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Política

Las influencias políticas que hay detrás de las patanas turcas rentadas a Cuba

¿Cuánto pagan los cubanos por las patanas de generación eléctrica ancladas en La Habana, Mariel y Santiago de Cuba? ¿Bajo qué condiciones operan?

Madrid
Una de las plantas móviles de producción de energía enviadas a Cuba.
Una de las plantas móviles de producción de energía enviadas a Cuba. Karpowership

Cuando el 11 febrero de 2015 Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, llegó a La Habana para reunirse con Raúl Castro en su gira por América Latina, la prensa oficial cubana indicó: "Ambas naciones sostienen un intercambio fructífero en varias ramas de la economía, como la industria turística, la farmacéutica y de producción biotecnológica".

Siete años después, cuando Miguel Díaz-Canel devolvió esa visita, Erdogan dijo a la prensa que había conversado con su "estimado amigo" acerca de "desarrollar la cooperación existente en campos como la energía, el turismo, la construcción, la agricultura, la salud y el medio ambiente".

¿Por qué creció la lista y, por el camino, a los otros sectores de negocios se sumó la energía?

El mandatario turco dijo en 2022 que las relaciones de Turquía con América Latina y el Caribe "constituyen uno de los principales pilares de la política exterior" de su país, y deseó que "las inversiones de las empresas turcas en Cuba aumenten aún más en el próximo periodo".

Lo comprobable es que entre su viaje de 2015 y 2022 sucedió algo decisivo: en octubre de 2018, la empresa turca Karadeniz Holding y EnergoImport, de Cuba, firmaron un acuerdo de servicio para la generación de electricidad de 120MW a partir del primer trimestre de 2019, emplazando en la Isla patanas móviles de producción de energía que hoy suponen alrededor de un cuarto de la que el país consume. Actualmente están operando en la Isla siete de esas plantas.

Cuba fue el primer proyecto de Karadeniz en América, y llegó antes de que la crisis de generación eléctrica tocara fondo entre 2021 y 2022. El propósito de obtener un suministro de electricidad tuvo que ver en un inicio con favorecer a las empresas de la Zona Especial de Desarrollo Mariel (ZEDM), donde existen empresas de varios países y una terminal de contenedores.

Pese a que el contrato inicial era por cuatro años, este ha sido ampliado y renovado en lo adelante. Y su auge no se desliga del estrechamiento creciente de la alianza entre Ankara y La Habana.

Karadeniz Holding y su imperio energético

De los acuerdos entre la empresa turca y las autoridades cubanas se sabe muy poco. Pero entender cómo opera en otros países puede brindar una idea aproximada de cuáles serían las condiciones bajo las que Karadeniz vende y La Habana compra. 

En 2021, el proyecto independiente de periodismo de investigación africano AmaBhungane revisó los estados financieros de la filial holandesa de Karadeniz, Karpowership International BV, así como de su filial maltesa, que también se llama Karadeniz Holdings, del periodo entre 2015 a 2019.

La investigación encontró que, si bien el grupo tiene una estructura corporativa extensa y compleja que abarca los países donde opera, así como varias jurisdicciones secretas y paraísos fiscales, la compañía holandesa es donde se consolida su negocio global.

La revisión somera de los informes fiscales arrojó el auge vertiginoso del negocio tras su surgimiento en 2003, gracias a la invasión estadounidense de Irak. Ese año, Karadeniz firmó un acuerdo con la Autoridad Provisional de la Coalición ocupante para suministrar unos modestos 80MW a través de la frontera sur turca, desde la ciudad de Silopi. El contrato tenía un valor de 134,2 millones de dólares en julio de 2004, según un informe de Open Society Revenue Watch.

Luego la firma se pasó a las plantas de generación flotante. Sus dos primeras naves echaron el ancla en el puerto iraquí de Basora en 2010. Ese contrato, junto a otro de 2008 con Pakistán, y posteriormente la firma de varios Estados clientes, sobre todo Ghana, Indonesia y Líbano, hicieron que los ingresos de la compañía se dispararan de menos de 400 millones en 2014 a 1.100 millones en 2019.

AmaBhungane hizo visible además el peso de la diplomacia de Estado en los negocios de Karadeniz: la empresa de la compañía en Irak es mencionada en una serie de cables diplomáticos estadounidenses desde Ankara y Estambul hechos públicos por Wikileaks en 2010.

Según esas comunicaciones, Karadeniz presionó constantemente tanto al Gobierno turco como a EEUU para despejar el camino para mayores exportaciones de energía de Turquía. Estos fueron en su mayoría infructuosos, lo que impulsó aún más a la compañía a mudarse al negocio de los barcos. 

La empresa cuenta hoy con proyectos de diverso alcance en Costa de Marfil, Brasil, Nueva Caledonia, Gambia, Ghana, Guinea-Bissau, Senegal, Indonesia, Irak, Líbano, Mozambique, Sierra Leona y Zambia, además de Cuba y República Dominicana.

Según la web oficial de Karadeniz, su flota tiene una potencia conjunta de más de 6.000MW, y se encargan del 25% del suministro eléctrico del Líbano; el 26% de Ghana; el 10% de Mozambique; el 80% de Gambia y Sierra Leona; el 10% de Sudán; el 30% de Sulawesi del Norte; el 55% de las Islas Menores de la Sonda (Nusa Teneggara); el 80% de Maluku; el 10% de Medan, estas últimas, todas parte del archipiélago de Indonesia; el 16% de Zambia y el 15% del sur de Irak.

