En pocos días se cumplirá el quinto aniversario desde que, en 2018, Raúl Castro colocara a Miguel Díaz-Canel como presidente del Gobierno, algo que parece será ratificado si, como se prevé, la recién "electa" Asamblea Nacional, en su próxima reunión, lo confirma en el puesto para otro quinquenio. Veamos en datos cómo le ha ido a Cuba bajo esta administración.
Comencemos por la evolución de la agricultura, ya que la alimentación es tema tan central para la vida en la Isla.
Los números más actualizados informan que en 2022, con respecto a 2018, se produjo un 29% menos viandas, 31% menos hortalizas, 35% menos arroz, 80% menos frijoles, 20% menos cítricos, 10% menos otras frutas, 31% menos papa, 26% menos maíz (hasta 2021), 34% menos leche, 11% menos sacrificio ganado vacuno, 57% menos sacrificio ganado porcino y 23% menos huevos. Es decir, todas las más importantes producciones agropecuarias disminuyeron significativamente.
La explicación de tal contracción se encuentra en datos como el salario medio de los trabajadores agrícolas, que cuando llegó Díaz-Canel era un 18% mayor que el salario medio nacional, pero que en 2021 ya estaba un 16% por debajo del salario medio, es decir, los asalariados de la agricultura perdieron un 34% de ingreso relativo. Súmese a ello que la producción de fertilizantes en los tres primeros años del actual ejecutivo cayó un 96%, prácticamente desapareció, y si en 2018 se importaron 561 tractores, en 2020 llegaron solo 236.
Esa desinversión en agricultura que condujo a menos alimentos es una deliberada decisión del Gobierno de Díaz Canel. Entre 2020 y 2021, momento de la mayor crisis turística de la historia humana, el Gobierno eligió invertir solo un 7,2% menos en turismo, pero un 44% menos en agricultura. El desabastecimiento en agros y tiendas pagó 8.000 nuevas habitaciones cinco estrellas.
Muy sintomático de la baja prioridad otorgada a la alimentación del pueblo es el trato que el Gobierno ha dado al arroz. En el mismo periodo en que la producción nacional caía un 35% y la importación desde Brasil desaparecía —por intolerancias políticas— las compras en Vietnam se redujeron un 33%. ¿Por falta de recursos? No, recuerde que seguían inaugurándose hoteles.
La consecuencia es que, bajo Díaz-Canel, Cuba ha acumulado niveles de inflación desconocidos en su historia, llegando a colocarse, aun en tiempos en que se vive una crisis inflacionaria mundial, entre los tres países con peor desempeño monetario.
La industria, igualmente, ha padecido bajo la conducción del actual primer secretario del Partido Comunista. De 2018 a 2021 la remuneración de los trabajadores del sector se precipitó un 25%, lo que puede estar detrás de que el porcentaje industrial dentro de la mano de obra total del país se redujera, desplomándose la producción de bienes intermedios un 20% y la de bienes finales un 16%.
Y aunque no hay datos aún para 2022, teniendo en cuenta la relación lineal entre producción industrial y consumo de energía eléctrica, los históricos —por intensos— apagones ocurridos el año pasado, de seguro incidieron en que la producción industrial haya mantenido una tendencia suicida.
A medio camino entre agricultura e industria, el azúcar, una vez locomotora de la economía cubana, bajo Díaz-Canel ha disminuido a niveles de producción de la década de 1860. Durante su mandato, la ya exigua producción azucarera se redujo un 50% adicional. Diaz-Canel logra lo que parece imposible.
Otro renglón tradicional, el tabaco, que en 2019 logró récord de exportación de 269 millones, en 2021 ya había caído a 204 millones. En una muy cuestionable decisión, Díaz-Canel pretende salvar el tabaco cubano poniendo a Marino Murillo, cerebro de la estrepitosamente fracasada Tarea Ordenamiento, al frente del sector. No parece un buen augurio.
La industria del níquel, un pilar de la economía cubana, ha producido menos cada año desde el mismo 2018 y, para colmo, desde 2022 carga una deuda con la canadiense Sherrit de 260 millones de dólares, casi el 40% del valor de la producción anual minera.
Y la gran apuesta, el turismo, después de desplomarse durante la pandemia tanto como otros destinos de sol y playa, se ha recuperado a un ritmo mucho más lento que los demás. Mientras México, Brasil o República Dominicana están superando sus propios récords prepandemia, en 2022 Cuba recibió solo el 40% de los turistas recibidos en 2019, y se calcula que pasarán años antes de recuperar siquiera el nivel anterior al Covid-19.
El año en que Díaz-Canel fue designado presidente, 2018, las exportaciones totales de Cuba alcanzaron los 11.289 millones de dólares, un aumento del 1.7% con respecto al año anterior, pero en 2022 el país exportó solo 8.718 millones, menos de 6.700 millones si ajustamos por la inflación mundial, lo que significa una contracción real del 24%. Un batacazo similar al del Periodo Especial, pero sin que se haya desplomado ningún campo socialista, todo "mérito" propio.
