"Está muy flaco. Se veía mal, barbudo", cuentan a Diario De Cuba familiares del preso político cubano Pedro Albert, quien desde hace dos días se encuentra ingresado en una sala de penales del Hospital Nacional debido al agravamiento de su salud después de diez días en huelga de hambre.
El viernes, el hijo menor pudo llevarle unas cuchillas para que se afeitara y hablar con él. Pero Albert no acepta de ninguna manera que vengan a disuadirlo de abandonar la huelga. Lo que quiere es la libertad que merece, no que le manden más emisarios que nada influyen en su caso.
La Seguridad del Estado cubano, cuando un preso político entra en huelga de hambre, primero lo aísla y luego despliega una serie de estrategias para conseguir que abandone el desafío: llama a familiares, sicólogos, hace promesas.
El profesor de física y matemática Pedro Albert parece inmune a toda maniobra. "Yo sé lo que yo hago", ha dicho a sus allegados, de lo cual interpretan que está dispuesto a resistir.
Cuando lo trasladaron al hospital, después de una semana de inanición en la cárcel, accedió a tomar agua, pero no ha querido probar alimento. Sus familiares se angustian porque lo conocen.
"Mi papá es muy testarudo. Temo lo peor", lamenta su hijo mayor, Pedro Antonio Albert, radicado en Estados Unidos.
Desde noviembre de 2021, el profesor cubano permanece en la cárcel de Valle Grande acusado de "desórdenes públicos" por salir a manifestarse el 11 de julio y por anunciar en sus redes que lo haría de nuevo el 15 de noviembre siguiendo la convocatoria de Archipiélago.
Aunque la Fiscalía pide para él una sanción de cinco años de privación de libertad y, en teoría, ya debió haber concluido todo el proceso investigativo, aún no tiene fecha de juicio. Las autoridades cubanas suelen violar bastante este aspecto (y otros) del debido proceso, a pesar de que por la televisión juran que se respeta.
En 2018, Pedro Albert fue tratado por un cáncer de próstata que habría remitido, lo cual no significa que no exista el peligro de una reaparición o que su sistema inmunológico no haya sido comprometido por el tratamiento. Técnicamente, todavía se le considera un paciente oncológico y está sometido a un plan y a una dieta que no ha recibido en prisión.
El viernes, Pedro Antonio Albert, pidió al Parlamento Europeo que intercediera por su padre, en un video compartido por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos.
"Mi padre es un maestro, un profesor de preuniversitario de 66 años, paciente de cáncer. Se encuentra en huelga de hambre desde el pasado 13 de septiembre y ha tenido que ser hospitalizado por el grave estado de su salud", recordó.
"Si hoy acudo a ustedes es porque estoy convencido de que en Cuba no existe justicia que pueda defender a mi padre ni ningún otro cubano digno. Sé que, con su apoyo, su atención, su mano firme, pueden hacer la presión necesaria para que mi padre sea liberado", llamó.
"Yo no quiero otro mártir, yo quiero a mi padre vivo, yo quiero a mi padre libre", finalizó.
Importante conocer el comportamiento de la Fundacion Cubana Americana y del Directorio Democratico Cubano en relacion a las estrategias de liberacion.