La actriz y activista Iris Ruiz tuvo que salir de Cuba hace casi dos años, tras sufrir graves problemas de salud para los que la Seguridad del Estado le impidió recibir atención médica especializada. En la Isla quedaron cuatro de sus seis hijos menores y su esposo, el poeta y también activista Amaury Pacheco, con quienes intenta reunirse. En entrevista con DIARIO DE CUBA, Ruiz cuenta su historia de separación familiar forzada y su visión sobre la realidad que se vive en la Isla.
¿Cómo ha sido la vida de Iris Ruiz durante este tiempo que ha tenido que pasar lejos de una parte de su familia?
Hace un año y ocho meses que llegué a Miami para atenderme y ser diagnosticada a partir de los síntomas que yo traía de una Hiperplasia Endometria que sufría y poder operarme, hacerme algunas curas y seguir mi tratamiento y mis chequeos. Al principio me hice todo lo que necesitaba de manera urgente, me recuperé muchísimo y he estado bastante bien. Yo he mejorado, pero no he podido continuar con algunos chequeos por el estatus migratorio que tengo y porque todavía no tengo un seguro médico. Ahora estoy haciendo en el proceso para obtener la residencia, un proceso que es complicado por la situación que se ha creado aquí con la emigración, las leyes y lo colapsado que está el sistema migratorio.
Por ahora tengo que seguir esperando para completar mi proceso de residencia y el de los dos hijos míos que están aquí en Miami conmigo. Aquí he continuado con mi trabajo como defensora de los derechos humanos en Cuba desde el Movimiento San Isidro (MSI) y he tratado de incorporarme lo más rápido posible y de estar activa y pendiente de todo.
A la vez me toca adaptarme a este espacio, a esta ciudad, a esta nueva manera de vivir, algo que ha sido muy complejo y muy duro sobre todo porque yo no tenía en mente irme de Cuba, ese no era mi plan. Es algo que sucede a partir de que no me dejan en Cuba tener mi diagnóstico y hacer mi tratamiento. Fue entonces que me vi obligada a salir para seguir viviendo, porque de lo contrario iba a morir al lado de mis hijos sin poder hacer nada.
¿Has podido avanzar en los trámites para lograr la reunificación familiar?
Eso también ha sido un proceso difícil porque no pensábamos que iba demorar tanto. Se ha tratado de tramitar por distintas vías y esto del parole humanitario fue lo que vino a darnos una esperanza. Pudimos conseguir un patrocinador, algo que no es fácil si no tienes familia o alguien que pruebe que puede cargar con todos tus gastos. En el caso de mi familia, es peor porque somos muchos, son cinco los que están en Cuba; no es un parole, son cinco: cuatro hijos menores y un adulto.
Poder conseguir un patrocinador para los cinco fue complejo y nos ha llevado mucho tiempo. Desde febrero se les puso el parole y todavía no tenemos respuesta. Pasan los meses y no avanzamos.
La situación que tiene Cuba es grave para todo el mundo, para los que están presos y para los que están en la calle. Pero también hay que decir que si en contra tuya tienes acusaciones de desorden público, instigación a delinquir y desacato, como está Amaury dede el 11 de julio, es mucho peor. Prácticamente se encuentra bajo un régimen de prisión domiciliar.
Aún no le han realizado juicio, pero sí le tienen abiertas las acusaciones y constantemente oficiales de la Seguridad del Estado le hacen visitas para amenazarlo; lo están vigilando de manera permanente. De la escuela también han ido al CDR de mi cuadra para averiguar con quién se reúne Amaury. Como ahora está solo con los niños, aprovechan y lo acosan con respecto a eso.
Desde que yo salí él está en la casa prácticamente recluido con los cuatro niños y sin poder trabajar, porque en Cuba nadie le va a dar trabajo; sin poder hacer activismo por la vigilancia, con el riesgo de que el régimen le quite los niños, y con la mitad de la familia del lado de acá. Para colmo, estoy yo enferma con dos hijos aquí, lejos de él. Es una situación bien difícil, que además no es de las más visibles porque lo prioritario en estos momentos son los presos políticos, que son las personas que están todavía más vulnerables.
