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Sociedad Civil

'Sé que no puedo rendirme': María Mercedes Benítez y su 'receta invencible' frente a la dictadura cubana

La represión 'me ha dado más fuerzas para seguir en la lucha pacífica', dice la activista, miembro del Comité para la Transición Democrática en Cuba, en esta entrevista de la campaña 'Cubanas en Resistencia'.

Connecticut
La activista María Mercedes Benítez Rodríguez.
La activista María Mercedes Benítez Rodríguez. M. M. Benítez Rodríguez/Facebook

La represión "me ha dado más fuerzas para seguir en la lucha pacífica", dice sobre su activismo político la opositora María Mercedes Benítez Rodríguez, miembro del Comité para la Transición Democrática en Cuba (CTDC), en esta entrevista para la campaña "Cubanas en Resistencia".

Benítez Rodríguez repasa su trayectoria y defiende "la flexibilidad para imaginar caminos" y "la tolerancia para aceptar a los demás" como necesidades de la oposición interna en Cuba.

"Cubanas en Resistencia" visibiliza las historias de mujeres que han sido privadas de libertad o cuyos familiares han sido encarcelados por motivos políticos. Asimismo, recoge las experiencias de activistas, opositoras y exiliadas. La campaña busca destacar la actitud resiliente de estas mujeres frente a la violencia con que las trata el Estado cubano debido a sus ideas.

¿Qué la motivó a involucrarse en el activismo por los derechos humanos y la transparencia electoral en Cuba?

Lo que me motivó fue mi convicción, mi forma de pensar respecto a cómo el Gobierno cubano conducía los asuntos del país y el verdadero lugar dado a la gente. Para empezar, la constante violación de nuestros derechos. Más tarde me fui familiarizando con la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Carta Internacional que los recoge, pero la realidad de que ellos no se respetaban me lanzó a buscar su protección y promoción. De ahí a los temas del feminismo, de la búsqueda de que Cuba sea un Estado de Derecho, que haya libertad de expresión, de asociación, que podamos vivir con dignidad, y que podamos tener elecciones libres, solo hay un paso, o un trayecto que fortalece por todos lados la motivación de trabajar por otra Cuba.

¿Cómo ha afectado la represión del Estado a su labor como activista, y cómo encuentra fuerza para continuar en medio de estas adversidades?

Mi activismo político me ha afectado en lo personal ya que perdí algunas amistades y familiares, sin embargo, eso no ha hecho que renuncie. La represión en realidad me ha dado más fuerzas para seguir en la lucha pacífica, que para mí es mucho más importante que cualquier ganancia personal. En Cuba ya desde hace mucho tiempo estamos frente al momento de las mujeres, en el feminismo, la política, la cultura y la sociedad civil, los derechos humanos y otras luchas modernas, y ello ha constituido un plus para mantenerme enfocada y en modo resiliencia.

En febrero de 2020, fue detenida y multada por su activismo. ¿Podría compartir cómo ese evento marcó su camino y qué cambios produjo en su enfoque de resistencia?

Ese día me disponía visitar la sede del Movimiento San Isidro, para respaldar y apoyar con mi presencia la huelga que realizaba en ese momento Luis Manuel Otero Alcántara, y me detuvieron. Me llevaron entonces para una estación policial (la 4ta Unidad en Infanta y Manglar, en el Cerro) y, sin darme explicación alguna, me impusieron una multa altísima. Y claro que no la pagué, pero hice algo que, según mi experiencia con la iniciativa Otro18, creí que no funcionaría: apelé la multa arbitraria y gané el pleito. Me ayudó en esos menesteres legales el activista y líder en la oposición Félix Navarro, con quien trabajo en el Consejo para la Transición Democrática en Cuba.

La lección más importante que aprendí entonces es que la solidaridad debe expresarse siempre sin importar el costo, que la resiliencia es la clave para afrontar la represión y que, a pesar del régimen y de las frustraciones que provoca, utilizar la ley es un camino abierto a las posibilidades de mejorar, obtener reparación y, sí, también de cambiar las cosas por medios pacíficos.

Dentro de la sociedad civil cubana, ¿cuáles considera que son los mayores desafíos para organizar una resistencia efectiva frente al régimen? ¿Hay diferencias y a veces disenso dentro de la propia sociedad civil cubana? ¿Cómo balancea esas tensiones con la necesidad de trabajar unidos por un objetivo común?

