Poco más de un mes después de conocer que tendrá que cumplir otros ocho años encarcelado, el prisionero político Miguel Díaz Bauzá de 81 años, quien lleva 30 años en prisión, desde que integró un comando que se infiltró en la Isla en 1994, con el objetivo de derrocar al régimen cubano, conversa con DIARIO DE CUBA y destaca que su vida en prisión "ha sido un poquito dura, pero la he sabido llevar con la paciencia que se necesita ahí".
A través de su hija, Karen María León Alfonso, y en medio de un pase del centro penitenciario Campamento 2, en Remedios, Villa Clara, donde se encuentra recluido actualmente, Díaz Bauzá, quien es el preso político más antiguo de Cuba, graba unos audios de WhatsApp y explica que tiene varias enfermedades, como hipertensión, diabetes y problemas en los riñones, y que las condiciones del penal le impiden sostener el tratamiento adecuado, algo que ha sido denunciado por decenas de prisioneros. "Tengo vitíligo, que me ha caído después de viejo, no sé si es por el estrés", añade.
"Mi salud es más o menos constante, pero gracias a Dios que me ha sabido dar la potencia para resistir todo lo que he podido resistir en prisión", sostiene. "Yo de prisión jamás y nunca he comido nada, y nunca voy a comer nada, porque comer de prisión es maltratar la salud mía", dice.
Sobre su vida en prisión, esa que repite que "ha sido un poquito dura", cuenta: "En 1999, tuve un problema muy grande, en el especial de Camagüey, como le llaman a la prisión de ahí. Fue por defender los derechos del preso, las golpizas que se daban, que no lo dan a conocer al mundo, porque ellos nada más que saben enseñar la cara buena del perfil".
"Entonces, en el 2000, a mí se me celebró un juicio y se me condenó a 20 años sin tener petición fiscal y sin que me dejaran declarar por qué yo hice eso. Pero bueno, yo hice el bien para todos los presos que estaban en Camagüey. Entonces, de allá para acá, la vida mía ha sido un poquitico dura, porque estuve nueve años sin visitas", destaca.
En 2022, pasó a un régimen de menor rigor y, desde entonces, cada dos meses recibe pases durante los que visita a su hija y pasa tiempo con sus dos nietas y sus tres bisnietos.
En tal sentido, Díaz Bauzá afirma que "mi hija jamás y nunca me ha faltado, y me da mucho amor", y concluye: "Yo asumo esos ocho años que me quedan, pero el anhelo mío es estar con mi familia, mis nietos, mis bisnietos que tanto amo, y pedirle a Dios que me siga dando la paciencia que he tenido hasta ahora. No sé qué pasará después, pero voy a tratar de tener esa misma paciencia, para ver hasta dónde puedo llegar".
En 2020, el Directorio Democrático Cubano le otorgó a Miguel Díaz Bauzá el "Premio Libertad Pedro Luis Boitel", que entrega cada año en reconocimiento a la tenacidad en la lucha por lograr un cambio democrático en Cuba.