Un indicador crucial para evaluar al actual presidente es la inversión extranjera, que en parte llega o no según los empresarios foráneos estimen sean las perspectivas de la economía cubana. Pues bien, si en 2018 el Gobierno cubano aprobó proyectos financiados por inversores extranjeros por 1.500 millones de dólares, en 2022 solo fueron 402 millones los captados. La misma contracción del interés foráneo se descubre en la cantidad de metros cuadrados contratados en la Feria Internacional de La Habana. En 2018 fueron 28.000 metros cuadrados, en 2022 solo 16.000, dando esto medida de que, por alguna razón, los inversores no tienen mucha confianza en la Cuba de Díaz-Canel.
Como es lógico, un desmerengue semejante en la economía —aunque el lapsus temporal es pequeño— ya se está reflejando en la salud del pueblo, y no podía ser de otra forma pues, cuando Díaz-Canel tomó posesión del Palacio de la Revolución, al cuadro básico de medicamentos de Cuba le faltaban 45 medicamentos, pero el año pasado ya faltaban 314. No por gusto hay todo un programa estatal nacional para curar al pueblo con yerbitas.
El retroceso en bienestar humano bajo el Gobierno de Díaz-Canel ha llegado incluso a indicadores extremadamente sensibles en la política propagandística del régimen, como la mortalidad infantil. En 2018 en Cuba morían 3,9 niños por cada mil nacidos vivos, en 2022 se retrocedió a 7,5, un aumento del 95% del que no hay precedente histórico desde que este indicador es registrado.
Y aunque el castrismo insista en su exitoso manejo de la crisis del coronavirus reconociendo solo 8.529 fallecidos, análisis independientes con base en los datos oficiales, que recogen una extraordinaria mortalidad en el periodo de la pandemia, afirman que la verdadera cifra de victimas ronda los 62.000, lo que coloca al Gobierno cubano entre los que peor desempeño tuvieron durante la pandemia.
Por supuesto, tales resultados económicos y demográficos inciden en el índice aglomerado más utilizado, el PIB, que acumula una reducción de 5,7% durante este periodo. Llamativa, muy llamativa esa reducción acumulada tan "pequeña", teniendo en cuenta los componentes que hemos visto aquí, pero eso es la que publica la Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) y hay que creerle...
En todo caso, no es en el PIB que reporta la ONEI donde mejor se palpan los resultados de Díaz-Canel, sino en los datos de las oficinas de migración del Gobierno de Estados Unidos. En 2022, huyeron a ese país 129.000 personas más de las que lo hicieron por Camarioca, el Mariel, la Crisis de los Balseros y el éxodo de 2016, todos sumados. Cuba no perdía tantos hijos en tan corto tiempo desde los horrores de Valeriano Weyler.
Por supuesto, para Díaz-Canel el culpable de tanto desastre no es otro que el "bloqueo", pero aun sin tener en cuenta la propia responsabilidad del castrismo en la existencia misma del embargo norteamericano, el factor principal de estos resultados está en las decisiones de inversión del Gobierno, que dedica una parte desproporcionada del capital de la Isla al sector turístico cuando tan pobremente se comporta, mientras los campos de Cuba permanecen yermos y los precios de los alimentos no dan respiro. Más que falta de recursos, Cuba lo que ha padecido es un mal uso de los que tenía.
¿Bastarán estos datos para que algún diputado tenga dudas sobre la idoneidad del actual "presidente"? Si en Cuba hubiese prensa libre y democracia, ¿algún partido presentaría como candidato a alguien con tales "logros"? Sin embargo, lo más probable es que en pocos días los "representantes" del pueblo voten unánimemente para mantener a Díaz-Canel en su puesto, lo que demuestra que en Cuba el problema no es económico, sino político.
Me siento obligado a defender constantemente a este presidente.
Tengo a Rafaela Cruz en el Olimpo periodístico y candidata a un Pulitzer. Para mi Rafaela es lo máximo.
Pero, por favor, dejen a ese hombre en paz.
Ese hombre está ahí cumpliendo una función, tapando un hueco, jugando a la democracia.
Naaaada de lo que ocurre en Cuba es atribuible a este señor. Nada.
La metáfora de un títere deja de serlo aquí. Es un títere.
No se mueve, no habla más de lo que le dicen que diga.
No hay ninguna acción, más allá de la limonada como opción, que tenga el sello de un presidente auténtico y creativo.
Canel no decide a donde va Murillo después del desordenamiento ni si se construyen hoteles o se compran ambulancias.
Molesta que personas inteligentes sigan callendo en el mismo error.
Mañana lo cambian "por sus malos resultados" y dan la imagen de que complacen al pueblo.
Por supuesto que no está excepto de responsabilidades ante la historia.. Una guerra civil no es cualquier cosa.
Cayó. La producción digo, imposible que callara.
Artículo de culto para guardar. Solo le falta una mejor descripción del día a día de la gente común.
Y sigue la candanga de DC.
¡Recta a 95 millas por el centro! Aunque ese "'calló' un 90%" es una wilde pitcher