Creo que la flexibilidad para imaginar caminos, sin dogmatismos, la tolerancia para aceptar a los demás, el respeto para asumir la diferencia y el enfoque sobre cuál es el verdadero desafío que afrontamos (autocracia real vs. democracia posible) son los desafíos principales que identifico debemos superar. Si tenemos éxito por ahí, entonces, pienso, podremos afrontar las tensiones normales que nacen de las diversas perspectivas naturales dentro de la diversidad y pluralidad que defendemos como algo consustancial a la democracia.

A fin de cuentas, cuando miras las opciones que se plantean no son tantas como las mismas tensiones y broncas parecen sugerir. Por eso le doy mucha y más importancia a los desafíos primeros que planteo. En el Consejo para la Transición Democrática trabajamos fuerte estos temas y te confieso que vamos avanzando en la dirección correcta. Pese y gracias a las diferencias.

El CTDC enfatiza el concepto de "transición". ¿Qué significa este término para ustedes y por qué lo consideran esencial para el futuro de Cuba? ¿Cuáles son los principales obstáculos para lograr una transición democrática en Cuba y cómo enfrentarlos desde la sociedad civil?

Pregunta crucial. Enfatizamos el término transición por varias razones fundamentales: primera, porque queremos destacar la importancia del camino, de un proceso y del cómo, los cuales están marcados por derrotas de las que debemos aprender, por retrocesos que debemos analizar, y por victorias que debemos celebrar y ponderar en el camino. Segunda, porque la democracia es inclusión; la transición debe incluir a la mayor cantidad de actores posibles y de todos los segmentos de la sociedad. Tercera, porque lo primero que debemos lograr es el tejido institucional (Estado de Derecho, reglas del juego), antes de adentrarnos en las disputas electorales y partidistas normales en la democracia. Por eso lo consideramos esencial: madurar en el proceso democrático para llegar a la democracia. El fin debe contener los medios y viceversa.

Los principales obstáculos ahora mismo están, por un lado, en las carencias de nuestros aprendizajes; en que, al no mirar al cambio como proceso, sino como una súbita revolución, perdemos y no administramos bien las energías. También en que no hemos volcado las iniciativas hacia la ciudadanía de un modo sistemático y consistente, y finalmente, en que no hemos tenido todo el apoyo internacional que necesitamos. Y no coloco al régimen y su falta de voluntad como obstáculos porque asumo que él no está ahí para facilitarnos la labor. En realidad, la transición en su sentido fundamental depende de nosotros: la ciudadanía, la sociedad civil y la comunidad prodemocrática cubana.

¿En qué se diferencia el enfoque del CTDC del de otras organizaciones de la sociedad civil en la Isla? ¿Cómo valora la colaboración entre distintas plataformas y qué estrategias considera necesarias para superar divisiones y trabajar juntos hacia un cambio democrático?

Hay una estrategia que seguimos que no forma parte esencial del trabajo de muchas otras organizaciones: el uso primordial, no exclusivo, de los mecanismos legales y constitucionales para impulsar propuestas en distintos ámbitos. Esto luego lleva a la búsqueda de conexión con la ciudadanía, de quien depende que podamos avanzar o no en esta ruta constitucional. Digamos que esa es la diferencia específica respecto a otras plataformas. Y claro, no somos los únicos que empleamos esta herramienta. Solo que en el Consejo forma parte de su estrategia clave.

La colaboración con otras plataformas es esencial. De hecho, el Consejo nace de una visión colaborativa en la que impulsamos una agenda común y apoyamos cada una de las iniciativas o agendas de sus organizaciones o proyectos integrantes. Y como en el Consejo trabajan al menos cinco organizaciones lideradas por mujeres, hay ahí un elemento de sororidad y espíritu colaborativo que nos mantiene abiertos y listos para la colaboración con otras organizaciones. La democracia en Cuba depende de esa colaboración.

Usted coordina la Red de Ciudadanos Observadores de Procesos Electorales (COPE) y ha liderado la iniciativa #Otro18. ¿Qué logros destacaría de estas experiencias y qué impacto han tenido en la población cubana? Desde su perspectiva, ¿qué cambios estructurales se necesitan para garantizar procesos electorales justos y transparentes en Cuba?

