Si un ministro japonés anunciase los datos que Gil expone a los cubanos, cometería seppuku por la enorme vergüenza de su fracaso absoluto. El cubano, sin embargo, no se pone ni coloradito.
En 2022, solo el 5% de la inversión fue nueva, el 95% fue para continuar proyectos anteriores, lo que transparenta la profunda paralización que vive Cuba.