La decisión del castrismo de subir aranceles para disminuir importaciones, con la idea de que el capital privado se traslade a actividades productivas, apretará más la soga en el cuello de los cubanos.
El régimen está atrapado en su propia contradicción: tanto ha reprimido económicamente al pueblo para conservar el poder que el país se ha quedado sin economía, y esto hace cada vez más difícil mantener el poder.
Al comenzar el curso 2023-2024, la crisis deja el terreno abonado para los negocios que cobran precios altísimos por los materiales que el Estado no garantiza a pesar su propaganda.
Cuba tiene un enorme potencial económico en la extendida titularización de su urbanismo, a pesar de 63 años de ineptitud económica y nula propiedad privada.
Mientras con una mano el Gobierno gasta 1.500 millones de dólares construyendo hoteles, con la otra reduce las importaciones de comida y la inversión en agricultura.