Una máxima de cualquier campaña electoral, si se está en el poder, es que los planes de austeridad económica comienzan al día siguiente de las votaciones. Esto parece regir la decisión del presidente Alberto Fernández en Argentina, que ha postergado para el primer trimestre de 2022 la negociación para un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Justamente a un mes de las elecciones legislativas de medio término, previstas para el 14 de noviembre, el Gobierno de Fernández ha optado por ceder a las presiones del ala kirchnerista que encabeza su vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Tras la sonora derrota que representó la elección primaria, una votación no vinculante pero sin duda termómetro político, la expresidenta presionó públicamente al jefe de Estado para darle un tono más populista y asistencialista a su gestión, de cara al 14N.
Las primarias se celebraron el pasado 12 de septiembre. Las fuerzas oficialistas, el peronismo que logró reunificarse tras un largo periodo, perdió en 17 de las 24 jurisdicciones en disputa. Si dentro de un mes se repite un resultado similar, esto dejaría a Fernández enfrentado a un Parlamento donde tendría protagonismo y control la oposición, para los dos años finales de su gestión.
El presidente Fernández, que logró mantener a su ministro de Economía, dentro de un reordenamiento de su gabinete exigido por la vicepresidenta Fernández de Kirchner, como respuesta política a la derrota del 12 de septiembre, ha optado finalmente por priorizar la política en lugar de la economía. En medio de una campaña electoral no se habla de austeridad, aunque luego esta se imponga.
En una reunión con empresarios y hombres de negocios en la que prevaleció un tono de entendimiento entre el Gobierno y el sector privado argentino, Fernández confirmó este 12 de octubre que la negociación con el FMI se retomará luego de las votaciones con el ánimo de alcanzar un acuerdo en el primer trimestre de 2022.
El meollo del asunto gira en torno a una deuda de 44.000 millones de dólares contraída por el entonces presidente Mauricio Macri en 2018. El kirchnerismo y otros sectores han calificado de ilegal dicha negociación, que se realizó en condiciones opacas. El Gobierno de Macri invirtió buena parte de esa colosal suma en tratar de mantener calmado el mercado cambiario, en la etapa previa a la elección presidencial de 2019 en la que buscaba su relección.
Después de tres años consecutivos de recesión, azuzada también por los efectos de la pandemia de Covid-19, Argentina no cuenta con fondos en este 2021 para poder afrontar los vencimientos por valor de 19.000 millones de dólares previstos para el año que viene con el organismo internacional.
Un programa de austeridad luce inevitable, dadas las dimensiones de esta deuda específica con el FMI, que se suma a un cuadro crónico de endeudamiento externo.
De acuerdo con el sitio de fact-checking Chequeado, la deuda pública argentina ascendió en junio de 2021 a 343.519 millones de dólares, el valor más alto de la historia en términos absolutos. Si se considera el último año con datos completos, la deuda equivale al 101,5% del Producto Interno Bruto de 2020, de este país sudamericano.
Advierte Chequeado que esta relación entre deuda y PIB es similar a la de 2004, cuando el entonces presidente Néstor Kirchner se vio obligado a una renegociación global con los acreedores externos de Argentina.
En términos políticos, Fernández pondrá el énfasis en lo inmediato en no perder el control en las dos cámaras del Congreso argentino, lo cual resulta clave de cara a lo que será una complicada gestión económica en 2022, para lo cual necesitará el respaldo legislativo en algunas de las iniciativas que intente llevar adelante.
Mientras Fernández se encontraba en Buenos Aires con los empresarios privados y les tendía una rama de olivo, en Washington el ministro de Economía, Martín Guzmán, sostenía diversas reuniones en el marco de las asambleas del FMI y el Banco Mundial.
"Me reuní con el ministro Guzmán y el compromiso es trabajar de manera constructiva. Tenemos que encontrar un buen punto de acuerdo que sea creíble y útil para Argentina", declaró en rueda de prensa la titular del FMI, Kristalina Georgieva.
Para Georgieva, el nuevo programa que negocia el FMI —ahora para inicios de 2022— pretende encontrar "una senda para que Argentina pueda tener políticas firmes para fomentar el crecimiento privado, generar empleo y focalizar el gasto público".
A juicio del economista Luis Secco, Argentina está ante "un problema cambiario en ciernes porque no hay reservas, no hay dólares. La escasez de dólares es tal y mayor cuando se contrapone en términos relativos a la abundancia de pesos".
En medio de la campaña justamente la estrategia del kirchnerismo ha sido ampliar el gasto público e incentivar el consumo, con la idea de transmitir una imagen de bienestar. Las cifras macroeconómicas, sin embargo, no son alentadoras.
Con un alza de precios del 3,5 % en este mes de septiembre, Argentina ha tenido en lo que va de este 2021 una inflación del 37%, que en nueve meses ya superó a toda la subida de precios de los 12 meses del año 2020.
Analistas políticos predicen que, pese a los incentivos económicos y ayudas sociales del Gobierno de Fernández, es difícil que pueda revertir del todo la tendencia de voto que marcaron las primarias de septiembre. Sin embargo, aún restan cuatro semanas para las votaciones y por ahora el foco de todo el Gobierno estará en estas elecciones legislativas de medio término.
Lo que ocurre en Argentina es lamentable. Con las riquezas que tiene ese país, una sucesión de gobiernos de ineptos y ladrones hicieron lo impensable: quebrar una de las economías más potentes de América latina. Para peor de males, los kirchneristas ahora están asesorados por Díaz-Canel y López-Callejas. Es todo un país en vías de sub desarrollo, pobreza y anarquía.
La Cretina está infumable, digo, impresentable. Tanto "trabajito" cosmético y tanto gasto en su apariencia, y todo un desperdicio. No me queda duda de que luciría mejor (aunque nunca bien, pues la fealdad interna no la puede ocultar) si hubiera aceptado envejecer naturalmente. Toda una joya letrinamericana--y debe agradecer a Rosario Murillo por ser todavía más horripilante que ella.
Lo de “Esta vieja es peor que el tuerto” cada día tiene más vigencia.