El Gobierno de Alberto Fernández ha ganado tiempo y se ha quitado presión de encima, tras alcanzar un acuerdo con el Club de París con lo que evitó el default, pero aún tiene por delante el desafío mayúsculo de alcanzar un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por una deuda de 44.000 millones de dólares.
Aunque en términos monetarios el acuerdo de pago por 430 millones de dólares, anunciado con el Club de París, es en verdad pequeño, tiene un carácter simbólico. Pese a todo el discurso anticapitalista que envuelve a la gestión de Fernández, el kirchnerismo apuesta en la práctica por tener un marco de entendimiento con el gran capital internacional.
Este 22 de junio, el ministro de Economía de Argentina, Martín Guzmán, confirmó que el Gobierno de Alberto Fernández había alcanzado un "entendimiento" con el Club de París, gracias al cual su país "obtiene un puente de tiempo hasta marzo de 2022" y le evitará caer en default el próximo 31 de julio.
De los 2.430 millones de dólares que Buenos Aires debía pagar a fines de julio, se acordó un pago por 430 millones de dólares y en ese marco los acreedores le dieron una bocanada de oxígeno hasta marzo de 2022.
Aduciendo falta de liquidez, el Gobierno de Fernández no pagó el 31 de mayo pasado su compromiso con 16 países que integran el Club de París e ingresó entonces en un periodo de gracia de 60 días. En ese marco se llegó a este acuerdo.
"Argentina continuará haciendo esfuerzos para llegar a un entendimiento con el FMI que nos permita refinanciar el stock de deuda de 45.000 millones de dólares que el Gobierno de Juntos por el Cambio (Mauricio Macri) tomó entre 2018 y 2019, que no fueron utilizados en modo alguno para aumentar la capacidad productiva de la economía", recalcó Guzmán.
La decisión de llegar a acuerdos con el FMI por una deuda que en principio el Gobierno de Fernández se negaba a reconocer, ha sido saludada por diversos analistas.
En julio proseguirán las negociaciones con el FMI, que por su volumen es un monto bastante elevado, pero sin tener la presión de las acreencias pendientes con el Club de París. Desde febrero de 2020 Buenos Aires se acogió a negociaciones con el FMI, a contravía de lo que suele ser su discurso político.
En total, hasta diciembre de 2020, el Estado argentino reconocía una deuda externa pública en torno a los 170.000 millones de dólares. La deuda externa representa un 90% del Producto Interno Bruto (PIB) del país sudamericano por lo que un paso en falso, por ejemplo caer en default, podría tener consecuencias muy negativas tanto para Argentina como para la región.
EEUU ha mantenido interés en el manejo del tema por parte de Buenos Aires. Un comunicado de Washington confirmó que el subsecretario de Tesoro, Wally Adeyemo, tuvo una reunión virtual con las autoridades económicas argentinas para revisar el estatus de la deuda externa.
"Un marco sólido de política económica para Argentina, que aporte una perspectiva para el crecimiento del empleo en el sector privado, tendría el apoyo de EEUU y la comunidad internacional", sostuvo Adeyemo.
Víctor Ruilova, economista jefe de la firma Econviews, hizo una lectura política de la estrategia seguida por el Gobierno de Fernández. A su juicio, el Gobierno le resta incertidumbre a la campaña electoral que comenzará en breve para las elecciones de medio término.
El 14 de noviembre habrá comicios legislativos en Argentina, que serán un termómetro para medir la gestión del presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
En total, se renovarán 127 de los 257 escaños de la Cámara de Diputados, junto a 24 de los 72 escaños del Senado argentino. "Se evitó mayor presión cambiaria y financiera", en medio de la campaña electoral, sostuvo el experto.
El analista Joaquín Waldman sintetizó que la decisión de llegar a acuerdos con los acreedores, por parte del kirchnerismo, "mejora la situación financiera de la Argentina y es probable que sirva para despejar tensiones en los próximos meses".