América Latina ha vivido un cambio político en el último quinquenio y muestra de ello es la ausencia de actividad y pérdida de influencia que tienen organismos como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) o la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), que surgieron como iniciativas que buscaban restarle protagonismo a la Organización de Estados Americanos (OEA).
"La CELAC está muerta (…) UNASUR está muerta. Solo les falta la extremaunción", aseveró el exlegislador y excanciller de Chile, Ignacio Walker, en un foro virtual organizado por el Centro para la Apertura y la Democracia en América Latina (CADAL) en Buenos Aires el pasado 21 de enero.
En este foro se comentó el documento producido por el director general de CADAL, Gabriel Salvia, en el cual se analiza el papel de CELAC en particular como entidad regional que exoneró de cuestionamientos a la dictadura cubana.
Este organismo fue creado en 2010 y tuvo un empuje político y respaldo financiero del chavismo, en plena época de bonanza petrolera en Venezuela y con un Hugo Chávez exultante, se unió a figuras como Lula da Silva (en el poder hasta 2011 en Brasil) y Rafael Correa (en el poder durante una década hasta 2017 en Ecuador) para copar la escena política regional, en aquel entonces.
De forma abierta se buscaba restarle protagonismo a la OEA, por el poder de EEUU en esta instancia, y al mismo tiempo brindarle a Cuba un foro regional. La segunda cumbre de la CELAC se realizó en La Habana en 2014.
"Al constituirse, la CELAC adoptó en Caracas una poco creíble cláusula democrática argumentando en favor de la unidad en la diversidad, relativizando así los sistemas políticos. Es decir, vale igual una democracia como la de Costa Rica, Chile y Uruguay que una autocracia como la de Venezuela y una dictadura de partido único como Cuba", sostuvo Salvia en su informe sobre el organismo divulgado el 31 de diciembre de 2020.
En el foro virtual, el analista Sergio Fausto aseveró que "la CELAC le sirvió muy poco a la región. Fue útil a los regímenes autoritarios para tener una fuente de legitimidad”.
Para Fausto, la nula credibilidad de la CELAC no se contradice con la necesidad de que haya instancias de integración. "Ni siquiera la pandemia de Covid-19 nos ha obligado a unirnos", aseveró.
Por su parte, Walker colocó el ejemplo de la fortaleza alcanzada por la Unión Europea (UE), construida "de menos a más", mientras que en América Latina se han presentado diversas iniciativas acompañadas de discursos grandilocuentes.
"Lo cierto del caso es que si un actor internacional quiere hablar con Europa occidental allí tiene a un solo referente, la UE, en cambio sí quisiera hablar con América Latina tenemos 11 instancias", dijo el excanciller chileno.
"Desde su creación en 2010, siempre entendí que la CELAC se trataba de una concesión al Gobierno cubano. Me pareció evidente que su creación era para contrarrestar la influencia de la OEA en la región y que se sostenía con el petróleo venezolano", comentó por su parte Mariclaire Acosta, exsubsecretaria de Derechos Humanos y Democracia de la Cancillería de México.
Fausto, director del Instituto Fernando Henrique Cardoso en Brasil, dijo que en este momento en América Latina el escenario es totalmente distinto al que existía cuando se fundó la CELAC. "En el 2010 teníamos al PT en su auge en Brasil, a Chávez en Venezuela, el ALBA en su auge. Brasil emergiendo como una potencia", recordó el analista.
En cambio, en el contexto actual, no parece haber voluntad ni para reactivar la CELAC ni UNASUR, y ni siquiera iniciativas menos ideologizadas como PROSUR parecen calar en la región.
CELAC no realiza cumbres presidenciales desde 2017. Tras varios años en inercia, en enero de 2020 el Gobierno de México, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, tomó la presidencia pro tempore por un año. Sin embargo, no sucedió nada en dicha instancia.
Hace un año, asimismo, otro país de peso en la región, Brasil, dijo que se abstendría de participar en la CELAC mientras Cuba y Venezuela formaran parte de la entidad.
UNASUR, en tanto, fue abandonada paulatinamente por varios de sus países asociados, y el Gobierno de Ecuador reclamó y tomó la sede del organismo en Quito tal como lo reseñó DIARIO DE CUBA en su momento.
Si estas organizaciones son en efecto, cadáveres políticos ¿para qué hablar de ellas?