Un gigante sin freno

La investigación subraya lo llamativo de que la compañía tienda a navegar en la retaguardia de los viajes de Erdogan. En 2019, Camboya contrató brevemente una nave eléctrica y, cuando el primer ministro Hun Sen anunció el acuerdo, "expresó su agradecimiento a la embajadora turca Ayda Unlu por facilitarlo", según los medios locales.

Pero AmaBhungane enfatiza que los acuerdos de Karadeniz en todo el mundo han sido criticados como explotadores e irracionales. Y cita al exdirector ejecutivo de la empresa, Orhan Karadeniz, quien dijo una vez a un diplomático estadounidense que su clientela eran Estados "desesperados" por la electricidad.

Un ejemplo apenas: en enero de 2023, la empresa firmó un memorando de entendimiento con la estatal JSC de Ucrania para ayudar a aliviar la crisis energética de la nación, causada por la invasión de Rusia y la destrucción de parte de la infraestructura de producción y transmisión de energía del país.

"Los barcos a motor son una solución rápida, confiable y flexible para la escasez de electricidad de la nación, y estamos listos para ayudar a Ucrania a obtener la energía que necesita lo antes posible", indicó el comunicado oficial, publicado en el muro de Facebook de la firma turca.

Su éxito "a menudo se ha basado en lo que podría decirse que son acuerdos opacos y mal concebidos que favorecen a la empresa sobre el Estado cliente", advierte la investigación de AmaBhungane .

"En al menos dos casos importantes se han hecho acusaciones creíbles de corrupción, lo que ha llevado a investigaciones formales. En otros casos, los acuerdos parecen tan claramente contrarios al interés propio de los gobiernos que firman los contratos, que los cuestionamientos a su probidad son inevitables", agrega.

"Otras características recurrentes incluyen la insistencia en grandes pagos anticipados y costosas garantías respaldadas por el Gobierno, así como la voluntad de recurrir a cortar la energía si se saltan los pagos o surgen disputas", enfatiza. 

Algunos ejemplos bastan para probarlo. En 2021, Pakistán rescindió contrato con Karadeniz, que para ese tiempo había hecho una entrega limitada de energía. Así que Karachi exigió de vuelta la suma que había entregado en depósito. Y como la firma turca no cumplió, el Gobierno local retuvo sus barcos.

El conflicto dio lugar a una batalla legal de siete años, que llegó al Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (CIADI) del Banco Mundial. Sin embargo, cuando en 2019 las partes llegaron a un acuerdo, ambos contendientes agradecieron a Erdogan por su contribución a la solución del conflicto.

Algo parecido ocurrió en el Líbano. "El papel de la compañía como una especie de extensión diplomática de Turquía se hizo evidente cuando el primer ministro libanés, Saad Hariri, visitó el astillero Karadeniz durante un viaje de estado a Turquía en 2012", recuerda la investigación de AmaBhungane.

Pero acusaciones de corrupción que surgieron en 2021 dieron lugar a que fiscales libaneses intentaran imponerle una multa de 25 millones de dólares a la empresa. Como reacción, Karadeniz cortó una cuarta parte de la energía del país, para restablecerla más de un mes después, como un "gesto de buena voluntad", según los medios libaneses.

En Sudán se repitió el patrón. Karadeniz interrumpió el suministro en noviembre de 2020, alegando atrasos en los pagos, y no lo reanudó hasta dos meses después. 

¿Cuánto gana Karadeniz por sus negocios?

Según AmaBhungane, los aranceles cobrados en Irak, Pakistán y Líbano permitieron detectar los márgenes de ganancia de la empresa. Ello, a raíz de que el conflicto con el Líbano permitiera al CIADI tener acceso a esas cifras.

Según el fallo del organismo, la tarifa cobrada por Karadeniz tanto en Irak como en Pakistán fue de 0.063 dólares por kWh (kilowatt hora), si bien la de Irak aumentó a 0.0817 en 2012. En cambio, el gasto operativo fue de 0.026, excluyendo los costos de instalación y los impuestos. Ello deja un margen de utilidades de tres a cuatro veces por encima del costo. 

"En retrospectiva, probablemente habría sido más barato haber invertido en capacidad de generación permanente, en lugar de seguir pagando altos cargos de toma o pago", concluyó el estudio del CIADI. 

¿Cuánto pagan los cubanos por las siete patanas ancladas en La Habana, Mariel y Santiago de Cuba? ¿Bajo qué condiciones operan? Es mucho lo que queda por saber al respecto.

No obstante, no son solo las influencias políticas y los negocios turbios los rasgos que caracterizan a Karadeniz. Una cuestión poco analizada es la del impacto ambiental que causan las patanas de generación móvil en los países donde anclan. DIARIO DE CUBA abordará ese tema en un próximo artículo.

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2 comentarios

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muy muy instructivo

Esto es muy parecido a las compras de alimentos fuera del país, cuando pueden cosechar muchos de esos alimentos dentro del mismo. En vez de invertir ese dinero en nuevas plantas generadoras de electricidad, se la gastan pagándole a un tercero.