La fotografía que muestran las encuestas en Perú, de cara a la elección presidencial de este domingo, es la imagen de un empate técnico entre el maestro Pedro Castillo y la legisladora Keiko Fujimori, hija del encarcelado expresidente Alberto Fujimori, quien gobernó entre 1990 y 2000.
Los resultados de dos simulacros de votación, efectuados por las encuestadoras CPI e Ipsos, a tres y dos días de las votaciones indican que cualquiera de estos candidatos que llegaron al balotaje puede imponerse en una votación que será sin duda cerrada.
CPI muestra una diferencia de 0,2% a favor de Castillo, mientras que Ipsos da una ventaja de 0,9% al maestro y dirigente gremial, prácticamente un desconocido antes de la primera vuelta del mes de abril.
"El simulacro de votación es más confiable, ya que la gente no debe decirle a un encuestador por quién votar", explica a DIARIO DE CUBA el profesor y experto en Comunicación Política James Dettleff, desde Lima. Cada persona en una tablet proporcionada por la encuestadora, sin que nadie le vea, marca la opción de su preferencia.
El experto en temas electorales Daniel Zovatto, quien es el director del Instituto Idea Internacional para América Latina, pronostica que "será una elección de infarto", obviamente si las encuestas no se equivocan. Zovatto cree que un resultado reñido en medio de un clima político polarizado dará pie a quejas y reclamos de quien resulte perdedor, ya que se espera una mínima diferencia de votos.
"Efectivamente la polarización ha ido creciendo en Perú, en la medida en que avanzó la campaña se ha ido haciendo peor", explica Dettleff, profesor de la Pontificia Universidad Católica del Perú.
La prensa peruana y los grandes medios de comunicación del país, que no pueden difundir resultados de encuestas en los últimos días, han mostrado editorialmente su preferencia por la hija del expresidente Alberto Fujimori, quien está en prisión condenado por violaciones a derechos humanos y abuso de poder durante su polémico mandato.
La campaña electoral, más que en mostrar virtudes y propuestas, ha estado centrada en incentivar el miedo. Por un lado el miedo al comunismo, y que Perú pueda convertirse en otra Venezuela chavista, y por el otro el miedo a lo que fue el periodo nefasto de Fujimori con el retorno del fujimorismo al poder y lo que eso pueda implicar.
"Perú es el que pierde. Estamos ante dos candidatos muy malos. Si nos guiamos por sus porcentajes de votación en la primera vuelta, no son los candidatos favoritos de nadie", sostiene de forma crítica Dettleff.
Muchos votantes acudirán a votar más en contra de alguien o de algo que a favor de o para respaldar la propuesta de alguno de los aspirantes. Esta elección, para no pocos analistas, puede constituir un punto de inflexión en la crisis de credibilidad que afecta a la clase política peruana, rodeada de escándalos de corrupción, abuso de poder y desconexión con la población.
Keiko Fujimori tiene varias causas judiciales abiertas y además está bajo la sombra de su padre. Mientras que sobre Castillo pesa su discurso de izquierda radical, prometiendo cambios drásticos para promover una política estatista, una nueva Constitución y darle un vuelco al manejo de las finanzas públicas. Sin experiencia alguna en cargos de gobierno, a Castillo no solo se le señala por sus posiciones ideológicas sino por su propia inexperiencia en la gestión pública.
En medio de esta carrera de seis semanas, entre la primera y la segunda vuelta, Keiko Fujimori dejó de ser vista y señalada como "una política investigada por delitos de corrupción y representar un peligro para la democracia peruana", llegando a tener 65% de rechazo en los sondeos, a ser vista como una "salvadora de la democracia y del modelo económico peruano frente a un posible triunfo de Pedro Castillo", sostiene Zovatto.
Para este giro de la candidatura de Fujimori ha sido determinante el apoyo de sectores conservadores, incluso de otros candidatos que perdieron en la primera vuelta, de las elites empresariales, de la clase media y profesional de Lima, y en particular ha resultado simbólico el abierto apoyo que ella recibió del Premio Nobel Mario Vargas Llosa, quien pasó de ser un enemigo histórico del fujimorismo a convertirse en un aliado de la aspirante.