En nuestro caso, no estamos en prisión pero estamos presos de las circunstancias políticas, sociales y económicas del régimen cubano.
¿Cómo ha sido el proceso de adaptación a una ciudad como Miami?
Es dificilísimo. Miami es una ciudad donde primeramente tienes que tener un transporte para moverte y yo no sé manejar. En Cuba nunca aprendí a manejar ni tuve carro. Si encima de eso llegas aquí enferma, es aún peor. Además, están los gastos que han subido muchísimo. Miami es una ciudad muy cara, nosotros llegamos con un estatus migratorio de turista y, por lo tanto, no podemos acceder a ninguna de las ayudas disponibles para casos como el mío. Por esa razón no he recibido ningún tipo de beneficio, ni siquiera pude completar el trámite porque cuando lo inicié el primer problema fue mi estatus de turista. Con todas esas situaciones, ha sido muy difícil continuar trabajando y poder seguir. Gracias a la ayuda y el apoyo de grandes amistades he logrado sostenerme para llevar a cabo el proceso de residencia y hacer todo lo necesario para que lleguen Amaury y los niños.
¿Cómo ha sido para los dos hijos que salieron contigo ese proceso de llegar a un nuevo país?
Han pasado por un proceso bien difícil. Nosotros estábamos en Cuba bajo una tensión muy grande desde el 2018, que comenzamos la campaña contra el Decreto 349 en el MSI, de ahí hacía adelante era ascendente la represión en contra nuestra. Ellos estaban viviendo todas esas tensiones, pero después llegó la pandemia y tocó estar en la casa encerrados.
En ese tiempo estuvimos rodeados por la Policía por más de seis meses. Yo enferma, tirada en la cama con dolores, unas hemorragias muy grandes y sin medicamentos, y Amaury teniendo que ocuparse solo de todas las cosas de la casa, y los niños ahí, con nosotros, en todo este proceso dentro de la casa.
De pronto tuvimos que separarnos, algo que en mi familia nunca había pasado. Ha sido un proceso muy difícil y los que vinieron conmigo al llegar aquí también han tenido una situación bastante compleja porque de pronto les cambio la vida. Empiezan a ver la realidad de Cuba por ellos mismos. Por un lado ven la de Miami, por otro la de Cuba y empiezan a comparar. Entran a internet y ven todo lo que está pasando en Cuba y también empiezan a ver el impacto de lo que nosotros hacíamos allá, algo de lo que antes no eran conscientes.
Eso también los impresiona mucho porque comienzan a cuestionarse qué más pudieron haber hecho. Como me dijo mi hijo un día: "es que tú no sabes cómo se siente no poder hacer nada por ti".
Sienten mucha impotencia, al punto de que hemos tenido que pasar terapias con psicólogos y psiquiatras. Organizaciones internacionales nos han ayudado con eso y nos han apoyado con estos profesionales. Todo eso es importante, porque es como salir de una guerra o de un campo de concentración.
Físicamente yo estaba peor de lo que pensaba, creía que yo solamente tenía el problema del endometrio y no. Tenía problemas en el hígado, en los riñones, en los huesos pélvicos, tenía una diabetes descontrolada por completo, al igual que la presión arterial. En el caso de mis hijos, lo primero que supe al llegar era que ambos estaban desnutridos, algo que en Cuba yo no veía, y ahora pienso en los que se han quedado en Cuba, que son más chiquitos y están en la edad del desarrollo.
¿Cuál fue el momento más duro que viviste en Cuba antes de salir?
Vivimos tantos momentos duros que me monté una coraza emocional. Por ejemplo, el 11 de julio yo no te puedo decir que representó un momento duro para mí. Fue una alegría muy grande cuando nosotros empezamos a ver a la gente en la calle.