En primer lugar, destacaría el creciente empoderamiento legal y constitucional de la ciudadanía en comunidades específicas. Segundo, la creación de una red permanente de observadores en toda la Isla, y en colaboración con Observadores de Derechos Electorales que coordina Marthadela Tamayo. La percepción, cada vez más fortalecida de que si persistimos, se pueden lograr avances, aquí y ahora, por la vía legal y constitucional, tanto para personas como para iniciativas colectivas de mayor aliento.

Desde #Otro18, cuyo antecedente más visible fue el Proyecto Varela —por su uso de la ley existente—, hay una mayor atracción por el uso cívico de los mecanismos legales, independientemente de sus resultados inmediatos. Se sabe, pero no se ha dicho lo suficiente: que exista en Cuba hoy un Consejo Electoral Nacional permanente se debe en parte a la fuerte insistencia conceptual y mediática de #Otro18.

Se necesita más. Una reforma integral de la Ley Electoral vigente que garantice el pluralismo, elimine las comisiones de candidatura, junto a una reforma constitucional que elimine la contradicción entre el Artículo 3, que dice que la soberanía reside en el pueblo, y el Artículo 5, que dice que la soberanía la ejerce un partido único, en este caso el Partido Comunista.

Con estos cambios estaríamos ante la posibilidad de unas primeras elecciones pluralistas, en camino hacia unas elecciones plenamente democráticas. Pasaríamos de un sistema electoral de votación ratificatoria a un sistema electoral de votación pluralista.

¿Qué esperanza tiene sobre el futuro político de Cuba y qué papel desempeñan las mujeres y los jóvenes en este proceso de resistencia y cambio? Si pudiera enviar un mensaje a los cubanos dentro y fuera de la Isla, ¿qué les diría sobre la importancia de mantenerse firmes y trabajar juntos por un cambio?

Después de julio de 2021 mis esperanzas crecen. Es verdad que la sociedad se democratiza, y el Gobierno es cada vez más autocrático. Las mujeres y los jóvenes fueron los mayores protagonistas de aquellas jornadas y lo han seguido siendo en los cientos de protestas que se han venido realizando desde entonces. Así que no tengo motivos para el desaliento. Hoy me pregunto por qué de los más de 170 excarcelados [en el momento de realizar esta entrevista] solo 24 son mujeres. La respuesta es que en nosotras hay una fuerza resiliente con la que el Estado-macho no sabe ni puede lidiar.

Mi mensaje es continuemos. Muchos/as se han visto forzados/as a salir de Cuba, pero quienes quedamos dentro de Cuba necesitamos todo el apoyo que viene de la consanguinidad social, vivencial y que nunca vendrá de otros gobiernos. Solo necesitamos sintonizar mejor.

Después de tantos años de enfrentarse a la represión y trabajar por el cambio, ¿qué lecciones ha aprendido sobre lo que significa resistir en el contexto cubano? ¿Hay algún momento en su trayectoria como activista que considere un símbolo de la resistencia de la sociedad civil cubana, algo que inspire a otros a seguir adelante?

He aprendido que la mejor receta para enfrentar a dictaduras que duran es la que combina resiliencia + paciencia + inteligencia + fe + sentido del humor. Esa receta es invencible a largo plazo. Por eso también la importancia de conectar en un mismo propósito a diferentes generaciones.

¿Momentos inspiradores de resistencia? Las Damas de Blanco frente al poder. José Daniel Ferrer, tres veces hacia dentro, tres veces hacia afuera de las prisiones, y se mantiene intacto en su lucha. Félix Navarro, que a sus 71 años sale de la prisión —dos veces ha estado en ella— con la energía de los 30. Aymara Nieto, una Dama de Blanco inclaudicable. Las 34 mujeres que resisten en las prisiones. Aquellos 13 días de asedio a la casa de Elizardo Sánchez Santa Cruz en 1992. La dura prisión de Oscar Elías Biscet, quien estuvo preso en Cuba casi en un iglú. Las dos prisiones del joven Rolando Cásares Soto y la resistencia durante días de los Acuartelados de San Isidro. Sé que no puedo rendirme.
 

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