En ese instante nosotros estábamos en una reunión virtual del MSI, cuando de pronto Luis Manuel (Otero Alcántara) entró y comentó lo que pasaba en San Antonio y dijo que él iba a comprobar si era cierto. Al rato entró de nuevo, muy emocionado, y nos confirmó la protesta, y con la misma colgó. Luego hizo la directa en la que anunció que iba a salir a sumarse a las protestas y no tuvimos tiempo de coordinar nada con él.
Era mucha la alegría, ese sentimiento de que íbamos a poder alcanzar esa libertad tan esperada. Ver ese momento en que el pueblo cubano finalmente se decidió y salió a la calle fue grande.
Duro fue lo que vino después. Ver lo que pasó en la Güinera, la forma en la que empezaron con la represión más cruel. La orden de combate que dio Díaz-Canel en televisión fue lo más fuerte. Uno sabe que ellos son el enemigo, pero ver que a un mandatario de un país no le importa su gente... ahí confirmas nuevamente que es un dictador, que es un asesino, uno definitivamente entiende que su país está en una guerra. Una orden de combate solamente se da durante una guerra, en Cuba hay una guerra del Estado contra los ciudadanos. Vimos también que no les importa edades, género o situaciones particulares a la hora de reprimir.
Mirando el panorama actual de la Isla, ¿crees que el diálogo sea el camino para alcanzar la democracia en Cuba?
No lo creo. Ellos han demostrado que no quieren un cambio y que no les interesa. Desde la posición del activismo y del respeto a los derechos, uno nunca quiere llegar a un derramamiento de sangre, ni propiciar eso. El régimen ha militarizado la Isla y ha contraído acuerdos militares con Rusia y China, potencias que son dictaduras también y que son opresoras, y eso es muy peligroso. Además de que han recrudecido el marco legal al punto que puedes ser acusado de sedición por levantar un cartel. No están dejando espacio para otra cosa que no sea la beligerancia.
Con dos de sus integrantes presos y otros exiliados, ¿cómo se ha organizado el MSI para seguir con su labor?
Al tener que salir de Cuba la mayoría de MSI, al tener a otros presos, y a otros en las condiciones en las que está Amaury, por supuesto que se ha generado una crisis. No hay una organización que pueda sostener algo así por muy estructurada que esté. Tenemos gente en distintos países de Europa, en Italia, en España, y en Estados Unidos, en diferentes lugares… y tenemos gente en Cuba.
Tuvimos que tomar la decisión de abrirnos por capítulos, cada uno desde su país. En Cuba están Luis Manuel, que está preso; Amaury, que está en esa situación de vigilancia que conté antes; Maykel, que está preso también, ellos en esa circunstancia no pueden hacer más de lo que han hecho, hacen lo que pueden.
Desde Europa se han hecho manifestaciones, campañas, eventos, desde Estados Unidos igual. El año pasado por el primer aniversario del 11J hicimos un evento aquí bastante significativo, se hizo también uno en Europa.
Algo importante que hemos ido haciendo en este tiempo es el registro legal del MSI, porque en Cuba, al no tener derecho a crear una asociación, no lo habíamos podido hacer. Cada generación que ha pasado por la construcción de la sociedad civil cubana se ha quedado sin poder crear esas estructuras legales cuando sus miembros se van de Cuba.
Nosotros no queríamos que eso siguiera pasando, llevamos más de 20 años en esto, con Omni Zona Franca primero, pero en el caso de Michel Matos fue con Matraca.
Para nosotros es importante contar con estas plataformas sólidas y legales, porque el día que Cuba cambie no se van a acabar los problemas. Para eso hay que trabajar desde ahora y prepararse, para poder acompañar a esa sociedad cubana que está tan dañada a través de instituciones sólidas que sean nuestras y no prestadas.
Vaya, al fin alguno se da cuenta. poco a poco.